La cita de Einstein, que abre el libro de relatos por el que se ha otorgado a su autora, Cristina Fernández Cubas, el Premio Nacional de Narrativa , condensa en pocas palabras el contenido de los mismos: "La realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente".
El tema sueño-realidad ha sido motivo de preocupación desde siempre. Shakespeare lo llevó constantemente al teatro, aunque probablemente fuese Hamlet quien se erigiera como máximo representante de las consecuencias que acarrea la confusión entre verdad-ficción; lo pensado y lo vivido pueden jugar malas pasadas si nos ofuscamos con el poder de la mente, si nos centramos en el deseo y no percibimos lo que realmente tenemos para poder valorarlo en su justa medida, para cambiar lo que no nos convence con mucha fuerza de voluntad. Si no conseguimos separar "lo que me gustaría" de "lo que es" podemos vivir en la melancolía de "que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son", de Calderón, o torturarnos constantemente con el "ser o no ser" shakesperiano.
Está claro que para llegar a estos extremos hemos de tener una mente distorsionadora, que siempre o a intervalos sea capaz de fabricar una realidad a nuestro gusto; lo malo es que esta realidad no nos envuelve de forma constante sino a ratos para, con despótica crueldad, presentarnos en ocasiones aquello que odiamos e intentamos evitar. Creo que esto podría resumir el libro de relatos
De esta forma, el pesimismo, la crueldad, la angustia que va quedando como poso de las lecturas se transforma en optimismo al final, con los Wasi-Wano, aun a costa de que sea el cuento menos impactante o inquietante de los seis.
Los personajes femeninos están en continuo enfrentamiento para conseguir un efecto turbador en el lector.
La vejez frente a la juventud se convierte en algo amenazante en Hablar con viejas. El problema de Interno con figura está en el enfrentamiento de la autora, que aparece como protagonista ahora, ya de forma evidente, con ella misma al observar el cuadro Interno con figura, que alude asimismo a Nona.
El interés del lector se mantiene constante porque la narradora va generando suspense mediante frases lapidarias, de doble sentido, perfectas para despertar la curiosidad "Después de todo, tú eres la responsable de su existencia". Asimismo mediante la repetición, dirige la atención del lector hacia donde le interesa para que la sorpresa sea más impactante "Nooonaaa, Nooonaaa, Nooonaaaa... Siempre el mismo. Nona".
El estilo directo y el uso del condicional marcan el ahora y van poniendo en situación al lector que, en ocasiones, se entera de lo que va a ocurrir antes de que suceda, pero sobre todo, describen el pensamiento caótico de la protagonista cuando los diálogos tienen lugar en su mente, que se desdobla en dos personalidades "¿y me lo sueltas así, de un día para otro, después de dos años sin vernos? ella, enseguida le tendería papel y pluma. "Es sólo un préstamo"". El estilo indirecto libre contribuye, por supuesto con el monólogo interior, a retratar a la protagonista. "Mañana, antes de que la sacaran de casa, ella pagaría. Y no se trataría de un robo. Sólo de un préstamo".
Las metáforas animalizadoras ayudan a idealizar la realidad "Tenía un cuello de toro, que curiosamente arqueaba como un flexo". La función expresiva es evidente, sobre todo, en los retratos de los personajes, detallados en extremo pero con expresiones valorativas que los colocan en el plano literario, aunque pretenda una verosimilitud mediante la metaliteratura "Es más, probablemente está tan asustada, que sin dejar de sujetar con fuerza el fardo, ha cerrado los ojos [...] Me recuerda a un personaje de cuento que escribí hace poco y al que llamé Nona".
Al terminar La habitación de Nona he llegado a la conclusión de que, cada vez más, me apasiona el cuento. Con éstos no sólo he disfrutado con su lectura sino que he profundizado, releído, investigado sobre hechos o datos que me parecían inquietantes; en definitiva, he aprovechado la sorpresa que supone ir sorprendiéndome a cada página.