La guerra literaria entre Neruda y Huidobro

Publicado el 05 agosto 2013 por Laesfera

Neruda fue un hombre de muchos amigos, pero también de enemigos acérrimos, entre los que se cuentan Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Enrique Amorim, entre muchos otros.

Vicente Huidobro y Pablo Neruda

Sin embargo, dentro de estos, su pelea literaria con Huidobro es una de las más emblemáticas ya que se mantuvo por muchos años, con ambos contrincantes usando sus plumas para desmerecer al otro. En una entrevista publicada en 1938, Huidobro dijo que la obra poética de Neruda es “fácil, bobalicona, al alcance de cualquier plumífero. La poesía especial para todas las tontas de América”. Y antes, desde su revista de poesía, ya lo había acusado de plagiar, entre otros, a Rabindranath Tagore. Y aunque Huidobro murió muchos años antes que Neruda, este último, en su libro autobiográfico “Confieso que he vivido”, recuerda a su enemigo literario en uno de sus capítulos, del cual rescato una parte que muestra la visión de Neruda sobre este duelo literario y señala

más de alguna confidencia sobre su adversario.

"Confieso que he vivido"
de Pablo Neruda
Seix Barral


“El gran poeta Vicente Huidobro, que adoptó siempre un aire travieso hacia todas las cosas, me persiguió con sus múltiples jugarretas, enviando infantiles anónimos en contra mía y acusándome continuamente de plagio. Huidobro es el representante de una larga línea de egocéntricos impenitentes. Esta forma de defenderse en la contradictoria vida de la época, que no concedía ningún papel al escritor, fue una característica de los años inmediatamente anteriores a la primera guerra mundial. La posición egodesafiante repercutió en América como eco de los desplantes de D'Arinunzio en Europa. Este escritor italiano, gran despilfarrador y violador de los cánones pequeño—burgueses, dejó en América una estela volcánica de mesianismo. El más aparatoso y revolucionario de sus seguidores fue Vargas Vila. Me es difícil hablar mal de Huidobro, que me honró durante toda su vida con una espectacular guerra de tinta. El se confirió a sí mismo el título de "Dios de la Poesía" y no encontraba justo que yo, mucho más joven que él, formara parte de su Olimpo. Nunca supe bien de qué se trataba en ese Olimpo. La gente de Huidobro creacionaba, surrealizaba, devoraba el último papel de París. Yo era infinitamente inferior, irreductiblemente provinciano, territorial, semisilvestre. Huidobro no se conformaba con ser un poeta extraordinariamente dotado, como en efecto lo era. Quería también ser "superman". Había algo infantilmente bello en sus travesuras. Si hubiera vivido hasta estos días, ya se habría ofrecido como voluntario insustituible para el primer viaje a la luna. Me lo imagino probándoles a los sabios que su cráneo era el único sobre la tierra genuinamente dotado, por su forma y flexibilidad, para adaptarse a los cohetes cósmicos. Algunas anécdotas lo definen. Por ejemplo, cuando volvió a Chile después de la última guerra, ya viejo y cercano a su fin, le mostraba a todo el mundo un teléfono oxidado y decía: —Yo personalmente se lo arrebaté a Hitler. Era el teléfono favorito del Führer. Una vez le mostraron una mala escultura académica y dijo: —Qué horror! Es todavía peor que las de Miguel Angel. También vale la pena contar una aventura estupenda que protagonizó en París, en 1919. Huidobro publicó un folleto titulado Finis Britannia, en el cual pronosticaba el derrumbamiento inmediato del imperio británico. Como nadie se enteró de su profecía, el poeta optó por desaparecer. La prensa se ocupó del caso: "Diplomático chileno misteriosamente secuestrado." Algunos días después apareció tendido a la puerta de su casa. —Boy—scouts ingleses me tenían secuestrado —declaró a la policía. Me mantuvieron amarrado a una columna, en un subterráneo. Me obligaron a gritar un millar de veces: "Viva el Imperio Británico!! " Luego se volvió a desmayar. Pero la policía examinó un paquetito que llevaba bajo el brazo. Era un pijama nuevo, comprado tres días antes en una buena tienda de París por el propio Huidobro. Todo se descubrió. Pero Huidobro perdió un amigo. El pintor Juan Gris, que había creído a pie juntillas en el secuestro y sufrido horrores por el atropello imperialista al poeta chileno, no le perdonó jamás aquella mentira.”
Aún cuando fueron dos grandes contrincantes en el ámbito literario, compartieron bastante cosas en común, como su amor por Chile y por la política, el amor de ambos por el mar … en efecto ambos se encuentran enterrados en el litoral central chileno, Huidobro en Cartagena y Neruda en Isla Negra, separados por tan solo unos minutos de distancia… quizás esas cercanías entre ambos poetas, eran mayores que sus distancias… como dice Neruda “Huidobro murió en el año 1948, en Cartagena, cerca de Isla Negra, no sin antes haber escrito algunos de los más desgarradores y serios poemas que me ha tocado leer en mi vida. Poco antes de morir visitó mi casa de Isla Negra, acompañando a Gonzalo Losada, mi buen amigo y editor. Huidobro y yo hablamos como poetas, como chilenos y como amigos.”  Artículo: Natan Olivos  Seguir a @natanolivos