Valentín Ruesga Herreros, hermano del investigador Laurentino Ruesga quiere compartir con nosotros el estudio y las últimas reflexiones sobre nuestro territorio. En este meritorio trabajo, volvemos a encontrar momentos de esplendor y de sombras.
En la Edad Media española, no disponiéndose de documentos específicos relativos a la ordenación territorial y a los mandatarios de una determinada región o comarca, el estudio de la documentación ordinaria, especialmente la referente a cesiones, donaciones o transmisiones otorgadas o confirmadas por las autoridades de la zona, puede servir para conocer características y detalles de su administración y de sus mandatarios. Esta documentación se encuentra principalmente en los archivos y cartularios de iglesias y monasterios, verdaderos depositarios del acervo documental y cultural de la época.
En Pernía, tomando esta denominación en sentido amplio para designar a la zona que en su momento constituirá la parte palentina de la merindad de Liébana y Pernía, se puede recurrir principalmente a los documentos de la Abadía de Lebanza y a los de los monasterios lebaniegos de Santo Toribio y Piasca. Aunque la documentación no es muy abundante, puede servir para formarse una idea de la evolución de la ordenación territorial de Pernía y para conocer a los dignatarios que tuvieron autoridad sobre ella entre los siglos X y XIII, el final de la Alta Edad Media y la plenitud del Medievo. Son muy escasos los documentos anteriores a esta época que hagan referencia a términos relacionados con Pernía y el más antiguo sería la controvertida Hitación de Wamba, del año 676. Este documento se tiene por apócrifo y redactado a finales del siglo XI; de buena parte de los documentos antiguos y en especial los anteriores al siglo XII, se conservan solamente copias manipuladas o redacciones elaboradas con posterioridad a las fechas que en ellas figuran, con el objeto de acreditar posesiones y derechos adquiridos, pero aun así puede suponerse que tienen valor histórico, de no ser que refieran hechos inverosímiles o en contradicción con documentos de incuestionable autenticidad. De esta forma, la Hitación de Wamba fija los límites de la diócesis leonesa, entre otros términos, por Liébana, Cervera y Peñas Negras, lo que indicaría, si el documento tuviese una base real, que ya entonces se conocerían con tales nombres esta comarca cántabra y estos asentamientos en Pernía. Con la invasión árabe es posible que Pernía, como las demás tierras castellanas al norte del Duero, fuese abandonada por los cristianos, pero el siguiente documento a considerar, que es de 818 y se encuentra en el Archivo Histórico Nacional, recoge el acta de fundación del monasterio de Naroba, en Liébana y a él se incorporan heredades en Cervera, Arbejal y Resoba, indicando así que ya ha comenzado la repoblación foramontana en esta comarca. Ya a principios del siglo X Alfonso III cede conjuntamente a las sedes episcopales de Oviedo y León la jurisdicción eclesiástica sobre el territorio comprendido entre Astorga y el río Carrión, hasta su confluencia con el Pisuerga y en 916 Ordoño II pone bajo la dependencia de la sede de Santa María de León a los términos de Cervera, Peñas Negras y Liébana, entre otros.
De todo lo que antecede se deduce que entre las comarcas de Liébana y Pernía se establece, de forma que puede decirse natural, una relación que se mantuvo casi permanentemente, mientras que por otra parte parecen perfilarse los términos de Cervera y Peñas Negras como los núcleos de futuras demarcaciones territoriales de la comarca perniana, el primero por estar situado en la zona más favorecida geográficamente y el segundo por su posición estratégica. Después de estos precedentes, del año 932 es el documento en el que figura el primer mandatario conocido de Pernía; se trata de la escritura por la que el conde Alfonso y su mujer Justa conceden al abad Gonzalo la iglesia de Santa María de Lebanza, con numerosas posesiones e iglesias en tierras palentinas y cántabras, afirmándose también que Alfonso es hijo del conde de Saldaña, Diego Muñoz. El documento se conserva en el Archivo Histórico Diocesano de Palencia y procede de la Abadía de Lebanza; no es documento original, sino copia del siglo XII y se supone ampliamente manipulado e interpolado, reflejando más las circunstancias y situación de la época en que fue copiado o redactado que las de las fechas a las que se refiere el propio documento, del que, no obstante, podría aceptarse el fondo histórico. Alfonso es citado también en documentos del cartulario de Santo Toribio de 924 a 952, dándosele en ellos el título de conde, que en aquella época no tenía el carácter de título nobiliario, sino que más bien era el magnate a quien el monarca encargaba gobernar y administrar en su nombre un determinado territorio. Aunque también algunos documentos lebaniegos ofrecen muchas dudas acerca de su autenticidad, de todo esto parece deducirse que el conde Alfonso tenía jurisdicción sobre extensos territorios del norte de Palencia y del occidente cántabro, de forma que el condado de Liébana debía incluir también Pernía y sus titulares gobernarían con frecuencia ambas comarcas De los términos de Pernía que se citan en el documento de 932 se dice en un párrafo "...in suburbio castello que vocitant Petras Nigras, locum prenominatum Nebantia, territorium cerbariense" y en otro "Et in territorium Petras Nigras, in Carreçedo, ecclesia Sancte Leocadie..."; esto parece confirmar la idea de que Peñas Negras y Cervera vienen a ser puntos de referencia como posibles centros de sendas demarcaciones. También se dice en otro párrafo "...in alfoz de Sancti Iohanis in loco que dicitur Vidrieros ecclesia Sancte Marie..."; se da a entender aquí que en la comarca existe otro alfoz o demarcación, cuyo centro, "Sancti Iohanis", podría ser Santibáñez de Resoba, puesto que como se verá, está acreditada documentalmente una "mandación" en Resoba en el siglo XII. Si no se trata de una descripción absolutamente manipulada, esto podría indicar que en la primera mitad del siglo X ya existía una incipiente organización territorial en Pernía, dividida en alfoces o distritos constituidos generalmente en torno de un punto fortificado o castillo.
