La grieta blanca

Publicado el 14 marzo 2015 por Plausible @plausibleblog

Esta es una historia de ausencias. 
Madeleine y su madre han huido, en misteriosas circunstancias, de la vida que llevaban. Viven en un rincón lluvioso de Cambridge, Inglaterra. Mientras tanto, en el Reino de Chelo, Elliot busca a su padre, que desapareció un año atrás, la misma noche en que el tío de Elliot fue hallado muerto a la vera del camino. La versión oficial dice que un ataque Púrpura de nivel 3 es el responsable de esa muerte, pero los rumores en el pueblo aseguran que su padre podría haber asesinado asu propio hermano, para luego fugarse con una profesora de la escuela. Elliot se niega a creer esa historia y está decidido a descubrir la verdad. Cuando Madeleine y Elliot comienzan a intercambiarse cartas de un mundo al otro (a través de una grieta que no se había abierto en siglos), todo lo que sucede en las vidas de ambos comienza a interrelacionarse. ¿Puede una grieta blanca contener un reino entero? ¿Puede un desconocido proveniente de otro mundo ayudarte a resolver los problemas (y descubrir los misterios) de tu propio mundo?

Gracias a V&R Editoras por el ejemplar.
Ay, qué decir sobre este libro tan colorido y fantástico.
Por una parte muy dentro de mí estaba muy entusiasmado por leerlo, ya que lo único que vi son críticas positivas. Aún así tenía miedo, porque venía de una racha de libros malísimos y un febrero basado en la no-lectura, así que temía odiarlo. ¡Y no fue ese el caso! ¡Para nada!
El libro es súper introductorio en sí mismo, y quizás por eso los primeros capítulos puedan parecernos algo lentos. Me costó mucho engancharme al principio, principalmente porque Madeleine y sus amigos no me cayeron del todo bien, al igual que su madre. Todo se va desarrollando a lo largo del libro y hay una razón del por qué de todo, pero me pareció una vida demasiado psicótica y extraña como para sentirme cómoda.
Madeleine, hija de un padre millonario, pasó de una vida de puros lujos y placeres a vivir en un pequeño cuarto de Londres con su madre, que se escapó con ella. Mientras que culpa a su madre por retenerla allí e intenta llevar una vida más o menos normal (es decir... recibe clases en su casa y ni siquiera eso es del todo cierto, porque cada dos por tres se van por las ramas) junto con sus dos amigos, Jack y Belle, ruega todos los días que su padre llegue a rescatarla de allí cual Rapunzel.
Por otro lado tenemos a Elliot, habitante del Reino del Chelo, que no sólo es la luz de los ojos de su madre sino que de todo Fogatas, su pueblo. Gran deportista, gran persona, gran todo; todos lo aman. Y el lector también, porque es tan adorable como el resto de los personajes de este mundo tan colorido y extraño.
Lo que más, más, más me gustó de este libro no tiene que ver con la historia o los personajes, sino con la autora: con sus disculpas por el vocabulario, me cagó cada una de las teorías que me formulé desde la sinopsis hasta el final. Todas y cada una de ellas me las tiró abajo, sorprendiéndome página a página. No es en absoluto previsible, algo que cuesta muchísimo encontrar en los nuevos libros.
Pero como decía al principio, el libro es bastante introductorio. Básicamente conocemos a los personajes principales y secundarios durante todo el libro, aunque sí obviamente hay un nudo y un desenlace, pero creo que tomaron un lugar secundario; creo que sirvieron de excusa para conocer más a Elliot y a Madeleine... y ojo, que no está mal. A mí en particular me sirvió mucho para que, al llegar ese final, poder prepararme para el segundo libro.
Y ese final. Es lo que más me hizo pensar en este libro como un prólogo para el segundo... o más como una precuela, más que nada. Aún así me encantó, y me dio mil millones de ganas de leer YA el segundo, lo cual pienso hacer muy pronto.
Jaclyn (yo lo pronuncio como Sháclin, no sé ustedes) Moriarty irrumpe en la escena de libros de YA con personajes divinos (principalmente los del Reino del Chelo), una historia histriónica y buenísima. Pisa fuerte con ideas originales y medio esquizofrénicas por momentos, tiernas hasta el extremo y con una manera de escribir que atrapa. 
Espero pronto tener tiempo para leer su continuación y seguir disfrutando con Elliot, Madeleine y con este nuevo desafío que se les propone. ¿Serán capaces de resolver todos los misterios y amenazas de Colores?