No puedo ocultar un profundo sentimiento de decepción por todo lo que estamos viviendo durante las últimas semanas en el seno de Ezker Batua.
Guerras internas, ruedas de prensa, palabras gruesas, una auténtica pena, la verdad.
Lógicamente, yo soy corresponsable de esta situación, sería ridículo negarlo, por lo que creo que durante este fin de semana me corresponde hacer una seria y profunda reflexión sobre las posibles salidas a esta lamentable situación.
Una de las grandes dudas que hemos tenido en las diferentes reuniones que hemos mantenido durante estos días, los hombres y mujeres que celebramos el Consejo Político de Euskadi el jueves pasado es, si merece la pena mantener este nivel de crispación por defender el derecho de nueve personas a participar en igualdad de condiciones en Ezker Batua.
Porque aquí radica el verdadero problema, si somos una organización de personas libres e iguales o una organización de grupos verticales sometidos a la disciplina del líder de grupo de turno.
Todo lo demás, organigramas, censos, UAR, convención política, etc. es secundario, importante pero secundario.
¿Son sacrificables principios como la libertad, la igualdad, la democracia, en favor de una paz interna ficticia?
Esa es la gran pregunta y no otras.