El dragado de profundización del Guadalquivir hasta los 8 metros desde Sevilla hasta su desembocadura está generando bastante polémica. El conflicto de intereses entre las partes involucradas ha pasado a formar parte de una polémica que no hace sino ser el fiel reflejo de un proyecto enrevesado y faraónico, en estos momentos un tanto anacrónico, donde la salud del río ha pasado a formar parte de un segundo plano que parece interesar a mu pocos.
Existe un estudio científico sobre la idoneidad de la obra que no puede ser ni más fiable ni más contundente: en las condiciones actuales del río y su estuario, especialmente en su desembocadura, Doñana incluida, efectuar el dragado puede significar el rejón de muerte para un Guadalquivir que lleva años agonizante por causa de la intervención humana. Pero en este dilema parece que es más importante la pléyade de intereses particulares de diferentes colectivos que se verían de alguna manera afectados por él.
Especialmente llamativa es la actitud suicida de una Autoridad Portuaria de Sevilla que ignora sistemáticamente todas las llamadas al sentido común y al consenso por el interés general y se ha enfrascado en una política de huida hacia delante que posterga a la salud del río y su futura conservación relegados a un segundo plano que resulta indignante. Además, para colmo, utilizando argumentos demagógicos y sin base documental alguna que hieren la sensibilidad de la gente y rayan en el cinismo, como el utilizar la promesa de la creación de un ingente número de puestos de trabajo sin fundamentación ni prueba alguna que lo certifique. Esto, en la tierra más castigada por el paro de todo el país, más que una irresponsabilidad, debería ser considerado un grave delito.
En sevilla report vamos a tratar en profundidad el tema con la intención de explicarlo con todo lujo de detalles y hacerlo más comprensible al lector, para que así pueda formarse una mejor opinión al respecto.
Así comienza la historia de “El castillo en el agua del dragado del Guadalquivir (Parte 1)”