Después del conde Alfonso, los documentos de Piasca y Santo Toribio citan al conde de Castilla Fernán González, al parecer con jurisdicción sobre Liébana entre los años 956 y 959, mientras que entre 961 y 966 los cartularios lebaniegos señalan como conde a Fernando Rodríguez; aunque no hay constancia documental que estos dos mandatarios gobernasen también en Pernía, es posible que fuese así, si bien es más probable que esta comarca palentina estuviese en estos años iniciales de la segunda mitad del siglo X bajo el control de los condes de Saldaña de la familia de los Beni Gómez, a la que parece que perteneció el conde Alfonso.
Los Beni Gómez consiguen hacia 974 la gobernación de Liébana, con lo que entonces es seguro que gobernarían también en Pernía; el conde Gómez Díaz figura en documentos de Piasca de aquella fecha; siendo citado por última vez en Liébana en 981. En 990 el cartulario de Santo Toribio calenda con García Gómez, nuevo conde de Saldaña, hijo de Gómez Díaz; en estos tiempos los Beni Gómez mantienen un enfrentamiento casi permanente con los reyes leoneses y cuando en 1017 muere García Gómez sin descendencia, parece que trata de sucederle en el condado de Saldaña su hermano Munio Gómez, casado con Elvira Favílaz y que aparecen en un documento de Santo Toribio del año 1015, haciendo donación al monasterio de la iglesia de San Julián de Congarna. A Elvira se atribuye la fundación de la iglesia colegiata de San Salvador de Cantamuda y la tradición identifica a estos magnates con los protagonistas de la leyenda, que no historia, de La Venganza del Conde, en su escenario de la Peña Tremaya. De todos modos, como se verá, hay documentos que podrían acreditar la intervención de Munio y Elvira en Pernía en estos años. Munio Gómez fallece hacia 1020 sin descendencia, mientras que Saldaña ha pasado a su primo Diego Fernández, hijo de Fernando Díaz, hermano de Gómez Díaz; Diego Fernández conserva el condado de Saldaña hasta su muerte en 1029. En 1030 aparece como condesa de Liébana Toda García, viuda de Sancho Gómez, hermano de García Gómez, que había muerto en Córdoba junto con Abderraman Sanchuelo, hijo de Almanzor, derrotados por los partidarios del califa Mohamed II. Toda García es documentada en los archivos lebaniegos hasta 1039. En 1034 es restaurada la diócesis de Palencia, hecho que vendrá a tener influencia en la organización territorial y en la gobernación de la Pernía, pues por una parte contribuirá a definir los límites con la zona de influencia de Aguilar de Campoo y por otra parte los derechos temporales que otorgarán a los obispos las donaciones regias afectarán a la configuración de las jurisdicciones señoriales de la comarca. En la confirmación de los límites de la recién restaurada diócesis según diploma de Fernando I de 1059, la zona más septentrional era el alfoz de Mudá, que debía comprender el Valle de Redondo, Castillería excepto Verdeña y Estalaya, Mudá, San Cebrián de Mudá, Salinas y otros lugares de la zona; la diócesis de Burgos no parece aceptó de buen grado esta distribución y reclamaba el alfoz de Mudá, de modo que incluso la bula de Urbano II de 1095 indica que el límite entre las dos diócesis pasaría entre Redondo y Mudá, quedando esta última zona para Burgos; la reivindicación no debió tener efectividad y finalmente la totalidad del alfoz de Mudá quedó incluido en la diócesis de Palencia y después también en la merindad de Pernía. De 1037 es el documento según el cual Elvira Favílaz, viuda de Munio Gómez, pone a la iglesia de San Salvador de Cantamuda bajo la dependencia directa de la sede de Santa María de León, donando además a la catedral leonesa un crecido número de posesiones en Pernía, Liébana y Saldaña, confirmándose esta donación en 1069 y señalándose que dicha iglesia ("arcisterium") había sido fundada por ella. Se recogen estos documentos en el libro Tumbo de la Catedral de León, habiendo además otra copia del primero en el archivo catedralicio. Los documentos no son originales, pues el libro se confeccionó a finales del siglo XII, siendo el último documento incluido de 1171; de este modo, los documentos podrían estar interpolados y se podría decir de ellos lo mismo que del diploma del conde Alfonso de 932, pero también podrían confirmar