La historia de amor de Benlliure en Ciudad Rodrigo.
A los pies de Ciudad Rodrigo fluye el río Águeda. Su imponente parador, antigua fortaleza de Enrique II de Trastámara, permite contemplar atardeceres bellísimos. Sitiada y saqueada por los franceses en 1810, supuso un duro contratiempo para el ejercito napoleónico en su avance hacia Portugal. Dando un salto en el tiempo, hasta 1920, podemos conocer que Mariano Benlliure viajó a Ciudad Rodrigo para trabajar en la capilla de Cerralbo, una joya de estilo herreriano que se construyó en el siglo XVI. Benlliure ya tenía más de 60 años. Su carrera le había llevado desde su Valencia natal a París, Roma y Madrid, donde se había establecido en 1887. Allí alcanzaría la fama tras conseguir diversos premios nacionales y la Medalla de Honor de Escultura en la Exposición Universal de París de 1900. Hitos que le proporcionaron encargos como la estatua ecuestre de Alfonso XII, ubicada en el parque del Retiro, las de Goya y Velázquez en los exteriores del Museo del Prado o la Álvaro de Bazán en la plaza de la Villa de Madrid. Otras obras magistrales suyas con el monumento a Agustina de Aragón en Zaragoza, el del Marqués de Larios en Málaga y el mausoleo del torero Joselito en Sevilla. En la calle de Alcalá, en su cruce con Gran Vía, en lo alto del edificio Metrópolis hay diversas esculturas junto a su cúpula de pizarra con incrustaciones doradas; justo encima del cartel que le da nombre se encuentra el conjunto escultórico La protección contra el fuego y la ayuda al mundo laboral, una alegoría obra de Benlliure. Muy cerca del Retiro, en el poco conocido Panteón de los Hombres Ilustres, junto a la basílica de Atocha, se encuentran los mausoleos a José Canalejas, Eduardo Dato y Mateo Sagasta, un auténtico museo de escultura. Casado con la cantante de ópera Lucrecia López de Arana y padre de un hijo, su estancia en la localidad salmantina le llevaría a entablar una estrecha amistad con Juan Nogales Delicado, personaje polifacético y aficionado a la pintura, la literatura, los idiomas o los viajes, que llegaría a ser alcalde. Junto a él, Benlliure pasó largas temporadas en su finca de Hurtada, situada en villar de Argañán, término perteneciente al partido judicial de Ciudad Rodrigo, lugar donde el artista dejó para la posteridad dos bustos de piedra dedicados a los Reyes Católicos (uno robado hace unos años). Si bien su aportación más popular es el llamador en forma de mano que cuelga en la puerta de del domicilio que Nogales poseía en la calle Juan Arias, frente al portentoso palacio de los Águila, Una bellísima pieza de orfebrería que los lugareños relacionan con la esposa de Nogales, Carmen de Quevedo Pesanha, quien habría mantenido una relación secreta con el escultor mientras este realizaba la imagen de la Virgen de la Soledad que hoy puede admirarse en la catedral de Salamanca. Hay quien dice que, ante la imposibilidad de acariciar la mano de su amante, Benlliure habría creado aquella aldaba para inmortalizar su pasión. Sea o no cierta esta historia, tras las muertes de sus respectivas parejas, Mariano y Carmen hicieron pública su relación, confirmando ese refrán que dice “cuando el rio suena, agua lleva”. Actualmente, la popular casa del llamador lleva el nombre de Escuela Hogar Los Sitios, y es un internado que acoge a alumnos sin recursos.