"Arthur Ponsonby en su libro Falsehood in wartime: Propaganda lies of the First World War (Falsedad en tiempos de guerra: las mentiras de la propaganda durante la Primera Guerra Mundial) denunciaba toda la batería de mentiras y propaganda que había circulado por la prensa de los países en contienda durante la Primera Guerra Mundial. Las noticias falsas han existido siempre, y siempre han sido un recurso útil de los actores sociales en escena. Para Ponsonby la propaganda con que los gobiernos alimentaban la mente pública de sus poblaciones era una siniestra manera de educarlos:
"Con intrusos, abridores de cartas, descifradores, telefonistas, espías, un departamento de intercepción, un departamento de falsificación, un departamento de investigación criminal, un departamento de propaganda, un departamento de inteligencia, un departamento de censura, un ministerio de información, una oficina de prensa, etc., los diversos gobiernos estaban bien equipados para “instruir” a sus pueblos."
La obra de Ponsonby enumera y describe la propaganda con que las poblacio- nes habían sido inducidas a la guerra. El filósofo francés Jaques Ellul no tenía una idea muy diferente de la propaganda. De hecho, iba más lejos, pensaba que la propaganda no solo instruye, sino que da un sentido existencial al individuo. El hombre occidental, indica Ellul, es víctima del sin sentido y del vacío emocional. Ahí es donde aparece el sistema mediático como una solución a su vacío interior, ahí es donde se expone el individuo a la propaganda que le da sentido a la vida, que le reintegra en la sociedad. La propaganda toma prestada una parte del individuo y le hace vivir en una vida artificial. Vive una vida creada por alguna otra persona.3 Para Ponsonby la propaganda instruía la mente pública, para Ellul la creaba."
Artículo completo: "La guerra por la mente pública"