La Guerra de Corea

Por Joaquintoledo

El trasfondo y el estallido de la guerra

Luego de que los nipones fuesen derrotados en múltiples zonas de Asia, la península de Corea, que era parte oficial de su territorio, también les fue arrebatada. Ambas potencias, URSS y Estados Unidos la ocuparon, tomando como línea de división el paralelo 38, habiendo esto quedado establecido desde la Conferencia de Yalta. Como es de suponerse, se hizo con tal de detener el avance soviético en oriente y más aún hacia el Japón. Luego de que los rusos entraron en guerra con los nipones tras el estallido de la primera bomba atómica, se hizo el resto de lo acordado. En efecto, tanto rusos como estadounidenses ocuparían los territorios y desarmarían a los nipones en Asia del norte. Entonces fue así como se formaron dos territorios: la Corea del Norte era para la Unión Soviética y la Corea del Sur, por debajo del citado paralelo, para los Estados Unidos. Por su puesto, cada país instauró un gobierno acorde a sus respectivas ideologías, y todo plan de crear un gobierno unificado y democrático, quedó simplemente en el pasado. En ambas Coreas se instauraron dictaduras, al norte, mandaba Kim Il Sung donde en 1948 se crea una república popular. En el sur, asimismo, bajo la dirección de Syngman Rhee se creó otra en pro de los estadounidenses. Con el tiempo, el triunfo de Mao en China trajo complicaciones en la región para Estados Unidos y sus aliados, y a pesar de que los chinos y los soviéticos no mostraron una alianza poderosa y amenazante, sí estaban dispuestos por afinidades ideológicas, a apoyarse, hecho que quedaría patente durante la guerra. Por otra parte, Stalin venía de fracasar con respecto al bloqueo de Berlín y sus influencias en los países que habían quedado bajo su órbita como en la Yugoslavia de Tito, por tanto necesitaba reforzar su presencia en otros lares. Entonces el destino de Corea del norte quedó sentenciado, instaurándose allí un régimen comunista. Los estadounidenses apoyaron decisivamente a sus aliados sureños y en efecto, tal cual sucedería en Vietnam años después, la división, tanto territorial como ideológica, sembró la semilla para una guerra.

Era la mañana del domingo 25 de junio de 1950 cuando Mac Arthur, comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en el Pacífico, fue despertado por una llamada de alerta que no dudaba con respecto al mensaje pues lo que le transmitía al comandante era información de primera mano y confirmado. Las tropas de Kim Il Sung habían atravesado el paralelo 38 a las 4 horas de aquella madrugada y avanzaban sin ser detenidos. Los llamados desde Seúl eran ya desesperados. En Corea del Sur sólo había cuatro divisiones compuesta por tropas de su país, y con armas ligeras. No había allí barcos, aviación, carros de combate o una moderna maquinaria bélica, a diferencia de los agresores, quienes contaban con moderno armamento y habían recibido un entrenamiento severo de los soviéticos.

Los rojos organizaron las fuerzas norcoreanas más débiles a la vanguardia, y detrás de las primeras líneas iban todas las unidades más poderosas, con carros de combate nuevos. Por el centro, avanzó el grueso de las tropas con armas pesadas que demolieron la lánguida defensa en pocas horas. Minutos después de la cuatro de la mañana, las siete divisiones de infantería, una brigada, un regimiento y dos unidades blindadas de tanques t-34 rusos, avanzaban. Así daba inicio la Guerra de Corea, y probablemente, el primer experimento bélico serio y a gran escala de la llamada Guerra Fría.

La desesperada resistencia surcoreana

Aquel mismo día la ONU se reunía por sugerencia de Truman, el presidente de los Estados Unidos. Los miembros permanentes en aquel entonces eran cinco: Estados Unidos, URSS, Reino Unido, Francia y China. Por supuesto el gran ausente era la URSS. En la sesión se declaró a Corea del Norte como agresor, y se le solicitó el retiro inmediato de sus tropas antes del paralelo 38. Por lo pronto, Estados Unidos se dedicó a reunir las fuerzas necesarias para enviar a Corea. En esos momentos, lo más cercano que existía era la 7ma Flota Estadounidense encargada de vigilar a Taiwán, pero de momento no se le dieron órdenes para no empeorar las relaciones con los chinos. Ya el 27, dos días después, la ONU determinó que todos los estados miembros deberían ayudar a Corea del Sur por siete votos a favor, uno en contra (Yugoslavia), sufriendo dos abstenciones (Egipto e India), y la ausencia de la URSS. En total a fin de cuentas serían quince aliados los que la apoyarían: Australia, Bélgica, Canadá, Colombia, Etiopía, Filipinas, Francia, Grecia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Luxemburgo, el Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y Tailandia. De parte de Corea del Norte sólo estarían la URSS y la China de Mao.

