NOA ALARCÓN
Somos lo que nos han dejado en herencia nuestros padres. El individualismo que nos impera, que promulga que no dependemos de nada y que nada depende de nosotros, y que tenemos derecho a escoger de entre todas las oportunidades existentes para hacer lo que queramos con nuestros días, es una falacia. No tiene nada que ver con el libre albedrío; no es más que una pataleta.
La vida de los hijos queda irremediablemente ligada no sólo a la educación y a la convivencia que tuvieron con sus padres, sino a los anhelos y esperanzas ocultas de sus progenitores. Cuántos de nosotros hemos escuchado o conocido a alguien que estudió lo mismo que su padre, o lo que a su madre le hacía ilusión, sin ganas y sin entusiasmo, y al preguntarle nos dice que aunque nadie se lo dijo sabía que era lo que se esperaba de él.
Puede leer aquí el artículo completo de esta escritora y filóloga, de fe evangélica, titulado La herencia invisible de padres e hijos