"Esta madrugada ha escarchado. Mientras el rocío se iba helando sobre los campos perfumados de purines, yo me revolvía una y otra vez en mi cama, que no dejaba de chirriar. Esta ridícula cama de muelles mía, estrecha y corta, en mi siempre oscura habitación del casco antiguo. Mi madre debe de haberme escuchado, tiene muy fino el oído, tiene muy ligero el sueño."
Esta vez el libro me llegó en forma de regalo, por sorpresa. No me había fijado demasiado en él y al verlo la cubierta me llamó la atención, la serenidad que hubiera podido transmitir esa imagen quedaba apagada en unos ojos cerrados, en un gesto casi de protección, como si esa mujer tuviera frío. Y lo empecé ese mismo día... Hoy traigo a mi estantería virtual, La hija extranjera
En este libro conocemos a su protagonista a través de sus propias palabras. Es ella quien nos relata su vida en un monólogo que comienza al terminar el bachillerato. Es una joven marroquí que ha llegado a un nuevo mundo al cambiar su país de residencia junto a su familia, ahora vive en una ciudad de Catalunya. Ahora estudia y vive una vida diferente, aunque en su casa, aún le parece seguir en su pueblo natal. Y ahora es momento de elegir, de avanzar a la vida adulta, casarse, estudiar.. es un momento importante, decisivo.
La hija extranjera es una novela de puntos de fricción. La protagonista, una joven integrada en la sociedad a la que se traslada, disfruta con la literatura y con su salida al mundo adulto. Y sin embargo tiene otra vida, una interior, en su casa, con su madre, que es muy diferente. Dos mundos cuyos grados de separación quedan perfectamente reresentados en el idioma materno y en esas palabras en las que la narradora pone todo su empeño por encontrar un equivalente en castellano sin lograrlo. Esa forma de nombrar a la tetera para el café o a un tipo determinado de pañuelo. Esa sensación de no estar donde se debe y no ser ella misma mientras busca su sitio. El libro comienza cuando mira un tren y habla de huir; pero se queda, decide incluso casarse sin saber que tal vez pueda estar cerrando una jaula. Lucha por fusionar ambos mundos, por creerse que así es su sitio. Y por llegar a conocerse para encontrarlo realmente.
En esta novela se refleja con gran nitidez cómo se siente una persona que, teniendo casa, no encuentra eso que denominamos hogar, en el que nos sentimos uno mismo. En el mundo que vive, se le pide que se case, que siga unas normas que son las costumbres tradicionales pasadas de generación en generación. Su madre la ata a ese mundo. La madre, esa gran protagonista que lucha porque su hija tenga más libertades y también soporta las miradas de su pueblo por lo que consideran rebeldías impropias. Y la hija, a la que todos miran. La hija llega a una sociedad cuya mirada se detiene en una nacionalidad o un pañuelo, una mirada dura que la ve capacitada para limpiar o cocinar... y en privado tiene otra que la juzga como rebelde por pensar por sí misma. Da voz de este modo a miles de personas que viven en esta situación, de inmersión a medias, juzgada por todos. Un tema complicado. Una crítica a ambas partes, a ambos mundos.
En doscientas páginas la autora ha sabido dar una voz solvente, que de forma pausada y reflexiva invita al lector a descubrir el interior de una realidad cercana. Nos presenta a una mujer que busca su sitio, a la que terminados admirando. Una mujer valiente y una relación madre e hija muy especial; porque también es una hermosa novela de amor entre ambas.
Y vosotros, ¿sois de los que os detenéis a observar las cubiertas de los libros?
Gracias