Y no sólo para sacar a relucir las promesas incumplidas, sino también para mostrar los cambios de posición de unos representantes que, al igual que el resto de la sociedad, tiene unos principios similares a los de Groucho Marx, intercambiables e, incluso, prescindibles, según las circunstancias.
En esta tarea fundamental debemos estar los medios de comunicación. Y la mejor herramienta para ello es la hemeroteca, un arma de doble filo que puede hacer mucho daño. Es por esta razón por la que muchos no la desenfundan, pues las víctimas podrían ser muchas y, en muchos casos, no interesa. Sin embargo, no habría que resignarse a ejercer esa tarea de contrapoder en uno de los momentos más delicados para un periodismo, cuyos males no provienen sólo de los velocísimos cambios tecnológicos, sino de su excesiva benevolencia con los poderes económicos y políticos.