La Historia Compartida…Por César del Campo de Acuña
Sean bienvenidos una vez más a La Historia Compartida, la sección de www.cincodays.com dedicada a las breves biografías de las más variopintas personalidades de la historia. En esta nueva entrega les voy a hablar de uno de los primeros personajes históricos de los que tuve constancia.
¿Por qué paso a la historia?: Paso a la historia por su descomunal fuerza (era conocido como el Sansón de Extremadura), su arrojo en el combate (era considerado el mejor guerrero de su tiempo) y por ser uno de los hombres de confianza de Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán.
¿Sabías que…?: Aun quien hay que discute su participación, Diego García de Paredes lucho por primera vez, supuestamente, en la Guerra de Granada desde 1485 hasta la toma final en 1492. Se dice que estuvo en la toma de Ronda y de Vélez y que participo en el asedio de Granada. Allí, insisto, supuestamente, demostró su coraje, baliza y fuerza sobrehumana luchando por Los Reyes Católicos y se dice que fue precisamente en aquella campaña donde fue nombrado caballero por la mano del propio Fernando el Católico y donde conoció a Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán. Hay otras fuentes que sostienen que Diego Garcia de Paredes no pudo participar en la Guerra de Granada ya que se encontraba cuidando a su madre desde 1481 (año en el que muere su padre, Don Sancho Ximénez de Paredes) hasta 1496 (año en el que fallece su madre, Doña Juana de Torres).
Si se sabe a ciencia cierta que sus hazañas y aventuras comenzaron en 1496 cuando desembarca en Nápoles junto a su hermano Alvaro. Debido a la paz entre franceses y españoles de aquel momento malvive como todos los soldados que pululan por Italia, hasta que en cierta ocasión visitando a un pariente en El Vaticano (el cardenal Bernardino de Carvajal), se cruza con una banda de italianos los cuales cometen la temeridad de ofenderé. Diego, hombre de pocas palabras y mucha acción se lanza contra ellos garrota de hierro en mano mata a 5, deja lisiados a 10 y ahuyenta a todos los demás. Casualmente el Papa Alejandro VI ve todo aquello y decide convertir al Sansón Extremeño en Capitán guardaespaldas de su escolta.
Como capitán de los ejércitos del Papa, Diego de Paredes participo en la reconquista del Puerto de Ostia, el cual había sido tomado por el corsario vizcaíno pagado por los franceses Menaldo Guerra. Es en el asalto de la fortaleza de Montefiascone donde se producen uno de los sucesos que dieron fama a su hercúlea fuerza. Bajo la lluvia de flechas enemigas, Diego García de Paredes corre hacia las puertas del bastión, agarra con sus manos desnudas las pesadas argollas que cerraban las puertas de la fortaleza y las arranca de cuajo facilitando así la toma de Montefiascone. Tras aquello no para de guerrear participando en la campaña contra los Barones de la Romaña, que le tiene ocupado hasta el 1500.
En el citado año (1500) su suerte cambia ligeramente al cortarle la cabeza con su montante al espadachín italiano de la confianza de los Borgia se ve desposeído de todos sus honores y reconocimientos amen de cargado de cadenas en las cárceles del Papa. Se fuga de la cárcel haciendo otra demostración de fuerza. Supuestamente, Diego García de Paredes arranca de la pared las cadenas que le sujetan a los muros de su celda, derriba la puerta de la misma y despacha a todo guardia italiano que sale a su paso utilizando los grilletes que lo habían aprisionado. Se pone al servicio del Duque de Urbino, enemigo declarado de los Borgia al que ayuda a conservar todas sus posesiones. Culo de mal asiento, al poco tiempo pasa a estar al servicio de la familia Colonna, pero le dura poco ya que se alista bajo el mando de Gonzalo Fernández de Córdoba en la expedición española a la isla de Cefalonia tomada por los turcos.
Es en aquella campaña de reconquista donde sucede otro de los momentos más celebres de su increíble vida. En la batalla por la toma de la fortaleza de San Jorge, un nutrido grupo de Jenízaros se hicieron fuertes en la citada fortaleza. Ni españoles ni venecianos conseguían salvar los muros, los cuales eran guardados por las tropas de elite turca utilizando una suerte de ganchos que les servían para izar al desgraciado que atraparan dejándolo caer al vacío o subiéndole hasta las almenas donde lo degollaban. Uno de aquellos desgraciados atrapado en uno de esos garfios fue el colosal Diego García de Paredes el cual, haciendo acopio de toda su hercúlea fuerza, se agarró con tal fuerza a los muros que los turcos no le pudieron dejar caer. Con la única posibilidad de subirlo hasta las almenas los jenízaros pensaron que tenían a su enemigo vencido, pero no fue así ya que Don Diego cegado por la rabia y el odio y aun armado con su espada y su rodela se dedicó a destrozar a sus enemigos en un ciclón de hierro e improperios. Durante tres días, dicen, que se escucharon los combates en el interior de la fortaleza hasta que el silencio se adueñó de la asediada fortaleza. Los españoles pensaron que García de Paredes había caído, pero no, solo había sido hecho prisionero. Los turcos pensaron que en el caso de una capitulación aquel monstruoso guerrero sería un buen rehén. Diego recupero fuerzas en su celda encadenado a la pared con pesadas cadenas y cuando escucho la gran ofensiva por la toma de San Jorge, arranco una vez más las cadenas que le sujetaban a la pared y salió de su celda aplastando a sus enemigos con sus improvisadas mazas.
