A lo largo del tiempo, he ido notando un fenómeno cada vez más chocante que no me gusta nada. ¿De qué hablo, hoy? De aquellas personas que tienen un empleo permanente gracias a un enchufe o algún chanchullo administrativo que también se oponen con gran violencia ideológica a que otros mejoren sus condiciones laborales de forma legítima. No, tranquilos, que hoy no hablaré del funcionario hipócrita Jesús Huerta de Soto o Gabriel Calzada, miembros del Instituto Juan de Mariana.
Hoy hablaré sobre el creciente tema de la sindicalización de estudiantes del Master en EEUU. Os debo explicar un poco el contexto porque puede que os pierda con los términos americanos:
“Tenured professor”: En EEUU, un profesor “tenured” es un profesor indefinido, con contrato fijo y permanente. El “catedrático” en España, de toda la vida. Ese es el equivalente allí.
“Adjunct Professor”: Son profesores “asociados” como se dice en España, pero no gozan de ningún tipo de protección laboral y normalmente los sueldos que cobran no les alcanza para mucho. En el caso de España, alcanzan bastante más dependiendo donde trabajes. Yo fui profesor asociado en ICADE – Madrid y la verdad es que no me puedo quejar del sueldo, aunque el contrato que tenía no era fijo. Y, de hecho, no necesitaron más mis servicios debido a los recortes internos y un decrecimiento generalizado de las matrículas, un fenómeno que se está dando en todo Occidente debido a varios factores, com el hecho de que ya no sale rentable necesariamente estudiar.
“Graduate Students”: Ya tienen su B.A. o B.S. (licenciaturas) y estudian el Master o Doctorado.
Pues bien, durante las últimas décadas, los catedráticos han ido delegando todas las funciones que les correspondía antiguamente a estos “graduate students”, conocidos internamente en nuestros campuses como “TAs” (teaching assistants). Son los que tienen que calificar ensayos o exámenes, ofrecer tutorías, y en general servir de secretarios para el profesor catedrático.
Muchas personas nos hemos quejado de esto porque en universidades famosas como Harvard, Princeton o Columbia, muchas veces pagábamos por clases que eran impartidas por estos “TAs”. No es que fueran “tontos”, pero obviamente uno siempre prefiere al profesor catedrático.
Cuando yo estuve en Columbia, empezó a generarse otro fenómeno sin precedentes: estos “TAs” querían sindicalizarse, porque alegaban que lo que hacían era “trabajo” y no “estudios” exclusivamente. En un principio, varios compañeros conservadores y yo pusimos el grito en el cielo, porque además estaban pidiendo sindicalizar a los “international students” (alumnos del Master pero de otros países y yo dije que en general el problema era que estaban con visado de estudiantes y eso podría generar un conflicto de interés administrativo, ya que carecen de permiso de trabajo que les permitiera sindicalizarse). Ya sabéis que soy absolutamente técnico con la ley, tan técnico que choca a muchas personas y he perdido varios amigos conservadores por ser tan estricto con la jurisprudencia y las leyes, porque a veces ellos han percibido que se ha “beneficiado” la “izquierda”.
Sin embargo, conforme han ido pasando los años, he visto como las instituciones nos han ido tomando el pelo de forma descarada. Quieren trabajadores, pero no quieren pagarles sueldos de trabajadores y prefieren llamarles “estudiantes en prácticas” y de esa forma escatimar en sus obligaciones de pago. Todo eso, sin beneficio alguno para el alumnado, porque se paga igual y se reciben clases de estos becarios poco cualificados para dar clases en condiciones: muchos no dominan bien el inglés ya que muchos becarios son chinos, árabes o europeos de países como España, Italia, Grecia y Francia (y ya sabemos el “gran nivel de inglés” que tienen esos países). Esto se da sobre todo en clases avanzadas de matemáticas, porque cada vez hay menos norteamericanos que estudien ingenierías o ciencias duras. La mayoría de los “cerebros” en EEUU no son de este país. Son extranjeros. EEUU ha sabido capitalizar ese tremendo potencial de otros países, pero la población interna es parecida a la española en el tema educativo: poco valor le dan a la educación de sus hijos. Quizá es más importante saber cómo va el partido antes que cómo van las notas en Cálculo.
Por eso ahora, debido a estas estafas tan descaradas, como liberal clásico no veo nada de malo en que los estudiantes pidan sindicalizar (unionize como dicen aquí).
Lo que llama la atención no es que los estudiantes quieran sindicalizarse, sino la reacción pasiva-agresiva de los profesores acomdados. En EEUU, al igual que ocurre en España, veo un conflicto serio entre gente de mediana edad, los “baby boomers”, todos acomodados, que vivieron la “dolce vita” de los 60 y 70, cuando había empleo para aburrir y se aferran como fieras a sus puestos de trabajo. Indirectamente, son también parte del problema por el cual hay tanto joven en el paro. Con este tipo de actitudes, demuestran que no les interesa el futuro del país.
