La gran final de España en el día de hoy... La selección femenina de basket ante el Goliat francés.

Publicado el 30 junio 2013 por Casoledo
Seamos, sí, irreverentes. Al parecer hay otra gran cita deportiva en Brasil, ante un equipo cuyo nombre evoca permanentes mitologías... pero quedan pocos espacios públicos donde sea posible no escuchar o leer hasta el más mínimo detalle sobre ello. De ahí que no sólo sea justo y necesario, sino sobre todo divertido y gamberro afirmar que la final de esta tarde que enfrentará por el título europeo de basket a las selecciones femeninas de España y Francia es la gran cita que tenemos los españoles en la jornada. Y no sólo por factores "en negativo" -a los otros los tenemos ya muy vistos, y ya está bien de monopolio futbolístico- sino por los propios valores y el excepcional carisma de este grupo de deportistas, prueba evidente de que, si al mercado patriarcal (valga la redundancia) le interesase lo más mínimo, el basket femenino podría ponerse de moda en nuestro país y muchas de estas chicas convertirse en personajes tan populares como los omnipresentes de "la roja".

Su trayectoria en el europeo, hasta ahora, supone de por sí un paso adelante en esta disciplina deportiva que sin embargo corre el riesgo de caer en el olvido. Es una obligación ética, y hasta podríamos decir legal -véase la transversalidad nunca bien aplicada de la Ley Orgánica de Igualdad- que los medios de comunicación destaquen convenientemente el éxito de las chicas, que hagan visibles figuras tan memorables como la veterana Amaya Valdemoro, verdadera clásica del basket español -que además podría retirarse tras este partido-, la galáctica Ana Torrent -con esa figura espigada de los y las '3' más temibles e imprevisibles- o la  infranqueable Sancho Lyttle, una center que recupera la tensión del gran juego interior propio del baloncesto, ahora que todo parece depender de lo enchufados que estén los tiradores para coser al triples al contrario. Y al frente de todas ellas, un Lucas Mondelo que nos ha proporcionado uno de los momentos más memorables que recordamos en los tiempos muertos: me refiero al bien conocido del partido contra Suecia, donde a pesar de ir ganando con amplitud ordenaba a su equipo que mantuviese el ritmo, en recuerdo de otro enfrentamiento en el que la dirección de las suecas había tenido un gesto impropio de este deporte. "No nos van a faltar más al respeto", les dice, y nos emociona en lo que tiene, no de excesiva competitividad -sería un error entenderlo así-, sino de estricta reparación de una afrenta o injusticia, de restitución de la dignidad agraviada.
El segundo puesto ya es suficiente recompensa, máxime cuando nos enfrentamos una selección, la francesa, superior en el apartado físico y que, por si algo faltaba, es la anfitriona. Razón de más, en cualquier caso, para apoyarlas y celebrar su éxito. Son mujeres, son deportistas y sería sanísimo, terapéutico, que los aficionados-hombres estuviésemos está tarde con ellas ante el televisor, en la calle y en las redes sociales. A lo mejor nos llevamos la sorpresa de aprender -¡oh!- que también así podemos emocionarnos y divertirnos. ¡Vamos España!