La Historia Compartida…Por César del Campo de Acuña
Sean bienvenidos una vez más a La Historia Compartida, la sección de www.cincodays.com dedicada a las breves biografías de las más variopintas personalidades de la historia. En esta nueva, y literaria entrega, les presento a otro de mis escritores preferidos.
¿Por qué paso a la historia?: Dumas paso a la historia por ser el autor de obras tan importantes para la literatura universal como: El maestro de armas (1840), Los tres mosqueteros (1844), El Conde de Montecristo (1845) y El tulipán negro (1850) entre muchas otras.
¿Sabías que…?: su padre, el general Thomas-Alexandre Dumas, fue el primer general negro de un ejército occidental. Hay quien dice que las vivencias de su padre fueron las que inspiraron a Dumas a escribir El Conde de Montecristo en 1945, a pesar de que el escritor no conoció demasiado bien a su padre ya que este falleció a los 45 años de edad cuando Alexandre tan solo tenía 4.
Como muchos otros de los autores que se han paseado por la versión más literaria de La Historia Compartida, Alejandro Dumas tuvo una educación deficiente debido fundamentalmente a las penurias económicas que su madre tuvo que hacer frente a causa de la ínfima pensión que su madre recibía. Aquella situación empujo al joven Alejandro a trabajar como vendedor de tabaco, mensajero y pasante de un notario.
Su excelente caligrafía le valió un puesto como escribiente al servicio del Duque de Orleans y poco tiempo después ya estaba escribiendo sus primeras obras y tratando de estrenar su primeros textos para el teatro. De hecho, lo primero que estrena en su carrera como dramaturgo fue la obra Enrique III y su corte en el año 1829. Años antes, en 1826 publica su primera obra en prosa Blanca de Beaulieu.
A diferencia de muchos otros autores de novelas de aventuras y libros de viajes, Alejandro Dumas sí que viajo y mucho. Dumas recorrió Bélgica, Suiza, Italia, Alemania, España, Argelia, Túnez, Rusia y Palestina, entre otros países. Durante su viaje a Italia conocía a Garibaldi a quien ayudó comprando armas en Marsella y trasladándolas a Sicilia en su propio barco. Este gesto le valió ser nombrado por Garibaldi director de Excavaciones y Museos de Nápoles un cargo que desempeñó durante varios años.
A pesar de sus viajes le dio tiempo a escribir y publicar unas 300 piezas entre novelas, cuentos, obras de teatro, libros de viajes y biografías. A esta increíble producción no se han sumado los numerosos artículos que redacto para periódicos y revistas. ¿Cómo lo hizo? Pues a base de escritores fantasmas y a ciencia cierta nadie sabe dónde empieza y termina la autoría de Dumas en sus novelas, pero si se sabe que sin su dirección y talento no abrían sido trascendentes.
Su prolífica y exitosa obra le convirtió en un hombre rico aunque propenso a gastar a manos llenas. Tanto fue así que en más de una ocasión se tuvo que ocultar de sus acreedores en casa de su hijo. Falleció arruinado y en el lecho de muerte le dijo a su hijo: “Las gentes dicen que he dilapidado el dinero que he ganado y que debiera haber sido para ti. No es verdad. Mi madre, y abuela tuya, me dio veinte francos cuando vine a París, los tengo todavía, están sobre la chimenea y son para ti”.
Fue gran amigo de Julio Verne. Se conocieron por casualidad durante un encontronazo en el que salieron a relucir el hambre que pasaba el joven Verne y lo bien alimentado que estaba el orondo Dumas. Hasta el mismo año de su muerte Dumas se convirtió en el consejero literario y protector de Verne ayudándole a estrenar, aunque con poco éxito, algunas obras de teatro. En 1885 Verne le dedicará su novela Matías Sandorf, su propia versión de El Conde de Montecristo.
Hablando de su figura. Usualmente los almuerzos en casa de Dumas comenzaban a las once de la mañana y terminaban a las cuatro de la tarde. Las comidas eran copiosas y abundantes. No contento con aquellos banquetes, Dumas invitaba a todo el mundo a acudir a ellos y en una ocasión uno de los comensales le pidió que le presentara al hombre que dormitaba justo al lado del escritor. Dumas se inclinó ligeramente miro de arriba abajo a aquel hombre y dijo: “Pero… señor ¿Cómo voy a presentárselo si ni siquiera le conozco?”
Se casó con la actriz Ida Ferrer en 1840. En aquel matrimonio nunca éxito el amor ya que Dumas contrajo nupcias por la dote de Ferrer, la cual le ayudaría a pagar sus múltiples deudas. Vivían en la misma casa pero separados, Ida en la planta baja y Dumas en el primer piso. Ida le engaño con su amigo Roger de Beauvoir y cuando este lo descubrió en lugar de montar una escena dijo e hizo: Oye, Roger, has turbado la paz de mi familia. Quiero perdonarte. Seamos magnánimos como lo eran los antiguos romanos, que cuando querían hacer las paces se reconciliaban en la plaza pública. Y cogiéndole la mano la colocó entre las piernas de su mujer añadiendo: Ésta será nuestra plaza pública.
Su hijo, Alexandre Dumas, nació de la relación que Dumas mantuvo con la costurera Marie-Catherine Labay. Dumas reconoció a su hijo en 1831 (7 años después de su nacimiento) y desde ese momento procuro la mejor educación posible para el matriculándole en la institución Goubaux y la academia Bourbon. Su hijo fue también un escritor de éxito siendo La Dama de las Camelias (1848) su obra más destacada.
Algunas frases de Alejandro Dumas:
- El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir.
- Para toda clase de males hay dos remedios; el tiempo y el silencio.
- No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
- Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada.
- La vida es tan incierta, que la felicidad debe aprovecharse en el momento en que se presenta.
- ¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación.
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