Tras aquello vuelve con los Borgia y ayuda al famosos César Borgia a conquistar Rimini y Faenza. Aunque queda sin trabajo pronto hasta que su camino vuelve a cruzarse con el de El Gran Capitán destacando en la batalla de Ceriñola. Y durante aquella campaña que enfrento a españoles y franceses en Italia por las posesiones españolas en aquellas tierras es cuando sucedió otra de las increíbles anécdotas de la vida de este guerrero. Una mañana, El Gran Capitan, cerca del rio Garellano le dijo: ¡Que pocos enemigos mato usted! Y claro nuestro héroe, sintiendo el orgullo herido agarro su montante (espada maneja a dos manos) y se puso en un estrecho puente desde el que reto a una tropa de franceses que pasaba por allí a que no cruzarían. Los franceses quisieron cerrarle la bocaza al español, pero no conocían a Don Diego, el cual aprovechando su fuerza y las pocas dimensiones del puente aniquilo a más de 500 enemigos. Diego fue el último en abandonar el paso, convencido por sus compañeros.
En 1502 vuelve a convertirse en azote de franceses en una suerte de torneo disputado durante el sitio de Barletta. Los caballeros franceses se jactaban de que acabarían con los españoles (a sabiendas de que Diego se encontraba indispuesto por enfermedad) y tras arduo entrenamiento entre 150 caballeros escogieron a 11, liderados por el famoso Caballero Bayardo. Haciendo honor a nuestra desorganización historia, los españoles se pelearon entre ellos para ver quien se media a los franceses como dos días antes del combate. Evidentemente, enfermo o no, Diego puso paz entre los suyos a golpes para medirse a los franceses. El campo de duelo, rodeado por banderolas y piedras encaladas, no tardo en convertirse en una sangrienta carnicería. Los franceses se atrincheraron tras sus caballos muertos ofreciendo resistencia pero reconociendo la ferocidad y arrojo de los españoles. Por aquello de que se hacía de noche, los caballeros de Francia sugirieron aquello del empate, y que las dos naciones saldrían del campo como vencedoras. Todo el mundo parecía de acuerdo salvo Don Diego, el cual comenzó a arrancar las piedras encaladas del suelo y a lanzársela a sus enemigos hasta que los saco del campo del honor con el rabo entre las piernas.
Tras la guerra con los franceses El Gran Capitán se convierte en el gobernador de Nápoles y Diego regresa a España para convertirse en Marques de Colonetta, pero la vida en la corte le supera. En cierta ocasión airado por los insultos que escuchaba hacia su gran amigo El Gran Capitán reta a cualquier noble a que lo dijera delante suya, lo que le costó el titulo ya que cuando lo hizo interrumpió al rey durante sus rezos. Tras aquello se hizo con una carabela para convertirse en pirata en el Mediterráneo para desgracia de turcos y franceses. Obtuvo en 1508 el perdón real y vuelve a la guerra junto con el Cardenal Cisneros en la toma de Mazalquivir y Oran. En 1512 pelea en la batalla de Ravena como Coronel de la Santa Liga. En aquella batalla muere su hermano Álvaro el cual le acompañaba desde 1496.
En 1520, con cuarenta y siete años, Diego es conocido en toda Europa. Acompaña al Emperador Carlos en su peregrinación a Santiago de Compostela. Probablemente luchara en la batalla de Pavía, pero los historiadores no se ponen de acuerdo, aunque a tenor del currículo de nuestro protagonista es muy probable que no se perdiera semejante cita histórica. Viaja con el Emperador por toda Europa como Caballero de la Espuela Dorada y llega a Viena para socorrer a la ciudad llegando hasta Hungría persiguiendo turcos.
Don Diego García de Paredes y Torres fallece en 1533 en la ciudad de Bolonia tras ser invitado por el Emperador y el Papa. Murió al sufrir una aparatosa caída de su caballo mientras entretenía a unos niños. Cuando lo amortajaron encontraron un cuerpo cubierto de cicatrices las cuales recordaban una vida de guerra, lucha y honor. Actualmente sus restos descansan en la Iglesia Santa María la Mayor de Trujillo, donde está la enorme pila bautismal que dicen que el propio Diego arranco para llevarla hasta su casa para que su madre enferma pudiera santiguarse con agua bendita.
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