el posible dominio de Munio y Elvira sobre Pernía en los años iniciales del siglo XI, registrando además estas escrituras por primera vez el nombre de esta comarca El primer documento dice "Et ipso monasterio Sancti Salvatoris qui est in Pernia in Campo de Muga non longe Castrum (castillo) Tremaia...", mientras que en el segundo se copia erróneamente "Pronia". Entre los lugares que citan, algunos de difícil identificación, en la primera escritura se dice "et in rivulo de Obles monasterium Sancta Maria et Sancti Tirsi,...", añadiéndose en el segundo "...qui sunt in alfoce de Tramaia.". Se señala así la existencia de un nuevo alfoz que se acredita, como se verá, por la documentación de una "tenencia" en Tremaya en el siglo XII. El "rivulo de Obles", forzándolo mucho, podría ser el río que sale de la Cueva del Coble o Cobre, que pasa por el "alfoce de Tramaia" donde están "monasterium Sancta Maria et Sancti Tirso", ¿las iglesias de Tremaya y Los Llazos?. En cuanto al término Pernía podría aplicarse aquí al primitivo alfoz de Peñas Negras, aunque más adelante parece que se aplica más bien a toda la comarca que constituirá la futura merindad, conjunto de los cinco alfoces que se han mencionado y que se acreditarán documentalmente como entidades administrativas propias y separadas: Cervera, Peñas Negras, Resoba, Mudá y Tremaya. Hacia el año 1040 los hermanos Munio y Guter Alfonso gobiernan en Saldaña, Cea y otros términos y probablemente también en Pernía y Liébana, puesto que descendían de esta última comarca, no siendo por tanto de los Beni Gómez; confirman varios documentos de Piasca, pero a partir de 1047 es conde de Carrión, Saldaña y Liébana Gómez Díaz, hijo de Diego Fernández y que figura en documentos de Santo Toribio y Piasca de los años cincuenta, hasta su fallecimiento en 1057. A partir de 1064 y hasta 1085 los cartularios de Santo Toribio y Piasca registran a Pedro González como conde de Liébana, del que no hay constancia documental de que tuviese intervenciones en Pernía; en 1089 parece que gobierna en Liébana el conde Martín Alfonso, de la familia procedente de esta comarca a la que se ha hecho referencia; era asimismo conde de Cea, por lo que es probable que tuviese también el gobierno de Pernía. En los últimos años del siglo XI es conde de Carrión, Saldaña y Liébana Pedro Ansúrez, sobrino del conde Gómez Díaz y casado en primeras nupcias con Ailo Alfonso, hermana de Martín Alfonso. Fue personaje importante en la corte de Alfonso VI, quien le encargó la repoblación de Valladolid. Pedro Ansúrez fue el último conde de Saldaña y el último Beni Gómez que como tal tuvo dominio sobre Liébana y Pernía. Falleció en 1117 y tras esto, ambas comarcas parece que salieron de la esfera de influencia de Saldaña, constituyendo una entidad territorial y administrativa aparte, con "tenencias" o "mandaciones" propias y cuyos titulares y los de los alfoces o distritos que las constituían figurarán en la documentación de esta época. Es ahora figura destacada el conde Rodrigo González de Lara, cuñado de la reina Urraca, hija de Alfonso VI; es titular de numerosas "tenencias": Trasmiera, Asturias de Santillana, Castilla, Campoo, Liébana; figura en documento de Piasca de 1122 además como "mandante" de Peñas Negras, mientras que Fernando Pérez lo es de Cervera y Mudá. Fernando Pérez es hijo de Pedro Ansúrez y tenía también dominio sobre San Román de Entrepeñas, en Santibáñez de la Peña. En documento de Piasca de 1125, copia del siglo XVIII, Rodrigo González de Lara figura como señor de Asturias, Aguilar, Liébana y Pernía; este último término englobará seguramente todo el territorio palentino que se integrará en el futuro en la merindad de Liébana y Pernía. Enfrentados los Lara con Alfonso VII, el conde Rodrigo cede o ha de compartir sus "tenencias" con el conde Osorio Martínez; posteriormente se reconcilia con el rey y tras un viaje a Tierra Santa, fallece en 1143. En 1142 Alfonso VII y su mujer Berenguela conceden al obispo de Palencia, Pedro y al abad de Santa María de Lebanza, Pedro Humberto, inmunidad a la Abadía con sus términos y posesiones; gran parte de éstas son las mismas que se mencionaban en el documento del conde Alfonso de 932, nombrándose también ahora los alfoces de Cervera y San Juan.