En su primer largometraje rodado en inglés hay que agradecerle a Pedro Almodóvar que se haya decidido a disfrutar -y a dejar que disfrutemos- de dos actrices como Tilda Swinton y Julianne Moore. Dos mujeres fantásticas a las que vemos en pantalla durante muchos minutos en La habitación de al lado (2024), seguramente, la película más lineal, sencilla y minimalista de un director que en su filmografía suele dejarse llevar por las digresiones propias de los laberintos de la pasión. Inspirada en la novela de Sigrid Nunez, Cuál es tu tormento, la premisa básica es la de una mujer, Martha, enferma de cáncer, que decide enfrentarse a la muerte y que pide ayuda a una vieja amiga, Ingrid, para que la acompañe durante sus últimos días. Almodóvar nos cuenta esto sin apartarse apenas del camino trazado en unas pocas subtramas, en las que nos habla del pasado de Martha y de su trabajo como reportera de guerra y de una hija que vive apartada de ella -esto tiene reminiscencias de Julieta (2016) o de Tacones lejanos (1991)- o para mostrarnos la relación de Ingrid con un viejo amante, interpretado por John Turturro, con el que Almodóvar plantea que podemos llegar a recibir la muerte con paz y dignidad, pero que lo que se acaba es el mundo entero -además, en el flashback en el que aparece Victoria Luengo se puede leer un homenaje a Sacrificio (1986) de Tarkovski, una película sobre el fin del mundo-. Pero estas desviaciones son mínimas. Lo principal es el cara a cara de dos estupendas actrices cuyos personajes se enfrentan, una, al final de todo, y la otra, al duelo. Las dos amigas hacen repaso de las cosas de la vida y hablan de amor, de sexo, de literatura, de cine, de música y de los placeres mundanos. ¿Cuáles seguirían teniendo sentido en nuestras últimas horas? Almodóvar nos cuenta esto con la sencillez que solo alcanzan los veteranos del arte cinematográfico, siguiendo los pasos de un maestro como Ozu, dando espacio a la espléndida música de Alberto Iglesias; proponiendo como faro Los muertos de James Joyce -y John Huston-; y pidiendo a Eduard Grau la luz de Edward Hopper -el cuadro Gente al sol ya sirvió de inspiración en otra película de Almodóvar sobre la muerte, Hable con ella (2002)-. La habitación de al lado es una obra reposada y sin estridencias, de una belleza algo gélida, que permite a Almodóvar encontrar una extraña naturalidad -que no realismo- en los diálogos en inglés, la naturalidad escenificada del cine clásico estadounidense, ese que ha marcado siempre su cinefilia.
La habitación de al lado -a film by almodóvar
Publicado el 21 octubre 2024 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertranEn su primer largometraje rodado en inglés hay que agradecerle a Pedro Almodóvar que se haya decidido a disfrutar -y a dejar que disfrutemos- de dos actrices como Tilda Swinton y Julianne Moore. Dos mujeres fantásticas a las que vemos en pantalla durante muchos minutos en La habitación de al lado (2024), seguramente, la película más lineal, sencilla y minimalista de un director que en su filmografía suele dejarse llevar por las digresiones propias de los laberintos de la pasión. Inspirada en la novela de Sigrid Nunez, Cuál es tu tormento, la premisa básica es la de una mujer, Martha, enferma de cáncer, que decide enfrentarse a la muerte y que pide ayuda a una vieja amiga, Ingrid, para que la acompañe durante sus últimos días. Almodóvar nos cuenta esto sin apartarse apenas del camino trazado en unas pocas subtramas, en las que nos habla del pasado de Martha y de su trabajo como reportera de guerra y de una hija que vive apartada de ella -esto tiene reminiscencias de Julieta (2016) o de Tacones lejanos (1991)- o para mostrarnos la relación de Ingrid con un viejo amante, interpretado por John Turturro, con el que Almodóvar plantea que podemos llegar a recibir la muerte con paz y dignidad, pero que lo que se acaba es el mundo entero -además, en el flashback en el que aparece Victoria Luengo se puede leer un homenaje a Sacrificio (1986) de Tarkovski, una película sobre el fin del mundo-. Pero estas desviaciones son mínimas. Lo principal es el cara a cara de dos estupendas actrices cuyos personajes se enfrentan, una, al final de todo, y la otra, al duelo. Las dos amigas hacen repaso de las cosas de la vida y hablan de amor, de sexo, de literatura, de cine, de música y de los placeres mundanos. ¿Cuáles seguirían teniendo sentido en nuestras últimas horas? Almodóvar nos cuenta esto con la sencillez que solo alcanzan los veteranos del arte cinematográfico, siguiendo los pasos de un maestro como Ozu, dando espacio a la espléndida música de Alberto Iglesias; proponiendo como faro Los muertos de James Joyce -y John Huston-; y pidiendo a Eduard Grau la luz de Edward Hopper -el cuadro Gente al sol ya sirvió de inspiración en otra película de Almodóvar sobre la muerte, Hable con ella (2002)-. La habitación de al lado es una obra reposada y sin estridencias, de una belleza algo gélida, que permite a Almodóvar encontrar una extraña naturalidad -que no realismo- en los diálogos en inglés, la naturalidad escenificada del cine clásico estadounidense, ese que ha marcado siempre su cinefilia.