Las unidades surcoreanas atentas a cualquier ataque, en teoría debían componerse de tres divisiones y tres regimientos independientes, pero en la práctica sólo una parte de cada uno estaba al frente, y no todos, por supuesto, tan bien armados como sus enemigos. Para colmo, era feriado dominical y muchos efectivos se hallaban de descanso. Los soldados norcoreanos a la vanguardia, apoyados por los t-34, arrollaron a los defensores iniciales, y su avance parecía imparable. La península de Ongjín caía en manos comunistas horas más tarde. El joven coronel surcoreano Paok Sun-Yup, al mando de los regimientos 11 y 13, en reserva, se dirigió a hablar con los asesores yanquis. La decisión fue que al menos la 11 de infantería se atrincherase al sur del río Imjin para esperar y detener la embestida de los rojos. Se podrían volar los puentes del río como alternativa, pero se planeó demasiado tarde, y para entonces los comunistas ya los habían cruzado. Luego, las unidades de infantería 11 y 13 enfrentarían a las muy superiores unidades norcoreanas, que venían con blindados, surgiendo así un encarnizado combate. Cuando los rojos terminaron su trabajo, prosiguieron su camino. Los objetivos primordiales eran Uijongbu, una ciudad a sólo diez km al norte de Seúl, y esta última por supuesto. Para ello se destinó a las divisiones 3 y 4 norcoreanas, y detrás de ellos cerca de 80 tanques t-34, contra los escasos tres regimientos surcoreanos a los cuales terminaron envistiendo. Mientras tanto, más hacia el este, en la vieja ciudad de Chunchon, se desplegó la 6 división surcoreana para defender a la ciudad por el norte. Estaba al mando allí Kim Chong-O, Cuando las ufanas tropas comunistas continuaba con su avance se llevaron una grave sorpresa cuando lo surcoreanos resistieron el primer ataque y luego el segundo, haciendo que la lucha se torne sanguinaria. La mortandad fue grande para los norcoreanos, costándoles casi el cuarenta por ciento de sus tropas, después de una lucha que duró casi todo el día. La resistencia de la 6 unidad surcoreana se prolongaría tres días más, cuando finalmente fueron rebasados. Más al este, casi en la costa, la 8va División defendía Corea del Sur. Lo cierto es que Seúl peligraba y las mermadas tropas surcoreanas, sin material no podían hacer mucho. Y sólo había sido el primer día de guerra. Seúl estaba a punto de caer. El general Chae Byong-Duk miraba fijamente a Uijongbu en su mapa. Se daba cuenta que si caía, Seúl correría la misma suerte. El mismo 25 de junio, hizo mandar refuerzos, envío a la 2, 3 y 4 divisiones. Seúl, fue bombardeada. Los aliados sureños se vieron en la necesidad de reclutar civiles inmediatamente para llevarlos al frente. Al anochecer, tras la presión de los militares, se permitió evacuar a ciudadanos norteamericanos y trasladarlos a Inchon. Chae, mientras tanto, ya había planeado su ataque para salvar Uijongbu, mediante una ofensiva de la 7 y 2 división que atacarían por los flancos a los norcoreanos en su avance hacia Uijongbu.

El 26 de junio las divisiones norcoreanas 3 y 4 avanzaron hacia Uijongbu, confiados en tomarla en un plazo de dos horas, pero se toparon con 7 división surcoreana dando origen a una violenta lucha al oeste de la ciudad. El este tenía, en cambio, un silencio sepulcral. Los militares estadounidenses seguían creyendo que la estrategia de Chae estaba condenada al fracaso. El general Lee, por ejemplo, no estuvo de acuerdo, pero no le quedó otra que atrincherar a dos de sus batallones a tres kilómetros de Uijongbu, para esperar allí a los enemigos. Al acercarse los norcoreanos, Lee dio la orden de abrir fuego contra ellos con sus cañones. Se tuvo éxito inicialmente, pero la superioridad enemiga jugó un papel importante. La retirada fue ordenada y luego desesperadamente en fuga. El camino quedaba libre hacia Uijongbu. Menos de media hora después los tanques ingresaban a dicha urbe, silenciosa y desierta. La suerte de Seúl también estaba echada mientras todos los surcoreanos abandonaban sus armas. Tan solo luego de 36 horas de lucha, al anochecer del 26 de junio de 1950 ya no quedaba ninguna fuerza significativa de defender la capital surcoreana.

