¿Es posible resolver un misterio quinientos años después de sucedido y desde la cama de un hospital? A grandes rasgos, ésta es la trama de esta novela escrita en 1951. El inspector Alan Grant, que está postrado en un hospital londinense después de un accidente, se ha cansado de mirar el techo de su habitación y le pide a una amiga que le traiga retratos de gente diversa. Siempre ha sido aficionado a las caras y una de sus aficiones es adivinar el carácter de una persona por su aspecto. Así se encuentra con el retrato de Ricardo III, rey de Inglaterra desde 1483 a 1485. Entre las enfermeras del hospital y sus conocidos le cuentan la historia de este rey, el último Plantagenet.
Ricardo III en el imaginario popular británico (sobre todo gracias a Shakespeare y su obra homónima) es como el malo malísimo de todo cuento con moraleja. Cojo, jorobado, mezquino, malvado y que no duda en matar a quien se le ponga por delante con tal de llegar al trono. Entre los crímenes que se le atribuyen están los de matar a su hermano, envenenar a su propia esposa y ordenar el asesinato de sus dos sobrinos pequeños (los llamados Príncipes de la Torre).
Pero, ¿realmente era tan malo Ricardo III? El inspector Alan Grant comienza a indagar sobre los hechos históricos de la vida del monarca y descubre que no todo lo que ha llegado a nosotros es cierto. Toda la farsa comienza con los Tudor, dinastía que comenzó cuando Enrique VII venció a Ricardo en Bosworth y reclamó el trono de Inglaterra. Su linaje real era bastante dudoso y qué mejor manera de justificar su usurpación que pintar a su antecesor en el trono como un hombre cruel y sin escrúpulos, como un asesino despiadado.
Si a lo largo de la historia de la humanidad se han cometido injusticias históricas, sin duda una de ellas es con Ricardo III. La historia la escriben los vencedores, y durante siglos perduran relatos e informaciones erróneas acerca de personajes y acontecimientos históricos. Como en todo en esta vida, ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos.
La mayor controversia acerca de Ricardo III viene al hablar de lo que ocurrió con los Príncipes de la Torre. Quizá la respuesta que da este libro no es la más acertada, ya que desde su publicación se ha avanzado un poco en ese tema (a pesar de que aún no se sabe quién los mató, ni siquiera si alguien los mató o simplemente desaparecieron), pero, en general, la defensa que hace del rey está documentada. Quizá el único detalle que eché de menos en la edición española es una imagen del retrato en cuestión, ya que la novela comienza en torno a ese cuadro que, por cierto, también fue manipulado por los Tudor (ay, mis amigos los Tudor, qué cabroncetes…).
Después de mis últimas lecturas me he vuelto Yorkista y Ricardista (Richardian en inglés), así que he disfrutado este libro enormemente. Curiosamente, en el año 1990, La hija del tiempo fue elegida la mejor novela de misterio de la historia por la Asociación de Escritores de Novela Negra. Honestamente, no creo que sea así, pero sin duda es una novela muy interesante que demuestra la subjetividad de la historia y que intenta (aún 60 años después de su publicación) redescubrir la verdadera historia de Ricardo III, más allá de las leyendas Tudor.
Esta reseña es además, mi particular reivindicación sobre Ricardo III. Justo ahora, cuando hace tan sólo unos meses se encontraron sus restos debajo de un aparcamiento en Leicester, sin marcar y sin ataúd. Ahora se pelean los investigadores y los descendientes por decidir dónde enterrarlo de nuevo. Eso sí, esta vez tendrá una tumba donde podamos ir a visitarle todas aquellas personas que no creemos que fuera un santo, pero tampoco ese ogro que nos pintaban.
La verdad es la hija del tiempo.
PROVERBIO ANTIGUO
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Título: La hija del tiempo
Autor: Josephine Tey
Editorial: RBA
EAN: 9788490063330
Págs: 197