Revista Sociedad

La Guerra Civil Española y sus polémicos apoyos: "La Antesala"

Publicado el 10 noviembre 2013 por Adrián Calvo @adriantsn

LaGuerra Civil Española(1936-39) fue, sin duda, uno de los episodios más trágicos y sangrientos de nuestra historia. Las cifras del conflicto nunca estuvieron claras. Hay quienes hablan de unos 500.000 muertos sin incluir a quienes perecieron por el mal de la malnutrición, la hambruna o las enfermedades, o quienes aumentan esa cifra al millón de vidas que se apagaron en el morboso juego de la guerra. A ello, hay que añadir a quienes perecieron en los campos de concentración que el régimen de Franco dispuso a modo de represión desde 1936 hasta 1947. Según expone Javier Rodrigo en su libro "Cautivos", al menos medio millón de republicanos estuvieron recluidos en estos campos de trabajo, y cerca de 10.000 fueron deportados a campos de concentración nazis en Francia, de donde jamás regresaron.

El Bando Nacional acalló la democracia de la República, de su Constitución de 1931 y de la relativa libertad que disfrutaban los españoles. Los tambores de guerra, así como los fusiles y los anhelos de un pasado mejor, estuvieron acompañados de la más impasible de las ignorancias de los considerados aliados, en la Segunda Guerra Mundial. Tan sólo la URSS acudió en apoyo a las tropas republicanas, mientras que Estados Unidos, Reino Unido o Francia permanecían impávidos y hacían oídos sordos ante lo que sería la antesala de lo que más tarde sufrirían. No sólo eso. Franklin D. Roosevelt (presidente de los Estados Unidos desde 1933 a 1945), prohibió lo que él mismo consideraría más tarde como un grave error en su carrera política. Vetó la venta de cualquier tipo de suministro bélico a ambos bandos por parte de empresas estadounidenses. Sin embargo, Ford, General Motors, Firestone, Texaco, y otras cuantas compañías más, incumplieron las órdenes gubernamentales y dieron su apoyo al bando fascista, suministrando camiones, herramientas, neumáticos o petróleo a muy bajos precios o, simplemente, gratis. La República y su política progresista y de regulación financiera se ganaron un puñado de poderosos e influyentes enemigos en empresas y gobiernos de todo el mundo.

En cambio, el bando liderado inicialmente por el general Sanjurjo y posteriormente por Emilio Mola y Francisco Franco, contó, además, con el apoyo incondicional de los gobiernos europeos de ideología fascista: la Alemania de Hitler envió a la Legión Condor liderada por Wolfram Von Richtofen y Hugo Sperrle, quien mandó bombardear Guernica; la Italia de Benito Musolini, por su parte, aportó la 113ª División Blindada Littorio, liderada por Annibale Bergonzoli, y el Corpo di Truppe Volontarie comandado por Gastone Gambara, responsable de la toma de Alicante, la última ciudad republicana en caer; el régimen portugués de Salazar ofreció apoyo gubernamental y económico al Bando Nacional.

Juan March, uno de los hombres más influyentes y ricos en la España de 1936, puso todo lo necesario para socavar a La República. No se sabe con exactitud el total de capital invertido en el movimiento, pero historiadores y periodistas están de acuerdo en que esas cifras oscilan entre mil millones de pesetas a 15 millones de libras, además de la financiación a la intervención italiana en Mallorca. No tuvo reparo en aportar el avión que llevó a Franco desde Canarias a Marruecos o en poner a disposición del general Mola unos 600 millones de pesetas.

Otras muchas instituciones y figuras simpatizantes dieron su apoyo al Bando Nacional:

Navarra, apoyada en su régimen foral, habilitó a las fuerzas sublevadas más de 13 millones de pesetas que se destinaron a la adquisición de aviones, coches blindados, pensiones y casas a los simpatizantes del golpe; Francesc Cambó (político catalán) recaudó del extranjero más de 410 millones de pesetas; las familias judías de Melilla aportaron cuantiosas cantidades de dinero; un holding empresarial portugués; la Compañía General de Tabaco de Filipinas, con 200.000 dólares; la Iglesia Católica; el banco inglés Kleinwort Sons & Co. con más de 2 millones de libras; la Sociedad de Bancos Suizos (un millón de libras); y un consorcio de bancos italianos que aportaron más de 300 millones de liras, dieron a los militares sublevados el empuje financiero del que carecía La República.

El Gobierno democrático se topó con la voluntad de bancos internacionales que obstaculizaron y ralentizaron el crédito hacia La República, lo que forzó al Gobierno de entonces a vender las reservas de oro del Banco de España a Rusia a cambio de material bélico. De las 638 toneladas de las que se disponían en Madrid, dos terceras partes partieron hacia Moscú y fueron adquiridos por el Gosbank (banco central de la URSS desde 1930 hasta 1987). El tercio restante se envió a París, a cambio de una ayuda insuficiente y clandestina. Gran Bretaña calló sagazmente, mientras que México aportó armas y munición pese a su pobre economía nacional.

Como se decía en la novela de Ernest Hemingway, "No solo es España por lo que se combate aquí, ¿no? Es Alemania e Italia de un lado y Rusia del otro, y los españoles justo en el medio del meollo". Efectivamente, fue así. La antesala a una gran guerra, el campo de pruebas, un auténtico conejillo de indias de las potencias que en la Segunda Guerra Mundial destruirían ciudades enteras y llevarían a Europa al yugo del fascismo en su máxima expresión.

En otros países, como Alemania o Italia, el fascismo fue derrotado por la democracia. No voy a entrar en si el fin justifica los medios, pero en aquellos países el arraigo fascista se arrancó como las malas hierbas: desde la raíz. Sin embargo, en España, sufrimos una dictadura durante casi cuarenta años. Cuatro décadas de opresión, de fanatismo religioso, de ocultismo político y de sumisión social que acabaron con la mal llamada "Transición". Muchos me han preguntado más de alguna vez por qué en España existe un especial crédito, una singular tolerancia hacia la derecha más extremista que se integra en el poder. Y entonces, me río, y les respondo: "Bueno, te recuerdo que en Alemania o en Italia el fascismo cayó derrotado. En España, todos sabemos lo que pasó".


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