Poco a poco muchos fueron abandonando la indefensa urbe, entre asesores, militares, civiles. Sin embargo, el coronel Wright, en su huida a Sihun, recibió una orden de Mac Arthur de no retirarse de la capital, dándole esperanzas de que serían auxiliados muy pronto. El mariscal Choe Yong Sun, comandante de las fuerzas norcoreanas, mientras, exigía la rendición inmediata de los surcoreanos. Para las 19:30 horas los comunistas ingresaban a los suburbios de la capital.

Como defensores surcoreanos sólo quedaba un batallón, quienes luego de un heroico esfuerzo, rechazó a los incursores, resistiendo dos horas vitales. Pero otra vez ganaron las armas de los más fuertes, y las fuerzas surcoreanas para la medianoche parecían tambalearse. Los puentes del río Han fueron volados en su mayoría, y entre otros acontecimientos, Chae, por sus discrepancias, fue reemplazado por el joven Kim Paik IL. Éste quiso evitar que los puentes fuesen destruidos en su totalidad para no atrapar a las escasas tropas surcoreanas que aún peleaban por su país, eso sin contar a los civiles que lo cruzaban. Fue enviado un oficial emisario, quien, lastimosamente, después de correr vehementemente en vehículo y a pie no llegó para evitarlo. En Seúl quedaron atrapados 44 mil soldados surcoreanos. Sólo se salvaron, llegando a nado, unos 6200 aprox. La artillería y el equipo pesado, estaba claro, caerían en manos de los comunistas. La 6 y 8 división surcoreana se salvaron de momento, mientras tanto, al sur del río Han sólo quedaban 22 mil soldados para frenar el indetenible avance de los norcoreanos.

El contraataque y la retirada estadounidense.

Los estadounidenses prometieron enviar de inmediato material para abastecer a los defensores de Seúl, y además se ordenó que la 7ma flota estadounidenses salga de Filipinas, Okinawa y Japón rumbo a Corea. Unas cuantas horas más tarde, sobre el puerto de Inchon aviones estadounidenses y norcoreanos se enfrentan por primera vez. Estos últimos sufren tres bajas. Para aquel entonces, el coronel Wright se enteró de que el último puente que cruzaba el río Han había sido volado mientras en Seúl norcoreanos y surcoreanos ya peleaban casa a casa y brutales combates callejeros se libraban por todas parte. Wright consiguió escapar en barco y reunirse con algunos enviados de Mac Arthur el 28. El 29 de junio aviones estadounidenses atacan nuevamente a las tropas surcoreanas a la vanguardia, justo cuando Mac Arthur llegó a al escenario de guerra. Obviamente se dio cuenta que los resultados para los aliados sureños, habían sido pobres, y que los comunistas tenían la ventaja. Harry Truman decidió que las fuerzas terrestres estadounidenses debían, definitivamente, intervenir, sin embargo todo se limitaría a Corea del Sur, pues no había medios para hacer frente a China o la URSS. Tras la caída de Seúl el 28 de junio y con el avance de los comunistas, la 24 División de Infantería estadounidense, fue la primera en llegar al combate siendo totalmente sacrificada, pues casi dejó de existir en su totalidad. Su general, Dean, fue hecho prisionero y los rezagos fueron mermándose conforme los atacantes avanzaban hacia el sur. El 4 de julio caía la ciudad de Suwon, a 40 km al sur de Seúl. El 5 se aproximaron a Osan y la tomaron tras arrollar a los estadounidenses y surcoreanos. El 6 de julio llegaban a las afueras de Pyongtaek, a 20 kilómetros al sur de Osan y tomada el mismo día. Luego siguió Chonan, la cual cayó el 8 de julio. El gobierno de Corea del Sur de Syngman Rhee mientras tanto, se había trasladado a Taejon. El 12 de julio sucumbía Chochiwo, justo cuando los primeros elementos de la 25 División de Infantería llegaban a la península. Lo único que detuvo de vez en cuando a los comunistas fueron los aviones aliados. Taejón, no obstante, cayó ante los rojos. Los 85 mil soldados de Corea del Norte compuesta por cinco divisiones y para fines de julio, casi se había hecho con tres cuartas partes de la península. Mientras tanto, al país del sur, no dejaban de arribar, no sólo estadounidenses, sino tropas de todas las nacionalidades aliadas comprometidas en la guerra. Para esos momentos, los norcoreanos habían apoderado de Yosan, Chonju, Kwangju, Sunchon y Hadong, quedando amenazadas Pusán, Taegu y Pohang.

