Pei Xing
Nie Yinniang era hija de Nie Feng, general de Weibo en épocas del período Zhen Yuan (785-805). Cuando tenía diez años, llegó una monja a pedir limosna a la casa de su padre y, al caerle en gracia, pidió permiso para tomarla como discípula.El general Nie montó en cólera y comenzó a vociferar.Pero la monja le dijo:- Aunque la encerréis en una caja de hierro, me la llevaré.Aquella noche, créase o no, Yinniang desapareció. Desesperado, su padre ordenó que se la buscase por todas partes, pero nadie halló ningún rastro. En lo sucesivo, cada vez que la recordaban sus padres, se miraban el uno al otro y derramaban lágrimas.Cinco años después, la monja devolvió a Yinniang y dijo al general:- Ahora que ya está instruida, podéis recuperarla -diciendo esto, desapareció.Toda la familia lloraba de alegría y preguntaba a la joven lo que había aprendido.- Al comienzo, simplemente leía los sutras y los cantos mágicos -dijo ella-; eso era todo.El general se negaba a creerlo y exigía la verdad.- Si os digo la verdad, no me creeréis -advirtió la joven.- No importa. Os escucho -replicó él.Ella comenzó:«- Después de que la monja me hubiese llevado, viajamos no sé cuantos lis. Por la mañana llegamos a una cueva de unos siete pasos de ancho. Allí no vivía nadie, pero había muchos monjes en las cercanías y el lugar estaba sembrado de pinos y enredaderas. También había dos niñas de unos diez años, hermosas e inteligentes, No comían nada, pero podían saltar sin descanso por los escarpados riscos, tan ágiles como los monos cuando saltan por los árboles. La monja me entregó una píldora y una espada de dos pies de largo con una hoja tan fina que podía partir un cabello en dos. Me ordenó que imitase a las niñas y pronto me sentí tan ligera como el aire. Al año podía cazar monos y no se me escapaba uno en un centenar. Después cazaba tigres y leopardos y volvía con sus cabezas. Tres años después, ya podía ir detrás de las águilas sin que se me escapase ninguna. Poco a poco, el filo de la hoja se había reducido a cinco pulgadas y las aves a las que perseguía ni se apercibían de mi presencia. Al cuarto año, la monja dejó a las niñas a cargo de la cueva y me llevó a una ciudad. No sé qué ciudad sería aquella. Allí me señaló un hombre y enumerando sus crímenes, dijo:»- Ahora ve y córtale la cabeza sin que nadie se entere. Sé valiente, que eso es tan fácil como cazar pájaros.»- Me entregó un puñal con empuñadura de cuerno de tres pulgadas de largo para poder matar a los hombres en la calle a la luz del día sin ser vista. Acostumbraba a poner todas esas cabezas en un bolso y luego en la cueva las convertía en agua mediante una pócima. Al quinto año, la monja me dijo que cierto alto funcionario era culpable de haber asesinado a varios inocentes. Me llevó una noche a su casa para cortarle el cuello, tomé mi puñal y fuimos allí. Arrastrándome a través de una abertura en la puerta, entré sin problemas y me escondí en una viga. Sin embargo, al llegar esa noche con la cabeza, la monja estaba furiosa.»- ¿Por qué te has demorado tanto? -preguntó.»Le dije que había dudado mucho en matarlo porque lo había visto jugando con un niño pequeño y hermoso.»La monja me ordenó:»- La próxima vez que suceda algo así, mata primero al ser que ama y luego lo decapitas a él.«Después de disculparme, me dijo:»- Te abriré la nuca para guardar allí el puñal, pero no temas, no te dolerá. Lo puedes sacar cada vez que lo necesites.»Después añadió:»- Ahora que ya eres experta en este arte, puedes volver a tu hogar.»Al salir me dijo:»- Volveremos a encontrarnos de aquí a veinte años.»Este relato heló el corazón del general.Después de esto, Yinniang desaparecía cada noche para no regresar hasta la mañana. Su padre, que no se atrevía a preguntar dónde había estado, ya no podía quererla como antes.Un día, un joven limpiador de espejos llegó a su puerta.- Este hombre será mi futuro esposo -dijo Yinniang.Cuando se lo dijo a su padre, éste no osó negarse y se celebró el casamiento. Como su marido sólo valía para lustrar espejos, el general se encargó de proveerles de comida y vivienda, alojándoles en una casa aparte.Unos pocos años más tarde, murió el padre de Yinniang y el gobernador militar de Weibo, que había oído algo de sus extrañas habilidades, le asignó una paga y la nombró oficial ayudante. Así pasaron varios años.Durante el período Yuan He (806-21), el gobernador militar de Weibo riñó con Liu Chengyi, el gobernador militar de Chenxu, y envió a Yinniang a Chenxu a que le trajese su cabeza. Sin embargo, el gobernador Liu era también adivino y, al saber lo que estaba ocurriendo, ordenó a un oficial que esperase el próximo día, al norte de la ciudad, la llegada de un hombre y una mujer que llegarían en sendos asnos, uno blanco y el otro negro. Una cotorra comenzaría a hablar frente a ellos y entonces el hombre dispararía al ave con su catapulta, pero fallaría. Después, la mujer se apoderaría de la catapulta y mataría al ave de un solo disparo. Entonces el oficial debería inclinarse ante ellos e informarles de que había sido enviado por el gobernador y de que éste deseaba verlos.El oficial, haciendo todo lo que se le había encomendado, se encontró con Yinniang y su marido.