El apóstol Pablo nos enseña cómo ser personas con una gratitud rebosante en cualquier circunstancia. El primer paso es valorar nuestra relación con Cristo. Él escogió a cada creyente antes de la fundación del mundo (Ef 1.4) y quiere que andemos en Él (Col 2.6). Esto significa reconocer a Jesús como el Señor de nuestra vida, y confiar en que Él nos dará el poder para obedecer.
Debemos estar arraigados firmemente en el Señor mediante su Palabra, para ser como un árbol cuyas raíces son tan profundas que ni siquiera las tormentas pueden derribarlo. Con este fundamento, podemos ser edificados en Cristo y mostrar cada vez más su carácter mediante nuestra actitud, conducta y conversación. Por último, nuestra fe debe estar establecida firmemente. Así no seremos confundidos por filosofías mundanas.
¿Tiene usted un espíritu agradecido, o dice “gracias” solo cuando las cosas salen como usted quiere? La gratitud en todas las situaciones es posible cuando nos enfocamos en las verdades y las promesas de la Palabra de Dios.
(En Contacto)