A pesar de que las misivas enviadas por estos profesores están bastante curradas (se nota que le dedicaron horas para cuidar sus palabras) me siguen pareciendo una circular de alguna factoría esclavista tipo WalMart.
Esa homogenización y uniformidad que los profesores dicen temer si los estudiantes se “sindicalizan” ya se ve precisamente en su propia aversión ideológica.
Hoy daré un ejemplo concreto de algo que ocurrió hace poco.
Es bien conocido que en esta página web, casi todos hemos llegado al siguiente acuerdo, independientemente de las tendencias políticas: sean cuales sean nuestras ideas políticas sobre los sindicatos, un esquirol es despreciable y máxime si se trata de trabajos que implican a varias personas. Por mucho que tú te puedas creer “individual”, trabajas con otras personas y tus acciones afectan a los demás también. Eres libre de no participar en algo colectivo, pero luego no exijas que el grupo te respete.
Sí, así de claro lo digo. Tan extendida está esta idea, por cierto, que precisamente esa misma fue la justificación que esgrimieron desde el IInstituto Juan de Mariana cuando me expulsaron de sus filas. “Estaba en peligro la supervivencia del grupo”, dijo Juan Ramón Rallo, quedándose tan ancho y cerrando el hilo de comentarios ya que temía que otros liberales le cuestionaran esa actitud. Pero ya sabemos que para esos, el colectivismo es malo solo si les afecta a ellos negativamente, pero cuando tienen que defenderse, entonces son tan colectivistas como Lenin.
En esta web, no creo que exista un solo lector habitual que cuestione mi actitud en esto. Partiendo de esa premisa, os explico lo que pasó en un campus.
El día 20 de noviembre, cientos de estudiantes en Berkeley (California), ya sindicalizados por cierto, declararon una huelga de 24 horas para manifestarse contra las tácticas de intimidación empleadas por la universidad contra los que estuvieron en huelga la pasada primavera.
Un profesor de matemáticas escribió un email a sus “TAs” explicando por qué no iba a participar en la huelga. El correo se fue repartiendo entre decenas de personas.
El profesor se llama Alexander Coward. Al parecer, él también tenía motivos para manifestarse: contra aquella idea tan estúpida de que se trabaja con otras personas. Pueden leer su carta aquí.
Parte del texto, en inglés, dice así:
“Whatever the alleged injustices are that are being protested about tomorrow, it is clear that you are not responsible for those things, whatever they are, and I do not think you should be denied an education because of someone else’s fight that you are not responsible for.”
¿Y entonces qué responsabilidad tienen? Según Coward (por favor no te rías por su apellido “cobarde” ni lo que dice, porque va en serio)
You need to optimize your life for learning. You need to live and breath [sic] your education. You need to be *obsessed* [sic] with your education. Society is investing in you so that you can help solve the many challenges we are going to face in the coming decades, from profound technological challenges to helping people with the age old search for human happiness and meaning.
That is why I am not canceling class tomorrow. Your education is really really important, not just to you, but in a far broader and wider reaching way than I think any of you have yet to fully appreciate.
Al parecer, la educación no tiene nada que ver con pensar en tu futuro, ganar un sueldo que te permita comer y llegar a fin de mes, así como las condiciones laborales y la transparencia de las universiidades que cobran millones y miillones cada año de sus estudiantes a cambio de menos beneficio mientras pasa el tiempo. Es bueno saberlo y que el “responsable” y “sacrificado” Coward se lo recuerde a sus estudiantes.
Coward dice que “sois jóvenes”. Según su CV, él nació en 1982. ¿Quién demonios es él para adoptar una actitud tan condescendiente con los demás por motivos de edad?
Tengo otros ejemplos de correos escritos por otros profesores que se oponen a la sindicalización:
“First off, let me preface these remarks by saying that when I was in graduate school at Berkeley in the 1990s, I was very active in the graduate student unionization movement. I was shop steward for the political science department for several years and was very active in a three week campus wide teaching strike we held in the fall of 1992. It may also be worth mentioning that I come from a working class family (I was the first and only person in my family to go to college) and I grew up around a lot of issues of collective bargaining. So I’m highly sympathetic to issues of collective action.”
Esto ya está muy visto, señores. Es el clásico “vengo de una familia obrera y mi padre estaba en un sindicato y en realidad soy una suerte de Hugo Chávez en potencia.
