La historia de Maricarmen

Por Negraflor @NegraFlor_Blog

Es jueves, y ya han pasado dos semanas desde que te presentara la última historia de las lectoras. Por lo tanto, hoy quiero contarte la historial de Maricarmen, para que la conozcas y, ojalá, te sirva de inspiración. Tengo la gran suerte de contar a MC, como yo la llamo, entre mi grupo de amigas. Y, además de admirarla por esa melena rizada impresionante que tiene, la admiro por un montón de cosas más. Porque siendo trabajadora y madre de cuatro hijos es todo un ejemplo de superación y de constancia.

Podría deshacerme en halagos hacia MC, pero prefiero que nos centremos en su relato, así que aquí tienes la historia de Maricarmen.

La historia de MariCarmen

El pajón de Maricarmen.

Nací en RD , un país de gente mezclada donde estimo que aproximadamente el 80 % de la población tiene pelo rizado, crespo, afro… pero todo el mundo reniega de él.

Desde niñas se nos enseña y adoctrina para llevar el pelo ‘ lacio’ a base de desrizados, calor extremo y demás. Hasta en el hogar más pobre no debe faltar el presupuesto del salón. Llevar el pelo en su estado natural se considera feo, poco profesional, descuidado, signo de pobreza, o ser loco, hippie ( rata como le dicen allá), evangélico,  artista o delincuente. Así crecemos las mujeres allá .

Yo, como cualquier dominicana, soy una mezcla racial: papá blanco , mamá mulata, abuelo negro. Pero como dicen en Santo Domingo, soy una blanca con el pelo malo. Y eso hay que arreglarlo.

Me crié sola con mi papá desde que tenía un año. Mi madre era peluquera y amaba mi pelo salvaje. En la semana, las vecinas me peinaban de mala gana y los sábados iba donde mi mamá, que me lavaba el pelo y esas cosas.

Desde niña solo oía comentarios negativos sobre mi pelo. Las vecinas se quejaban a mi papá: que era demasiado, que era muy indomable, que se enredaba, que era inmanejable… y daban toda clase de consejos absurdos para disminuir la cantidad.

Cuando tenía 10 años mi madre emigró a Guadalupe a buscar una mejor vida, y como nadie se iba a ocupar de mi pelo aconsejaron a mi padre que cortara ese problema de pelo. Me llevaron a una barbería y me pasaron la maquinita y me dejaron el pelo como de un centímetro de largo. Me sentía tan fea y mal con mi nuevo ‘look’. Cuando tenía como 14 años, yo misma por cuenta propia lo dejé crecer, pero por consejos del salón terminé desrizándome el pelo.

Pasé por quemaduras, mechones caídos, etc. Con 19 años tenía una amiga de pelo rizado y empecé a hacer la transición y gran corte y lo tuve natural por un par de años; pero en esa época no tenía ni idea de cómo manejarlo y vivía convencida de que mis rizos eran feos. Terminé desrizándome otra vez, pero en el salón me lo vendieron como un “suavizante de ondas”.

En fin, que hace 13 años tuve una peluquera que me convenció que no necesitaba desrizado, que con blower bastaba. Así que ella me ayudó con la transición y gran corte, pues como venía a Bélgica pensé que era más fácil no tener que desrizarme.

Pero todavía era esclava del pelo lacio. Aquí me pase 10 años pagando una fortuna para encontrar una dominicana peluquera que me diera ese blower. Nunca salí a la calle con mis rizos. ¡Los odiaba! Me sentía fea .

Vivía obsesionada con que no me cayera una gota de agua… y aquí en Bélgica llueve casi cada día. Las vacaciones eran una pesadilla para no mojarme ese pelo. En fin: una esclava . Hasta qué en 2012 alguien me sugirió la página de Miss Rizos, y me pasé meses mirando y leyendo discretamente.

En agosto de 2012, como iba de vacaciones, decidí dejarme mi pelo natural para probar,  ¡pues nadie me iba a ver! En fin… ¡que quedé enganchada! Leí miles de blogs, páginas de Facebook , vi tutoriales de Youtube, probé miles de métodos , libros… hasta que encontré mi cóctel perfecto, mi método perfecto y ahora soy una experta en mi pelo .

Soy feliz, soy libre.

Desde ese día no he visto un blower. No me frustra la lluvia. No he vuelto a un salón ni porque tenga que ir a una fiesta: me voy con mi pajón . Y todos mis documentos de identidad están con fotos en rizos. Me hace feliz cuando alguien me dice “Maricarmen, la de los rizos”. Se ha convertido en mi sello.

También he llevado muchos comentarios negativos,  ¡pero no me importa!  Y lo mejor: he conocido un montón de chicas maravillosas en las redes sociales. Nunca me había sentido tan bien con mi persona, con mi físico. Lo único que lamentó de mi pelo es que me tomó 40 años aceptarlo y amarlo.

Ésta es la historia de Maricarmen, la de los rizos. Una mujer que ha aceptado la naturaleza de su cabello. Se ha dado el tiempo para conocerlo, entender sus necesidad y ser capaz de darle los cuidados que requiere.