La hispanofobia, en su versión moderna, nació, probablemente, en Italia, donde adquirió un aire intelectual que todavía conserva. Más tarde se convirtió en el eje central del nacionalismo luterano y de otras tendencias centrífugas que se manifestaron en los Países Bajos e Inglaterra.
Con su odio a la España de siempre y su obsesión por cambiarla, la izquierda española se ha unido a la hispanofobia y ha agravado el rechazo a la España tradicional y a sus costumbres, leyes y valores.
La izquierda, al odiar la religión cristiana y al asumir el marxismo, ha acelerado el anti españolismo y lo ha disparado hasta límites intolerables al promover la entrada en España de oleadas de inmigrantes ilegales, entre los que hay miles de delincuentes que llegan cargados de odio y con deseos de dinamitar la cultura española.
En América Latina, los gobiernos de izquierda han recurrido a la hispanofobia para ganar votos, conscientes de que el rechazo a España sigue vivo en las izquierdas y en las capas más incultas y permeables al veneno vertido por los demagogos.
Entre los demócratas del mundo que se sienten preocupados por el deterioro de la libertad y los derechos, el rechazo a España, que con Pedro Sánchez es el paradigma en Europa de la degeneración de la democracia y de la decadencia moral, también se ha disparado, con lo que la Hispanofobia se retroalimenta desde casi todos los ángulos imaginables.
El papel del expresidente Zapatero en Venezuela, donde ayuda al tirano Maduro, es un claro ejemplo de español que contribuye poderosamente a alimentar el odio a España.
Algunos explican la hispanofobia como consecuencia del inmenso poder que tuvo España en el pasado, cuando dominaba el mundo, y en decisiones y hazañas como haber expulsado a los judíos y haber derrotado a los musulmanes y comunistas. Otros creen que la principal causa fue que España expandió el catolicismo por toda América y otros países de África y Asia.
Aunque haya sido desmontada de manera científica y demostrado que sus principales rasgos son falsos y que multitud de verdades han sido ocultadas por los anglosajones, que han reescrito la Historia de España llenándola de injurias y mentiras, la Leyenda Negra y mala fama de España en muchos lugares del mundo y en grandes espacios culturales siguen presentes.
Está probado que los ingleses y norteamericanos se atribuyeron inventos y descubrimientos que fueron españoles y que grandes hechos históricos fueron ocultados o cambiados de manera grosera. ¿Quién sabe, por ejemplo, que la conquista del Oeste norteamericano fue, en realidad, una lucha de protestantes cargados de crueldad asesina contra indios que hablaban español y estaban bautizados como cristianos porque habían mantenido grandes lazos con los conquistadores españoles?
Hay islas que fueron descubiertas por españoles y que los ingleses y holandeses dijeron que habían sido descubiertas por ellos mismo.
La Leyenda Negra fue tejida por les enemigos de España en el extranjero, pero fue afianzada y expandida por los enemigos interiores de España, sobre todo por catalanes y vascos.
España entera, con su cobardía e imbecilidad, afianzó y grabó a fuego en la cultura mundial la hispanofobia. En ejemplo de imbecilidad española suicida es que la dinastía más hostil al Imperio español, la de Luis XIV y los borbones franceses, sustituyó en el trono a los Habsburgo y sigue reinando en la España actual.
La Historia moderna de España está preñada de ataques y mentiras protagonizadas por Ingleses, franceses y norteamericanos, creadores de patrañas y calumnias que los enemigos internos de España, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, han expandido como antipatriotas llenos de odio.
Francisco Rubiales