El profesor continúa su diatriba:
“That said, I found your co-signed letter to be naive, unconvincing, and, quite frankly, kind of offensive. It is naive in that you seem to really think a union would not change relationships between graduate students and the faculty. I don’t know if either of you have ever been members of a union or worked in a unionized environment, but unions inevitably alter the relationships between union members and the people the interact with, be they management, clients, customers, or what not. The formalization of such relationships is, in fact, the central goal of a union. Thus, if you want a collectivized voice in these decisions, you will be unavoidably shaping your relationships to faculty members.”
En realidad, este es el clásico y autoritario “nosotros decidimos todo por estos lares, tú cállate”.
Pregúntale al profesor ese cuánto ganas como asistente y casi nunca lo saben.
Todo esto ya está muy visto. También el clásico: “Sois estudiantes, no trabajadores”.
Pero ahora viene el clímax. Fijaos en lo que dice el profesor:
“Every year there are hundreds of applicants for a very small number of slots to study here. You are very lucky to be here, just as I am very lucky to teach here. When you were admitted to the university, you were not hired. You were offered a spot as a student. The university owes you nothing beyond what it initially proposed and what you accepted. To call yourself an employee and complain about an absence of cost-of-living adjustments, health insurance, or the burdens of being a graduate student…sounds both presumptuous and petulant.”
Ya sabes — si exiges mejorar tus condiciones laborales, eres un privilegiado, y encima petulante.
Yo, sin embargo, soy un catedrático privilegiado en una universidad de lujo. Digo lo que ya han dicho todos los profesores privilegiados con el “tenure” en cualquier universidad de lujo: privilegios para mí, a la mierda con los demás.
¡Dios libre que pidas mejorar tus condiciones laborales!
¡Dios libre que exijas los mismos privilegios que tiene el catedrático enchufado por el sistema!
¡Yo sí puedo organizarme en un sindicato, pero no lo hagas tú que me irrita eso! ¡Me irrita que exijas llegar a fin de mes! ¿¿Cómo te atreves?? ¿No ves que no todos podemos ser catedráticos!??
Ahora más en serio, os recomiendo el genial artículo de Alexandre Alfonso, hablando sobre cómo estos profesores privilegiados se parecen a una mafia de drogas.
En resumen, señores: los “buenos” profesores, con contratos blindados y pensiones aseguradas, están diciéndolo a los demás, a sus estudiantes, que deben trabajar de gratis, después de sacrificar todas sus vidas a los bancos para pagar por una educación mediocre (en el mejor de los casos) mientras que el decano de esa universidad exige un sueldo que asciende a millones de dólares.
Eso no tiene nada de malo. Aquí somos capitalistas y no tengo ningún problema con sueldos altos en el ámbito privado.
Sí tengo un problema cuando una minoría de enchufados privilegiados le niega beneficios a un gran grupo de personas. Cuando veo estos atropellos, me dan ganas de vomitar.
Sí, vale, podéis llamarme “privilegiado” porque me preocupe por estas cosas, pero siempre lucharé contra un sistema que privilegia a estómagos agradecidos esclavos y castiga a mentes inquietas que cuestionan las cosas.
Pero vale, si no quieres leer todo, solo pido que te quedes con esto: El profesor Coward (Cobarde) ha intentado explicar que la resistencia es inútil, tal y como ha sido en su propia experiencia.
Como él se ha entregado a la idea de “es lo que hay”, tú también debes hacer lo mismo. O sea, que la esclavitud es libertad.
Pues no, no acepto eso, Profesor Coward.
Normalmente, la mayoría trabaja con otras personas y en el ámbito laboral, un esquirol es basura. Nadie respeta a un esquirol – ni los empresarios ni los trabajadores. Dáte tu lugar, idiota.
Yo soy de derechas, pero si estuviera trabajando con compañeros que necesitan mejorar sus condiciones laborales, jamás se me ocurriría perjudicarles. Al igual que “Teddy Roosevelt”, entendería sus problemas y me callaría la boca, participando en la huelga o no yendo al trabajo directamente.
Y si eres cristiano-protestante como yo, deberías entender los hechos históricos. En los 1800s, los protestantes en Nueva York salimos a protestar para mejorar las asquerosas condiciones en las que trabajaban los niños menores de edad en las factorías. También ahora queremos que Bill de Blasio, alcalde electo, prohíba el uso de caballos en el Central Park para satisfacer a los turistas. Lo consideramos crueldad contra los animales y nos enferma el estómago. Me pongo mal del estómago cuando veo como usan a los caballos para los turistas en una jungla de asfalto.
Los protestantes en Nueva York (lee nuestra historia, sobre todo la de los presbiterianos) siempre hemos luchado para mejorar las condiciones laborales de todos. Nunca podemos aceptar la esclavitud, la explotación, la ignorancia y el espíritu sumiso.
Hay que aplaudir a estos estudiantes que piden sindicalizarse y mejorar sus condiciones laborales.
Y, hay que condenar y destapar a los que pretenden aplastarles con argumentos absurdos, estúpidos e hipócritas.