En su año al mando de Caballo de Troya, el sello de Penguin Random House dedicado a los nuevos talentos de la narrativa española, Lara Moreno tuvo el acierto de apostar por La hija del comunista(2017), la primera novela de Aroa Moreno Durán (Madrid, 1981), una autora que había publicado dos poemarios y biografías de Frida Kahlo y Federico García Lorca. El libro narra la historia de Katia, la hija mayor de un matrimonio de republicanos españoles exiliados en Berlín Este. La niña, y luego joven, está marcada por partida doble por el contexto sociopolítico: por un lado, sus padres huyeron de la guerra civil, por lo que Katia desconoce sus orígenes y a su alrededor se hace notar su condición de extranjera; por otro, ella crece en la República Democrática de Alemania, un régimen totalitario en el que sus habitantes distan mucho de sentirse libres, lo que impulsa a algunos de ellos a escapar al otro lado del Muro con la esperanza de encontrar otra oportunidad. Con una estructura que salta varios años de un capítulo a otro, la autora recorre la segunda mitad del siglo XX, desde la posguerra hasta la caída del Muro de Berlín, siguiendo la peripecia individual de la protagonista.Este es un libro breve, pero concentrado, con múltiples capas. Tiene su vertiente intimista, en las andanzas de Katia, que cuenta sus vivencias en primera persona. Su evolución muestra el paso de la niñez a la adolescencia, de la juventud a la vida adulta, con lo que conllevan: los amigos, el primer amor, la universidad, la relación estable, la búsqueda de independencia. Más allá de Katia, la novela recrea la influencia de las circunstancias políticas en el día a día de la protagonista, desde la escena en la que, siendo una niña, cruza al otro lado para recoger una carta enviada desde España, al momento en el que ella misma, convertida en una joven, decide huir. La clandestinidad, el miedo, la sospecha. La autora plasma la atmósfera tensa del régimen comunista y elige con inteligencia los episodios exactos para integrar el proceso histórico, con sus consiguientes transformaciones, en las experiencias particulares de Katia. En este sentido, puede ser un buen libro para comentar en clubes de lectura y en institutos, ya que, además de calidad literaria, posee un revestimiento social digno de analizar a fondo. La sutileza del estilo y las elisiones, tanto en el paso del tiempo como en las frases que terminan de manera abrupta (o que no terminan, según se mire), resultan fundamentales.La novela plantea un paralelismo entre generaciones: primero los padres huyeron de España, luego la hija hizo lo propio en la RDA. Este periodo del siglo XX va unido al desarraigo, a la separación de seres queridos. Unos y otros se marchan con el fin de mejorar sus condiciones de vida, pero su odisea no acaba cuando se instalan en el otro lugar, sino que surgen otros conflictos: la distancia, la pérdida del idioma, las costumbres, la discriminación. En ambos casos se abandona el hogar por causas superiores a su voluntad; la decisión implica renuncia, sacrificio. La autora capta a la perfección esas ataduras de la protagonista: del conocimiento impreciso del pasado de sus padres a las dudas sobre su propio futuro, de la dependencia paterna a la dependencia de la familia política. Katia trata de construir una nueva identidad en medio de presiones y remordimientos, la carcome la desconfianza, la sensación de que nunca se sentirá satisfecha, de que sus raíces la persiguen. El libro se cierra con un final coherente con el curso de los acontecimientos, que cierra el círculo.
Aroa Moreno
La hija del comunista recibió el Premio Ojo Crítico de Narrativa. Los premios no inspiran el mismo respeto que antaño, cierto, pero merece la pena mencionar que este galardón ha distinguido a escritores que con el tiempo se han consolidado, como Marta Sanz, Pilar Adón, Juan Gómez Bárcena o Sara Mesa. El reconocimiento a Aroa Moreno es bien merecido: su ópera prima da un soplo de aire fresco a la narrativa española, por el marco histórico, tan atípico en las ficciones patrias, pero también por su estilo, de una contención y una precisión poco habituales en esta lengua propensa al exceso. El libro tiene las palabras justas para mantener la tensión de principio a fin y mostrar la evolución de la protagonista, una protagonista con muchos frentes abiertos que la autora condensa con maestría. Una muy buena primera novela, en definitiva.