Sí, no negaré que existe una trama ligeramente enrevesada que mezcla a estafadores, políticos corruptos y a un policía que sueña con dar el gran golpe para salir de la ratonera donde vive. Todo lo contado se basa libremente (ya se advierte al principio del film con un rótulo que dice "algo de lo que ocurrió aquí fue real") en una operación del FBI llamada ABSCAM que sirvió, a finales de los setenta, para imputar a unos cuantos políticos corruptos, desde senadores hasta alcaldes. La historia en principio parece interesante y cuenta para su desarrollo con una galería de personajes variopintos protagonizados por algunos de los mejores actores de la actualidad, pero tras media hora de su visionado te das cuenta de que algo no cuaja, y que las idas y venidas de su elenco no te importan lo más mínimo. En mi caso, solo desperté de mi letargo en pocas escenas y algunas de ellas gracias a Jennifer Lawrence y su vis cómica (escena del microondas, baile con guantes de limpieza). Sin duda, las actuaciones son el punto fuerte de La gran estafa americana, una película nominada a la friolera de 10 Oscars y que ya cuenta con un puñado de premios de los más importantes.
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Llevando el peso de la historia encontramos a una Amy Adams más seductora que nunca (cuesta no recrearse en su vestuario) y a un Cristian Bale, que una vez más vuelve a dar muestras de su talento para la metamorfosis y se transforma en un tramposo que estafa desde que tiene uso de razón. Si bien es cierto que su nominación al Oscar a mejor actor sea un tanto exagerada, teniendo en cuenta que se quedaron fuera Tom Hanks o Joaquin Phoenix. Cabe destacar también a un enérgico Bradley Cooper, que ofrece algunos de los momentos más cómicos de todo el metraje y no solo por los rizos de bigudies que lleva en la cabeza, sino por esa capacidad que tiene de hacer sonreír al espectador con su desvergüenza. Sin olvidar a Jeremy Renner, notable en el papel del alcalde que sueña con ser el artífice del gran casino de Atlantic City. Pero si ellos y ellas están bien no solo es mérito suyo. Aquí cabe romper una lanza a favor de David O. Russell, un director con una estupenda mano para la dirección de intérpretes, como ya pudimos comprobar en películas como The fighter o El lado bueno de las cosas.No creo en ningún caso que la culpa de mi aburrimiento se le pueda echar a su potente reparto o a la ambientación, capaz de hacerte retroceder a los tiempos en que el Estudio 54 arrasaba, y para muestra basta comprobar el bailecito que se marcan Amy Adams y Bradley Cooper. No, sencillamente creo que su guion -por muchos premios que le concedan- no está a la altura. David O. Rusell me sigue pareciendo un director con talento pero algo sobrevalorado, y al que se bien se le podría aplicar aquel dicho shakesperiano de mucho ruido y pocas nueces.Lo mejor: El reparto, dirección artística, el uso de las canciones en la película (brillante el momento Dilaila), la aparición de Robert De Niro.
Lo peor: Le sobra metraje, se cree mejor película de lo que en realidad es. El espectador no se convierte en ningún momento en cómplice, algo vital en una película de engaños.¿Y a ti qué te pareció?