La Guerra y la Paz.

Publicado el 01 septiembre 2010 por Alguien @algundia_alguna

- Sí, Conde, tiene demasiado noble el corazón y demasiado pura el alma para vivir en este mundo actual, tan depravado – decía -. Nadie tiene en aprecio la virtud, porque, vamos a ver, dígame: ¿es honesto lo que ha hecho Bezukhov? Mi Fedia, llevado por su buen natural, le quería, y ni ahora dice nada contra él. ¿No se burlaron de la policía juntos en San Petersburgo? Pues a Bezukhov no le ocurrió nada y mi hijo cargó con todas las consecuencias. ¡Y lo que ha tenido que aguantar! Claro que le rehabilitaron, ¡pero cómo no lo habían de hacer si estoy segura de que hijos de la patria tan valerosos como él existen muy pocos! ¡Y ahora este desafío! Estos hombres desconocen lo que es el honor. ¡Provocarle sabiendo que es único hijo y hacerle blanco de ese modo…! Pero Dios ha querido guardármelo. Y total, ¿por qué? ¿Quién se ve libre de intrigas en estos tiempos? ¿Y qué culpa tiene mi hijo si el otro tiene celos…? Comprendo que desconfiara…, pero el asunto ya tiene un año de duración… Y vamos…, lo provocó suponiendo que Fedia no aceptaría el reto porque le debe dinero. ¡Ah, cuánta vileza! ¡Cuánta cobardía! Veo, Conde, que comprende a mi hijo; por eso le quiero con todo mi corazón. Le comprenden muy pocos. ¡Tiene un gran corazón y un alma muy pura!

(…) – Me creen malo, y lo sé – decía -. Pero me es igual. No quiero conocer a nadie excepto a los que aprecio, y a éstos les quiero tanto que hasta daría la vida por ellos; a los demás, los pisotearía si los hallara en mi camino. Tengo una madre inapreciable, que adoro, dos o tres amigos (tú uno de ellos), y en cuanto a los otros poco me importa que me sean útiles o perjudiciales. Y casi todos estorban, las mujeres las primeras. Sí, amigo mío; he tropezado con  hombres enamorados, nobles y elevados, pero mujeres, salvo las que se venden (condesa o cocinera, que para el caso es lo mismo), no he hallado ninguna. Todavía no me ha sido dado hallar la pureza celestial, la devoción que busco en la mujer. Si hallara una, le daría mi vida. Y las demás… – hizo un gesto despreciativo -. Puedes creerme que si aún me interesa la vida es porque espero hallar a esa criatura divina que me purificará, me regenerará, me elevará. Pero tú no puedes comprender esto…

Guerra y Paz. Cuarta Parte. Capítulo VII. Autor: León Tolstói.