Los primeros días de agosto, los norcoreanos envolvieron a los surcoreanos y sus aliados alrededor de Pusan, a punto de expulsarlos definitivamente de la península. La primera embestida fue lanzada los primeros días de agosto y los aliados resistieron a los casi 70 mil hombres que se le vinieron encima. Finalmente, a fines de ese mismo mes, luego de una gloriosa defensa, los agresores son detenidos antes de tomar Taegu. Los aliados percibieron mejores y nuevas tropas, británicas y australianas que recién pudieron llegar. Pero no había tiempo para celebraciones, pues en septiembre las tropas agredidas peleaban, literalmente, con el mar a sus espaldas, por ello el Alto Mando Estadounidense, decide retomar la ofensiva. Mac Arthur planteó un desembarco en la retaguardia de los comunistas, el llamado desembarco en Ichon, 30 kilómetros al oeste de Seúl. Muchos se opusieron a la ofensiva, pues era muy riesgosa tanto por el enemigo como por el ambiente natural y la geografía. Además sólo había un canal navegable, estrecho, propenso a ser bloqueado, sin contar que había fortificaciones que dominaban la bahía. A pesar de todas las contras, el plan de Mac Arthur fue aprobado y la VII Flota movilizada, quizá debido a la desesperada situación de las fuerzas en Pusan, por ende, el 15 de septiembre a la 4 a.m., se produjo un ataque devastador sobre las fortificaciones de Wolmi-do. A las 6:59 las primeras lanchas eran lanzadas sobre Inchon. A las 8 a.m., se recibía el informe de que los primeros infantes habían desembarcado sin una sola baja y estaban estableciendo una cabeza de puente. A las 19:19 desembarcaban las fuerzas del 10 Cuerpo de ejército. Pronto, los estadounidenses se habían apoderado de aeropuerto de Kimpo, entre Seúl e Inchon, y para el 17 de septiembre la capital era reconquistada. Para el 1 de octubre las primeras tropas de Corea del Sur cruzaban el paralelo 38, y el 7 de ese mismo mes, las primeras unidades de Estados Unidos hacían lo suyo, devolviendo el golpe a las fuerzas agresoras. Dos divisiones surcoreanas avanzaban, mientras, por la costa oriental.
Mao y su nueva república no podían quedar exentos de todo esto, por supuesto, y por ello el 16 de octubre de 1950 las tropas chinas entran en Corea del norte en defensa de sus pares comunistas. Pero el avance de la ofensiva aliada y surcoreana no se detuvo en todo octubre, es más, se podría decir que fue muy osada y puso al orbe al borde una nueva guerra mundial. Ahora eran los norcoreanos los que se batían en retirada y para el 19 de octubre los sureños llegaban a los suburbios de Pyongyang, ciudad capital de Corea del Norte, la cual fue abandonada a su suerte. El bombardeo aéreo había sido efectivo en la ofensiva aliada. Sin embargo la situación fue subestimada, pues el 1 de noviembre entró al servicio de los norcoreanos, un Mig-15 soviético. También se detectaron las primeras fuerzas chinas. A pesar de las cuantiosas tropas que ofrecieron los aliados del norte, para el 21 de noviembre, habían conseguido aplastar a varias fuerzas agresoras que se batían en retirada y el 10 Cuerpo de Ejército del general Almond llegaba al río Yalu, a la frontera con Manchuria. La victoria parecía cercana. Sin embargo el 26 de aquel mes, los chinos contraatacaban con todo su potencial ante la fuerzas de la ONU, Sur Corea y Estados Unidos. El 28 de noviembre los aliados sureños iniciaban el repliegue. Era la primera derrota de los Estados Unidos y su más larga retirada en toda su historia militar. Las tropas chinas estaban bien entrenadas y equipadas. El 5 de diciembre de 1950 los chinos se hallaban en las proximidades del paralelo 38. Ese mes, las tropas aliadas corrieron el riesgo de ser cercadas. El 23 de diciembre el último soldado norteamericano abandonaba Corea del Norte luego de ser perseguidos y vapuleados en casi todos los combates.

