La herencia de Eszter - Sándor Márai

Publicado el 14 octubre 2015 por Rusta @RustaDevoradora

Edición:Salamandra, 2015 (trad. Judit Xantus Szarvas)Páginas:154ISBN:9788498386813Precio:12 € (e-book: 5,99 €)
Los reencuentros son más apasionantes y más misteriosos que los primeros encuentros. Yo lo sé desde hace mucho tiempo. Ver de nuevo a alguien a quien hemos amado… ¿no es como volver al escenario del crimen, atraídos por una necesidad ineludible, como afirman las novelas de detectives? Pág. 134.

Eszter, una mujer soltera de mediana edad, vive con modestia en la casa que heredó de su padre. Solo le hace compañía una pariente anciana que lo sabe todo de la familia; aunque de vez en cuando recibe la visita de su hermano o de algunos amigos que en su momento fueron pretendientes suyos. Hubo un tiempo en el que su vida fue espléndida, pero alguien se lo arrebató todo: Lajos, un embaucador seductor que consigue que todos caigan en sus redes. Ezster lleva décadas sin saber nada de él cuando de pronto Lajos le envía un telegrama para anunciarle su inminente llegada (junto a una particular comitiva). Ezster comparte la noticia con los suyos y todos se previenen: no permitirán, bajo ningún concepto, que Lajos vuelva a aprovecharse de ellos. Sin embargo, no está en sus manos evitarlo, ya que, como bien sabe la protagonista, el peligro que encarna su viejo amigo también puede suscitar una poderosa atracción, sobre todo para alguien anclado a una existencia gris que necesita una chispa que le dé intensidad a su vida («Sé que estamos atados a nuestros enemigos, y que ellos tampoco pueden escapar de nosotros», pág. 8).Este es, a grandes rasgos, el argumento de La herencia de Ezster (1939), del húngaro Sándor Márai (1900-1989), una novela de factura clásica escrita tres años antes que El último encuentro (1942), la obra que lo dio a conocer al público español en los años noventa. No es casualidad que los dos títulos formen parte de la misma etapa, ya que los paralelismos entre ambos resultan más que evidentes. Para empezar, la trama gira en torno a un reencuentro con alguien que, tiempo atrás, en su juventud, hizo daño al protagonista, un protagonista que desde entonces ha vivido en soledad, renunciando a la diversión y sin voluntad de rehacer su vida, con la única compañía de una anciana muy lúcida (que incluso tienen nombres parecidos: Nunu, la familiar de Ezster, y Nini, el ama de llaves de El último encuentro). Las cuentas pendientes, no obstante, se resuelven de una forma un tanto «peculiar» durante el reencuentro, o quizá sería mejor decir que no se resuelven, porque los personajes, de algún modo, se resignan a su suerte. En segundo lugar, lo que ocurrió entre el protagonista y su invitado se relaciona con una pasión secreta y una traición («Los amores sin esperanza no terminan nunca», pág. 33), al más puro estilo del misterio gótico.Los puntos en común van más allá de la trama: Márai, un autor heredero de la tradición decimonónica en una época en la que otros ya habían cultivado las técnicas renovadoras del modernismo, también expresa esa nostalgia por el pasado en su obra. Tanto Eszter como el general de El último encuentro están anclados a otro tiempo, el de la grandeza del Imperio austrohúngaro, y la caída de este coincide con su declive personal («Me puse mi vestido color violeta. Fue como si me pusiera uno de mis antiguos disfraces, mi disfraz para la vida», pág. 57). Por otro lado, la estructura episódica de ambos libros es muy similar: comienzan con el anuncio de la visita, a continuación se recuerda el pasado de los personajes para poner al lector en situación (en ambas historias, además, esta parte relata una amistad entre hombres jóvenes: el general y su amigo Konrád, Lajos y el hermano de Eszter) y, por fin, se produce el reencuentro, un reencuentro que siempre consiste en una conversación que se asemeja más a un monólogo (de hecho, aunque La herencia de Eszter está narrada en primera persona y El último encuentro no, en la práctica ambos destacan por el discurso de su protagonista). La anciana aparece justo al principio y al final de la novela, como la fiel compañera que devuelve a su señor a la normalidad tras la agitación de la charla.Este desarrollo está concebido para mantener la intriga por lo que ocurrirá durante el encuentro; la tensión va in crescendo y alcanza su punto álgido cuando se produce o se desvela lo esperado. Los capítulos tienen los pasos e intervenciones tan marcados que parecen los actos de una obra de teatro —Márai también fue un prolífico dramaturgo—. Esta construcción, si bien demuestra la maestría del autor en este género, a la vez lo encasilla en el terreno del divertimento, de las novelas lineales cuyo leitmotivse centra en la intriga en sí y no tanto en un análisis de los personajes o la sociedad que enriquezca la perspectiva del lector. Los personajes, principales y secundarios, se definen por un determinismo que les impide evolucionar; son planos, fáciles de olvidar en cuanto se termina la lectura. En La herencia de Eszter, por otra parte, aún se nota más que el grueso se sostiene sobre la intriga: todo el interés recae en el juego de Lajos, en saber si será capaz de volver a aprovecharse de Eszter. No es un misterio tan diferente de los dedicados a averiguar el culpable de un asesinato, a pesar de que la elegante y precisa prosa de Márai le dé un aparente toque de distinción.

Sándor Márai

También (es justo reconocerlo) se plantea, ni que sea de forma vaga, una reflexión sobre los sentimientos contradictorios que Lajos suscita en Eszter: una mezcla de rechazo, por lo que le quitó, y de atracción, porque el peligro le aporta adrenalina y porque Lajos fue su gran amor; una combinación explosiva de emociones («Después de que él desapareciera, me di cuenta de que no quedaba nada en su lugar: tuve que admitir que ese peligro había sido el único y verdadero sentido de mi vida»,pág. 49). Con todo, estas ideas, de igual modo que las relativas a la amistad entre los hombres de El último encuentro, adolecen de superficialidad, de cierta repetición de esquemas ya conocidos, lo que impide calificar la ficción del autor húngaro —sus obras autobiográficas y diarios se excluyen de forma deliberada— de gran literatura. En cualquier caso, puede considerarse un valor seguro como divertimento digno, como obra bien hecha que se lee con avidez. Al fin y al cabo, uno no siempre busca la máxima exigencia.Fotogramas de la película de 2008 basada en el libro y dirigida por József Sipos.