- El gobernador Liu debe tener poderes mágicos -se dijeron-. De otra manera, ¿cómo podía saber de nuestra llegada? Nos gustaría conocerlo.El gobernador Liu les dio la bienvenida y ambos hicieron los saludos de rigor.- Merecemos mil muertes por haber querido perjudicaros -dijeron.- De ninguna manera -replicó Liu-. Es natural que los hombres sirvan a sus amos, pero este distrito es tan bueno como el vuestro. Espero que vivan aquí sin preocupaciones.Yinniang se lo agradeció y dijo:- Ya que no tenéis ayudantes, no nos disgustaría venir a vivir aquí. Estamos asombrados ante vuestra divina sabiduría.Ella sabía que el gobernador de Weibo no era su igual. Cuando Liu preguntó sobre cuánto pensaban que sería la paga adecuada, ella dijo:- Dos mil monedas por día será suficiente -el gobernador estuvo de acuerdo.Los dos asnos desaparecieron y aunque Liu ordenó buscarlos, no pudieron encontrarlos. Más tarde se descubrió un bolso de tela con dos asnos de papel dentro. Uno era blanco y el otro negro.Cuando había pasado más de un mes, Yinniang informó a Liu:- Como el gobernador de Weibo no sabe cuál es la razón de vuestra permanencia aquí, puede enviar a algún otro. Esta noche colocaré bajo su almohada un mechón de mis cabellos dentro de un pañuelo rojo y lo ataré. Así sabrá que he decidido no regresar -Liu dio su consentimiento.A las cuatro, Yinniang regresó y dijo:- Se lo he hecho saber. Aun así, de aquí a dos noches él enviará a un espíritu a matarme y a cortaros la cabeza. Haré lo que pueda para eliminarlo. No os preocupéis.Como Liu era valiente y generoso, no mostró temor alguno. Esa noche se encendieron luces y después de medianoche Liu vio dos banderines, uno rojo y otro blanco, que aleteaban en el aire y luchaban en derredor de su cama. Después de un rato, un hombre decapitado cayó al suelo y Yinniang, apareciendo en ese momento, anunció:- El espíritu está muerto.Arrastró el cadáver fuera de la habitación y usó su pócima para convertirlo en agua sin dejar ni el rastro de un cabello indemne.Más tarde, le dijo a Liu:- De aquí a tres noches enviarán otro espíritu, el joven vacío de dedos mágicos. Este espíritu tiene poderes milagrosos. Ningún hombre ni espíritu puede seguir su rastro porque se desvanece en el aire sin forma ni sombra. Mis artes no pueden contra esto, así que deberemos confiar en vuestra buena fortuna. Proteged vuestro cuello con jade de Jotán y abrigaos bien en el lecho. Me convertiré en insecto y lo esperaré escondida en vuestro propio cuerpo. Es nuestra única esperanza.Liu hizo todo lo que se le decía.Aquel día, a medianoche, apenas había dormitado un poco cuando sintió que algo chocaba bruscamente contra su cuello. En seguida Yinniang saltó de su boca y le felicitó diciendo:- Han acabado vuestras preocupaciones. Este tipo es como un halcón certero. Si falla en atrapar a su presa, se retira tan avergonzado que ya no regresa. En un par de horas estará muy lejos de aquí.Al examinar el jade, Liu encontró una profunda cuchillada en él. Después de este suceso, tuvo a Yinniang en mucha mayor estima.El año octavo del período Yuan He (814), Liu dejó su puesto para regresar a la corte, pero Yinniang prefirió no acompañarlo.- Vagaré por montañas y ríos para encontrar hombres excepcionales -dijo ella-, pero, ¿puedo pediros una pensión para mi marido?Después de que Liu hubiera accedido a esto, Yinniang desapareció sin dejar rastro.Al morir Liu en su puesto, Yinniang llegó a la capital en su asno para rendirle homenaje ante su féretro.En el período Kai Cheng (836-41), Zong, hijo de Liu, fue nombrado prefecto de Lingzhou y en su camino, atravesando las montañas hacia Chengdu, encontró a Yinniang tal cual era en los viejos tiempos, cabalgando en su asno blanco. Aunque se alegró de verlo, ella le hizo esta advertencia:- Una gran calamidad os aguarda si permanecéis aquí -inmediatamente fabricó una píldora y le dijo que la tragara, diciendo-: Vuestra única esperanza está en que dejéis vuestro puesto el año próximo y regreséis a Luoyang. Esta pócima no puede protegeros más de un año.No convencido del todo, Zong le ofreció sedas, pero ella no aceptó el presente. Después de beber abundantemente en su compañía, ella partió. Al año siguiente Zong no había renunciado a su puesto y pronto encontró la muerte en Lingzhou.En cuanto a Yinniang, de ella nunca más se supo.