La semana pasada fui a ver a Smashing pumpkins en el Luna park. Y aunque no soy un fanático de escribir reseñas de conciertos (porque se espera que uno las escriba justo después del evento y, como verán, a mi me gusta tomarme mi tiempo) éste en particular me dejó un par de cosas para decir, así que vamos en orden.
EL LUGAR
Luna park. Me gusta el Luna park. Queda muy cerca de mi casa, y tengo a 2 cuadras de mi casa una estación de subte que me deja en la puerta del recinto. Llegué, no había cola, entré, me ubiqué, prendí un pucho y en ese preciso momento empezó el show. Timing perfecto. Había mucha gente, pero no explotaba. Ubicación y visibilidad: 8.5/10.
LAS EXPECTATIVAS
Medianas. Aunque fuí muy fan de la banda durante los 90 (que fue la última vez que alguien vió o supo algo del buen gusto de Billy Corgan), antes de ir al concierto había entrado a setlist.fm y sabía que el repertorio entre show y show casi no variaba, ni siquiera el orden de las canciones, y que encima la mayoría de temas eran de los que no le importan a nadie. Igual habían 3 o 4 que esperaba con muchas ansias. La sensación era la típica "Hace 15 años me hubiera vuelto loco si los veía en vivo".
EL CONCIERTO
Es sabido que el sonido del Luna park no es el mejor, pero dentro de todo estuvo bien. La acogida de la gente fue medida, sabiendo que el público argentino suele ser bastante más caliente y entregado que esa noche. Sobre el escenario, la banda no aportó ninguna sorpresa: Corgan al medio y sus nuevos amiguitos alrededor, sin moverse demasiado. Detrás de ellos un par de ventiladores muy grandes con pedazos de espejo que reflejaban las luces y tiraban rayitos por todos lados. En cuanto a la música, hubo un equilibrio entre esas canciones que de chico me volaron la peluca (Today, Zero, Bullet with butterfly wings, y especialmente Cherub rock), un par que no conocía y me gustaron (Heavy metal machine, Astral planes), y otras (The fellowship, Lonely is the name, A song for a son, y un largo etc) que pasarán al olvido más rápido que un pedo de hamster. En resumen no estuvo mal, pero tampoco fue gran cosa. Le doy... 6.9 Peruchos.
BILLY CORGAN
Nunca me cayó tan antipático un tipo arriba de un escenario. Reconozco que no fui con la mejor predisposición (ver inciso "Expectativas"), y que, de antemano, estaba al tanto de ciertas actitudes de Corgan que delatan un nivel importante de pelotudismo (que no tiene problema en reconocerse un super estrella del rock n' roll, que no reunió a la banda sino que la reformó a su antojo, que un par de días antes había revivido vía twitter un puterío viejísimo con Pavement, que había grabado una canción con Jessica Simpson), pero el viejo Billy se encargó, él solito, de hacer que me caiga un poco peor.
Lo primero que me llamó la atención fue parte de la formación de la banda. Corgan y su pelada en voz y guitarra, en el bajo una chica, y en la otra guitarra un tipo con rasgos orientales. Mmm... ¿dónde habré visto eso antes?
¿Será que Billy piensa que eso cuenta como "Mantener la formación original"? Siguiendo esa lógica, el baterista actual debería ser un drogadicto que entró-salió-y-volvió-a-entrar a rehabilitación, pero la verdad no tiene la pinta.
Luego vinieron un par de intervenciones cuestiona/lamenta/olvida-bles por parte de Corgan. Como para apachurrar sus grandes cachetes, decirle "Ahhhh... picarónnnn... eres un pillín!", y luego frotar tus nudillos contra su pelada, repetidamente con reprimida violencia.
La primera fue tocar parte del himno de Estados Unidos frente a un público bastante anti-yankee como el argentino. Esa igualmente se la perdonas porque no tenía cómo saberlo, o tal vez está muy orgulloso de su país, o simplemente le parece una linda melodía tocar en guitarra. Ahora, ¿hacía falta que lo hiciera con los dientes?
Luego debo agregar sus largos y pretensiosos solos de guitarra acompañados de apáticos movimientos que parecía hacer por puro compromiso.
Y finalmente se mandó la grande, el plato fuerte de la noche, la que pasaría a la historía como "La gran Corgan" (si a alguien le interesara un pito hablar del presente de Smashing pumpkins, claro).
Apuesto que antes del concierto pensó: "Mmm... ¿de qué puedo hablar como para caerle bien pesado a los argentinos? Mmm... piensa Billy, piensa. Uh uh, ya sé! La adicción a la cocaína de Maradona! Corgan, pequeño demonio... eres un genio!"
Sí señores. En el país más futbolero del mundo, donde el nivel de adoración hacia el Diego supera ampliamente los límites de lo absurdo, donde la herida del último mundial sigue fresca en el corazón de todos, William Patrick Corgan mantuvo esta suerte de diálogo con el público:
Billy : El entrenador de la selección es Maradona, right?
Todos: Noooooo.
Billy : Ah! Pero fue el entrenador.
Todos : Siiiiii.
Billy : Y ahora volvió.
Todos : Nooooo.
Billy : Ah... entonces volvió a la cocaína!
Todos : (Cri cri, cri cri...)
Billy : Ustedes saben de qué hablo... la cocaína. Ustedes la conocen, right?
Todos : (Confusión de risas, pifeos, gritos, aplausos y estupor generalizado)
Me parece que hoy tocan en Perú, así que calculo que tendrá preparado un "El pisco es chileno!" o alguna otra barbaridad parecida para no perder la costumbre.