'La historia de mi máquina de escribir', de Paul Auster

Publicado el 02 septiembre 2013 por Carm9n @Carmenyamigos

Hacer de lo cotidiano pura literatura, presentarnos un objeto de su rutina diaria y convertirlo en el protagonista indiscutible es lo que hace Paul Auster en el breve libro La historia de mi máquina de escribir. Aunque al parecer en esta ocasión la idea original no haya sido suya. 
Una Olympia portátil blanca que el autor compró en 1974 por cuarenta dólares a un amigo y que le ha acompañado durante más de la mitad de su vida se erige aquí como el epicentro de la actividad creadora de Auster, como permanente compañera en los diversos desplazamientos y mudanzas y como cómplice infatigable de sus horas creativas

Si el relato en sí se lee con placer- es un relato sencillo, sin sentimentalismos trasnochados pero lleno de sensibilidad, muy al estilo Auster-, las abundantes ilustraciones de Sam Messer, el amigo de Auster que encontró en esta máquina de escribir un objetivo casi obsesivo de su pintura, convierten el libro en una original delicia.
La máquina de escribir es además del nexo de unión de Auster y Messer- el relato se convierte así también en la historia de una amistad- es, como digo, testigo silencioso, cuando no se aporrean sus teclas, del inexorable paso del tiempo.
"Uno a uno, todos mis amigos se fueron pasando a los Mac y los IBM. Yo empecé a parecer un enemigo del progreso, el último pagano aferrado a las antiguas costumbres en un mundo de conversos digitales (...) Hasta entonces, no había tenido especial apego a mi máquina de escribir. No era más que una herramienta que me permitía hacer mi trabajo, pero ahora que se había convertido en una especie en peligro de extinción, uno de los últimos artefactos que aún quedaba del homo scriptorus del siglo XX , empecé a sentir afecto por ella. Me di cuenta de que, me gustara o no, teníamos el mismo pasado. Y, con el paso del tiempo, llegué a comprender que también teníamos el mismo futuro".

Marcapáginas 237

Seix Barral ha publicado La historia de mi máquina de escribir en una muy cuidada edición, de atrayente portada de pasta dura, papel de calidad e ilustraciones a todo color. Delicatessen.
Este librito fue el inspirador de la entrada Libros y... máquinas de escribir que publiqué allá por el mes de julio. (¡Qué lejos me parece ya!). Y a raíz de esta lectura y animada por vuestros comentarios he decidido ir a rescatar mi vieja máquina del trastero, la vieja Olympia naranja. Se merece estar en casa, en el estudio, y no en el trastero olvidada y polvorienta. Aquí la tenéis. Qué de recuerdos... 
Y para concluir tan solo añadir que la lectura de hoy se encuadra dentro del Reto Paul Auster que Meg ha organizado en su blog. Mi siguiente lectura de este autor, y con la que daré el reto por completado, será La invención de la soledad, que reseñaré en breve.
¡Gracias por seguir ahí y por vuestros comentarios! Nos leemos...