«La hija», de Pauline Delabroy-Allard

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«Me reconozco. Sí, soy yo. mi fecha de nacimiento. Mi estatura. Mi nombre, Pauline. Y los demás nombres. Jeanne, Jérôme, Ysé. Y ¿Quiénes son esos otros nombres?…»

Reseña escrita por Maudy Ventosa.

La escritora PAULINE DELABROY-ALLARD, que ha comenzado a ser considerada la heredera de Marguerite Duras, Patrick Modiano y Annie Ernaux, publica en Editorial Lumen, su segunda novela, La hija. Para muchos, una deslumbrante indagación sobre la vida y la literatura. Una mujer en busca de su identidad escarbando en sus múltiples identidades.

¿Autobiografía o ficción? Es posible que la vida real supere en muchos momentos todo lo que la imaginación puede crear de manera surrealista. Tal vez es porque, como manifiesta la autora, la vida es teatro.

Pauline es la protagonista de La hija; escrita en primera persona, es una joven que, con más de treinta años, no ha tenido nunca carnet de identidad. Al solicitarlo, se da cuenta de que tiene tres nombres más y comienza a preguntarse por qué le pusieron esos apelativos. Ha nacido en una familia en la que no se habla del pasado; será ella misma la que tenga que obtener respuestas, o inventarlas. Mientras una nueva vida crece en su vientre, ese documento será el que le permita no huir, sino anclarse bien, implantarse, encarnarse en ese territorio que es el suyo. Antes de parir una nueva identidad, tendrá que conocer la suya.

¿Qué pasó con las mujeres de su familia? ¿Por qué no había fotos de ellas? La madre de su abuela se llamaba Jeanne, pero apenas la conoció y en la fotografía que le enseña parece salida de una nube cuando cruza la mirada con la suya, penetrante, en un marco dorado. Es complicado hacer preguntas cuando había aprendido a no hacerlas.

Su bebé llega al mundo a las doce de la noche en punto, descontento, casi enfadado. Un día en que París se ha callado. Un día en que la nieve lo ha cubierto todo. Un día blanco, enteramente blanco. Su mente está también en blanco y olvida el nombre que ha puesto a su hija, y cuenta en su cabeza todas las mujeres que hubo antes de su hija: su bisabuela, su abuela, su madre, su hermana y ella. Estirpe de mujeres que vienen de Jeanne. ¿Pero era realmente Jeanne la de la foto? ¿Abandono a su esposo e hijos a causa del marido violento? ¿Tal vez murió sola y ya nadie se acuerda de ella? Han pasado dos generaciones y no saben ni están seguros de cuál era su nombre. ¿Quién está encerrada en ese marco dorado? Todos los caminos la llevan a ella.

Mis manos escriben…()… Me gustaría tener manos sólidas, francas, manos que no permitan que les cuenten cuentos…()… Me gustaría tener manos que remontaran en el tiempo, manos que encendieran hogueras para bailar alrededor, para escuchar historias con los ojos brillando en la oscuridad… manos que acariciaran, que tranquilizaran a los niños… Escribo para cerrar los ojos de quienes mueren. Siente la escritura como una necesidad para dar envergadura a su existencia, porque si pasan los días, también va pasando la vida. Siempre ha escrito porque la escritura es su defensa contra el dolor, pero, sobre todo, para encontrar su camino en este bosque que es su existencia.

Jeanne es su fantasma. La loca que abandonó a sus hijos. Ella también es una tipa rara, o ¿lo son todas las mujeres? Su nuevo estado de madre no le dice nada en absoluto, porque tal vez, solo sea un eslabón en la cadena de reproducción.

Tampoco sabe nada de su madre antes de que ella naciera; no obstante, también en el carnet de Pauline aparece el nombre de Jérôme. El velo de silencio ha cubierto siempre su vida; ahora también está el fantasma de ese hombre del que no tiene datos. En su casa no hay aparador para que descansen las fotografías. Han crecido sin ellas porque son una familia en blanco. Se da cuenta de que nada cambiará en su vida presente, aunque llegue a conocer el pasado de sus padres, pero si se te pegan las imágenes, es imposible no convivir con estos fantasmas del pasado. Necesita respuestas porque el espacio en blanco que tuvo cuando nació su bebé comienza a hacerse cada vez más grande, la atrapa, y amenaza con devorarla porque no es capaz de sobreponerse. 

La investigación se convierte en obsesión y comienza el viaje a Túnez en busca de Jérôme, de la historia de su madre. En definitiva, de ella misma. ¿Es Pauline, Jeanne, Jérôme o Ysé? Quiere mirarse en el espejo antes de desaparecer.

La realidad se une con la ficción de manera cautivadora
e inquietante en esta novela íntima y conmovedora.

PERSONAJES:

  • Pauline y todos sus nombres…

Lee y disfruta de un fragmento de la novela.

La autora:
Pauline Delabroy-Allard (1988) es profesora. Madre soltera a los veintidós años, viajó de Francia a Kazajistán y ha trabajado de librera y taquillera. Escribe para En attendant Nadeau, una revista literaria online. El día que cumplió treinta años envió el manuscrito de Voy a hablar de Sarah (Lumen, 2019) a muchas editoriales francesas y fue Minuit, la mítica editorial de Marguerite Duras (con la que se compara a la autora), la que la adquirió. La novela se convirtió en la favorita de la crítica y los lectores, fue finalista del Premio Goncourt, obtuvo el Premio de los Libreros de Nancy-Le Point, el Premio Envoyé par la Poste, el Premio Roman des Étudiants France Culture-Télérama y el Prix du Style, y se ha publicado en doce países. La hija (Lumen, 2023) es su segunda novela.

El libro:
La hija (título original: Qui sait, 2023) ha sido publicado por la Editorial Lumen en su Colección Narrativa. Traducción de María Lidia Vázquez Jiménez. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 224 páginas.

Como complemento pongo un vídeo en el que Pauline Delabroy-Allard habla de su novela “Qui sait”.


Para saber más:
https://www.facebook.com/pauline.delabroyallard