Tiempo de emperadoresEl emperador que vino después, Augusto, tampoco quiso ser menos y denominó a un mes como Augustus (agosto). Poco a poco, el almanaque iba adquiriendo la fórmula que actualmente conocemos. Otros emperadores posteriores como Calígula, Nerón o Cómodo (el retratado en la película ‘Gladiator’) también cambiaron los nombres a su antojo, aunque al morir todo quedó igual.El astrónomo del IAA recuerda con humor cómo el emperador Tiberio fue uno de los pocos que rehusó modificar el calendario, alegando: « ¿Qué haréis cuando haya trece Césares? ».«Aunque el calendario juliano era bastante preciso, no lo era lo suficiente, cada 130 años se perdía un día», sostiene Jesús Maíz. Por eso en octubre de 1582, el Papa Gregorio XIII hizo una reforma. Por un lado, eliminó 10 días del calendario para ajustar el margen de error del anuario juliano. Con lo que, en las regiones que seguían la reforma del Papa, el 10 de octubre de 1582 fue uno de los días que no existieron.Por otro, y también con el objeto de no caer en el mismo error que su antecesor, Gregorio XIII propuso que aquellos años bisiestos que son múltiplos de 100, sólo sumen un día si también son múltiplos de 400. De manera que el 1600 y el 2000, por ejemplo, sí fueron bisiestos. «Esta medida fue tomada porque había demasiados años bisiestos», argumenta el experto.
La fe y el tiempoLa reforma gregoriana no llegó a todas partes por igual, y es que en aquellos tiempos la fe estaba dividida en Europa. Si bien los católicos implantaron el nuevo anuario en 1582, fieles al Papa, los protestantes continuaron con el calendario juliano hasta el siglo XVIII, y los ortodoxos no aceptaron la nueva fórmula hasta el XX.La fórmula gregoriana llegó a Rusia de manos de Lenin. «La Revolución de Octubre, fue en octubre según el calendario juliano, pero según el gregoriano, fue en noviembre», explica con sarcasmo el científico del IAA.Otra de las curiosidades que esconde la organización del calendario es la Semana Santa, ¿por qué no se celebra siempre en la misma fecha? Jesús Maíz explica al respecto que cuando el cristianismo fue declarado religión oficial del Imperio (siglo IV) se celebró el Concilio de Nicea, con el objeto de poner una fecha para celebrar la resurrección de Jesucristo.A partir de la lectura de los Evangelios, quedó establecido que Jesús murió durante la Pascua Judía, con lo que para festejar esta celebración habría que regirse, igualmente, por el calendario judío.
Así, Maíz añade que éste era una forma de calendario lunar, y que por eso la Semana Santa se celebra el primer domingo que va detrás de la primera Luna Llena de la Primavera, es decir, entre el 21 de marzo y el 25 de abril.