Un jueves más y, por lo tanto, un nuevo relato en la sección Historias de las lectoras, que parece que ya está más que instaurada en el blog, y es algo que me alegra muchísimo.
Hoy te traigo el relato de Jennifer. No nos conocemos personalmente, pero nos seguimos en Twitter desde hace mucho tiempo, y qué queréis: después de hablar prácticamente a diario con una persona, se le coge cariño; y esto es lo que me pasa con ella. Que la aprecio mucho, que nos reímos de las mismas tonterías, y que además estamos las dos embarcadas en la aventura de cuidar de nuestro pelo afro.
Cuando empecé la sección quería proponerle que se animara a participar, y creo que al final se lo propuse por Twitter; y para mi alegría, Jem aceptó (yo la llamo así, lo siento, no me nace llamarla Jennifer). Aquí tenéis la historia de Jem.
La historia de Jem
Hola a todos/as. Siempre es difícil hablar de una misma. Me llamo Jennifer y soy de Sevilla. Y desde hace un año y tres meses que he optado por estar feliz y sana con mi cabello natural.
Soy mulata, y de pequeña era mi madre quién se encargaba de mi cuidado capilar, ella lo sabía todo, qué tipos de aceites esa, los productores que mejor me iban, y tenía amigas en una base militar de Estados Unidos que le mandaban marcas que aquí no se conocían, y todo eso a pesar de ser más blanca que la leche y rubia celta.
A medida que crecí, ya no debería graciosa con esos peinados; no me gustaba mi cabello y opté por ir a profesionales para que me lo alisaran.
Me han hecho las cosas más raras del mundo, porque al entrar en una peluquería parece que descentramiento y no saben cómo tratarlos. Una vez hasta me llegaron a poner harina porque decían que así se iba a alisar… nada más lejos de la realidad. Así que me cansé de ir a sitios, y buscando descubrí un producto que podía usar en casa, y eso es lo que he ido haciendo, yo misma, sola con mi cabello.
El año pasado noté que ya no tenía brillo y, en vez de crecer, decrecía; siempre lo tenía en una coleta. Cada vez se rompía más: encontraba más puntas abiertas y destrozadas en la almohada cuando me despertaba.
Por casualidad encontré el blog del Diario de la Negra Flor. Ya llevaba tiempo hablando con ella por Twitter, y con Afrohair, y no me decidía a dar el tijeretazo. Hasta que un día dije: “¿por qué no? ¿por qué no tratar a mi cabello con el mismo cuidado con el gato al resto de mi cuerpo? ¿Por qué no aceptarlo tal y como es?”.
Así es buenos días antes de mi cumpleaños y hice mío el dicho de “año nueva, vida nueva” y ¡zas!, cabello fuera. Pero no me atreví a cortarlo del todo: me dejé un poco de cabello liso para poder darle más forma. Cada día aprendo cosas nuevas, y estoy muy agradecida a los consejos que se dan en el blog.
Aunque reconozco que al principio quería comprar todos los productos y me volvía algo loca, porque no son fáciles de encontrar y tampoco son baratos. Soy algo bruta, y una vez cada 15 días o así hago una “cura” con aceite de oliva puro, sigo la rutina de co-wash, y uso champús y acondicionadores lo más naturales posibles y ya tengo mis imprescindibles: con tres o cuatro productos creo que es más que suficiente. Procuro hacerme trenzas para protegerlo, y uso pañuelos ala hora de hacer las tareas de casa.
Ahora estoy algo preocupada porque aquí el verano es muy caluroso y seco; procuro usar humectantes, pero es algo que aún no controlo bien; tampoco a la hora de definir bien el rizo. Voy a ir a la playa y no sé cómo tratarlo, así que me pondré al día y miraré los posts sobre el tema.
Si me podéis ayudar con éste problema, os lo agradecería mucho.
Un abrazo muy fuerte,
Jem
Esta es la historia de Jem, que nos habla de aceptación. Si tú, igual que Jem y el resto de chicas que han participado en esta sección, quieres compartir tu experiencia, envíame un correo electrónico con el asunto “Historias de las lectoras” con las fotos que prefieras; yo haré una composición, y la publicaré en el álbum de fotos de historias de las lectoras y en el tablero de Pinterest.
Ahora lo que os voy a pedir es que seáis tan amables de dejarle un mensaje a Jem en la sección de comentarios. Y si compartís su historia en vuestras redes para que otras chicas vean que sí, que se puede volver al cabello natural, para que Jem les sirva de inspiración y referente, os lo agradeceré muchísimo.