La “guerra contra las drogas”: Hacia la internacionalización de la “moralidad”. (Parte 2)

Publicado el 08 agosto 2019 por Revista Pluma Roja @R_PlumaRoja

Para leer la primera parte de este artículo visite el siguiente enlace: https://revistaplumaroja.wordpress.com/2019/07/16/la-guerra-contra-las-drogas-una-historia-racista-y-de-control-global-parte-1/

En el debate interno estadounidense, la adicción a las drogas había sido rotulada como: “una infección o contaminación a la pureza de la raza blanca estadounidense por parte de influencias extranjeras”. Tan extrema era la idea de la amenaza o destrucción del ideario supuestamente “puro y limpio” de su raza, versus el resto del mundo; “decadente” y sus costumbres, que el político estadounidense Richard P. Hobson declararía: “Al igual que las invasiones y plagas de todas la historia, el flagelo de la adicción a los narcóticos proviene de Asía”.

Estas declaraciones, nuevamente dejaban en claro el rasgo racista y moralista en la búsqueda de una política prohibicionista en materia de drogas por parte de EE.UU. La salud pública no era su preocupación, ni prioridad. ¡Solo les importaba preservar sus costumbres y raza!

Sin embargo, pese al consenso absoluto que existía al interior de EE.UU, con respecto a tener una sola voz ante el problema “moral” que generaban las drogas, esto continuaba sin dar solución al problema –aparente–, de que el mundo seguía sin tener una legislación internacional prohibicionista al respecto. Era imperativo, pues, entonces, detener el ingreso de drogas desde otros países, y de ser necesario, erradicarlas ahí mismo donde se produjeran. Se requería de una legislación internacional.

Primeros atisbos de organización a nivel internacional

Fue en el año 1909 que EE.UU finalmente logró consolidar la primera Comisión Internacional del Opio en Shanghái. Este sería el primer intento de lograr un tipo de control internacional sobre el uso y comercio de drogas. Como representantes para EE.UU ante esta comisión estaban: nuestro querido amigo el Obispo Brent y un doctor llamado Hamilton Wright, quién se convertiría en el gran gestor del movimiento prohibicionista al interior de EE.UU en sus primeros años.

Durante el resto del siglo, casi todas las conferencias o comisiones a nivel internacional vinculadas al control del uso de drogas, serían impuestas y forzadas, de manera directa o indirecta, por EE.UU.

Inglaterra se opone

Ahora  bien, por más extraño que parezca, y pese a la idea habitual que se tiene de amistad y cooperación entre ambas naciones, fue Inglaterra el país que más se resistió a la política prohibicionista impulsada por EE.UU. El Reino Unido rechazó una y otra vez los intentos de EE.UU de imponer un régimen prohibitivo y de alcanzar protocolos de control internacional en esta materia.

En parte, este rechazo se debía a que ellos mismos operaban grandes monopolios ligados a la producción y comercialización de opio en sus colonias. Sin embargo, también se debe mencionar que los británicos –y con toda lógica y sentido común– percibían ciertos “aires de superioridad y de virtud más elevada” en su contraparte estadounidense. Y ellos, simplemente, nos estaban dispuestos a tolerar ese tipo de actitudes.

Es importante mencionar también que en esos incipientes años de la prohibición, Inglaterra no percibía el tema del uso de “drogas” como un problema de carácter legal, es decir, que debía ser controlado o penalizado con cárcel, mucho menos lo veían como un drama “moral”, sino que lo veían como un asunto de carácter médico, es decir, lo consideraban un problema de salud. Y fiel a esa línea, se resistieron durante un largo tiempo a la histeria moralista y conservadora que buscaba inundarla desde el otro lado del Atlántico por parte de EE.UU.

Nueva droga, nuevos enemigos

Fue así que, enfrentados al poco apoyo de quienes aparentemente debía ser sus aliados e incapaces aún de imponer su visión moralista en el mundo, EE.UU tuvo que primero imponer medidas estrictas en su propio territorio continental. Pero para eso, debían pronto endurecer la propaganda anti-drogas en su frente doméstico si querían tener éxito en su misión internacional.

Sería el mismísimo Wright el encargado de iniciar una nueva ofensiva en busca de prohibir el consumo de drogas en su país. Y en esta ocasión, nuevamente apalearía al argumento moral –con los consecuentes daños raciales ya conocidos de por medio: discriminación y prejuicios–, como razón principal para prohibirlas. La droga que ahora captaría la imaginación de las afiebradas mentes estadounidenses sería: la cocaína.

Superhombres y brutos

Se inició entonces una campaña terrible que buscaba ligar el consumo de cocaína con las minorías afroamericanas. Para esto el doctor Wright entregó un informe en al Senado en el que se leía: “…este nuevo vicio, el vicio de la cocaína, se ha convertido en un potente incentivo que está llevando a cientos de negros a través del país a cometer todo tipo de crímenes abominables”.

A partir de ahí, era cosa de tiempo para que la prensa se hiciera eco de la paranoia y terminara publicando todo tipo de titulares atroces con el claro objetivo de establecer una relación directa diferentes minorías raciales y el consumo problemático de drogas.

Titulares tendenciosos

El periódico New York Times publicaba, por ejemplo: “NEGRO ENDEMONIADOS Y COCAINÓMANOS: LA NUEVA AMENAZA DEL SUR”. Y en el artículo que iba adjunto al titular se leía: “Un  hasta ahora, inofensivo negro, habría pasado de la calma a la locura extrema tras -según reportes-, haber consumido cocaína. Tal era su estado, que un policía local habría tenido que dispararle en varias ocasiones para poder derribarlo”.

En esta noticia, como podemos ver, se expresaba de manera implícita una relación directa y peligrosa entre raza y drogadicción. La cocaína, “supuestamente”, estaba convirtiendo a los hombres afroamericanos en superhombres brutos y bestiales. El oficial médico encargado de tratar al hombre, en el mismo artículo también declararía: “…ese negro cocainómano fue durísimo de matar”.

Nace la prohibición legal

La histeria colectiva desatada tras todos estos reportes terminaría por rendir frutos. En el año 1914 se establecería la primera prohibición legal en contra de las drogas en lo que se conocería como el Harrison Narcotics Tax Act (Ley Harrison). Durante los siguientes 50 años, EE.UU no cesaría en intentar implementar estas mismas medidas internas al resto del mundo.

Continuará…

*Texto traducido y adaptado al español por Pablo Mirlo del artículo titulado: The War on Drugs Is Inseparable from US Imperialism publicado en vice.com por JS Rafaeli.