Esta semana en la sección Historias de las lectoras, te presento la historia de Lorena Salas, una bella venezolana que también ha vuelto a su cabello rizado, huyendo de los alisados y las planchas. Aquí tienes su historia.
Me alisaba prácticamente desde la adolescencia. Al principio, a punta de secador; luego vinieron los químicos, las planchas y, aunque sea vergonzoso de aceptar, hasta con la planca de la ropa me llegué a alisar el pelo. No yo misma: me lo alisaba una compañera mía de piso, pero tengo que decir que es lo más lacio que lo he llevado nunca. Eso sí: con pánico al agua.
En Venezuela, alisarse es una cuestión social (al menos antes, no sé ahora). No se aceptan los rizos como bellos. La mujer fina tiene que alisarse los pelos, si no los tiene lisos de serie. Los rizos son sinónimo de mujer pobre, inculta o descuidada.
No están asociados a nada de lo que queremos ser, por eso a toda costa tratamos de cambiarlo, porque juegan en tu contra a la hora de que te seleccionen para un trabajo, o que socialmente se te acepte, en general.
Dejé de alisarme porque tenía el pelo fatal, y dándome plancha era una esclava. Y el chico de la peluquería, en vez de recomendarme nutrir, me dijo que teníamos que pensar en algo, pero mi última opción tenía que ser llevar el pelo natural.
Este incidente fue la gota que rebosó el vaso. Básicamente estaba muy frustrada por tener que luchar continuamente contra mi pelo para que fuera como no es. Estaba muy cansada. Así que me revelé y tengo un año y cuatro meses viviendo con esa última opción… ¡y me gusta!
En cuanto a cómo me siento con mi pelo, no es estático. Hay días en que lo adoro, y días en los que con gusto me pasaba la máquina y me quedaba “a coco pelao”, más que todo porque he caído en cuenta de que todo lo que sabía o daba por cierto sobre el cuidado del pelo era para mantenerlo liso; no sé apenas nada sobre llevarlo y mantenerlo, o hacerme peinados con el pelo rizado. pero bueno, poco a poco.
Al menos no le tengo miedo al agua; sudo sin problemas en el gimnasio cada día sin pensar que se me van a “enchurcar” las raíces; el verano pasado iba cada día a la piscina sin pensar “¡si me mojo espanto!”. Jajaja.
Hay días en los que no sé bien qué hacer, o cómo dominar mi pelo, porque aún nos estamos conociendo. Pero al menos ahora no siento que estamos en guerra permanente.
Muchas gracias por todo el trabajón que haces para ayudar, apoyar y orientar a las que no somos expertas en esto de los rizos. Si no fuera por gente como tú y Tris, seguiría “enchufá” a la plancha y adicta a la keratina.