Hacia el fin de la guerra y la división actual

Así empezaba 1951 para los aliados, y por desgracia para Corea del sur. El 4 de enero las fuerzas comunistas retomaron Seúl, y a eso hay que sumarle la aplastante derrota de la Batalla de la Reserva de Chosin en la que los marines fueron humillados. Los estadounidenses planearon una nueva ofensiva que debería iniciarse el 25 de enero de 1951. El 10 de ese mes, los chinos tomaron Wonju, que con la ofensiva se había recuperado así como algunos otros poblados. Para mediados de febrero la reconquista de Seúl, parecía cercana. Pero el 7 de marzo los aliados lanzaron un nuevo ataque. Los chinos fueron duramente vapuleados desde enero por la fuerza aérea estadounidense y el 14 de marzo los aliados sureños ingresaban otra vez a Seúl.
El 23 de abril los chinos lanzan una nueva ofensiva que fue detenida. Para fines de ese mes los aliados se afirmaron en sus posiciones al norte de la capital y de ahí en más la guerra fue de desgaste. Se producían ataques aislados, la mayoría terrestres. El 3 de mayo los chinos se lanzaron otra vez al ataque y el 21 el golpe les fue devuelto, lo que hizo que se replieguen. A inicios de 1951 la guerra parecía llegar a un punto muerto y los bruscos movimientos de ambas bandos habían causado un resentimiento físico en las tropas quienes daban signos de cansancio y agotamiento. La capital de Corea del Sur ya no volvería a las manos comunistas. Para mayo los chinos intentan contraatacar aprovechando la gran cantidad de tropas que tenían, pero los aliados, mejor armados en material y dotados de tácticas, formaron una especie de barrera de fuego que no dejó que un solo chino o comunista pase. La guerra parecía haberse vuelto estática otra vez en torno al paralelo 38. Así entonces, el 1 de junio de 1951 el secretario de la ONU, Trygve Lie anunciaba que se propondría el armisticio en torno al mentado paralelo. El 29 de junio, el presidente Truman finalmente accede a utilizar la diplomacia. El jefe de los comunistas designó el lugar, señalando las proximidades de Kaesong, en una aldea llamada Panmunon sobre el paralelo 38. El 10 de julio de aquel año se iniciaban las negociaciones. Finalmente, se firmó un acuerdo el 27 de julio a las 10 horas, entrando en vigor en las siguientes doce horas. En realidad tampoco fue una paz, fue un armisticio, y hasta hoy en día no ha cambiado, y sólo se ha logrado mantener una zona desmilitarizada. Vale la pena agregar que, la guerra había continuado y de hecho continuaría, basado en sólo algunos combates aislados, encuentros de patrullas y choques esporádicos. Algo que no se detuvo fueron los bombardeos sobre industrias norcoreanas como la hidroeléctrica. Los tratados y las engorrosas gestiones para la paz demoraron y debido a no saber qué hacer con los prisioneros de guerra, a fines de 1952 la guerra parecía reiniciarse. Los combates aéreos fueron los únicos perennes con choques entre Sabres americanos y Mig´s 15 soviéticos, que se efectuaron casi a diario.

La guerra de por sí no logró otro objetivo más que el de fortalecer los bloques, y alejarlos ante una posible alianza en pos de la paz mundial. Sólo los polarizó más y esto contribuyó a que se forjen futuros conflictos alrededor del mundo. En Corea, la Guerra Fría internacional había empezado, la cual ya no se limitaría únicamente a las fronteras de Europa. En cuanto a la ONU, a pesar de todas sus intenciones, jugó un papel bastante mediocre pues no consiguió ni prevenir el conflicto ni plantear una mejor solución que el armisticio. Pero los saldos de muertos es lo más trágico y memorable. Una vez más, las mayores víctimas fueron los civiles. La guerra costó 3 millones de vidas, la mitad de ellas ciudadanos. En cuanto a las nacionalidades se dividen así: 1 millón 300 mil surcoreanos, 1 millón de chinos, 500 mil norcoreanos, 54 mil estadounidenses y una cifra menor que sumarían el resto de los aliados. En la actualidad las Coreas siguen relativamente distanciadas. La República Popular Democrática, es decir la del Norte que tiene algo más de 25 millones de habitantes ha tenido al dictador Kim Il Sung quien vivió hasta 1994 y luego fue sucedido por su hijo Kim Jong, ambos con una misma postura intransigente con respecto a las potencias occidentales. Se trata de un país relativamente atrasado, pobre y con una política hacia una carrera armamentística nuclear. El otro lado de la moneda es Corea del Sur, un país democrático y más rico, con 45 millones de habitantes, si bien ha tenido altibajos por problemas de corrupción y cambios constitucionales. El resto de la existencia hasta el día de hoy, de ambos países ha estado plagado de provocaciones, con embarcaciones embargadas y hundidas, alguno que otro intercambio de fuego, movimientos de tropas, y otros enfrentamientos menores. Hacia el 2000 se realizaron nuevas tentativas para unir políticamente la península que hasta el día de hoy no han dado resultados concretos.