LA HISTORIA DEL REY PIEL DE ROCÍO Richard Adams

Publicado el 12 septiembre 2017 por Biblioteca Virtual Hispanica @BVHispanica

Pienso en dónde empieza y termina casi siempre la gloria de un hombre y proclamo que la mía estaba en los amigos que tenía.W. B. Yeats, The Municipal Gallery Revisited
La lluvia caía sobre la colina en largas y densas cortinas, empapando la hierba y el pequeño grupo de hayas. Avellano y varios de sus conejos estaban sentados cómodamente bajo tierra, en el Panal, acicalándose o charlando del sol de días que aún estaban por venir. Kehaar había llegado desde el sur unos días antes, y estaba sentado a la entrada de su corredor, tranquilo y satisfecho.-¿Quién quiere contar una historia? -preguntó Pelucón dando una voltereta-. ¿Diente de León?-¿Por qué por una vez no lo hace otro? -respondió éste-. Campanilla, cuéntales aquella historia que me contaste el año pasado, sobre El-ahrairah y la guerra contra el rey Piel de Rocío. No la conocen.-Ésa fue la única vez que El-ahrairah fue a la guerra -dijo Campanilla-. La primera y la última.-¿Y ganó? -preguntó Plateado.-Oh, sí, por supuesto. Pero lo más ingenioso fue la manera en que lo logró. De no ser por eso, no estaríamos aquí ahora. -Y prosiguió:Como todos sabemos, los conejos nunca van realmente a la guerra y, ciertamente, El-ahrairah no tenía ninguna necesidad de hacerlo, pues llevaba una existencia feliz en las colinas. Hasta que un día, cuando estaba solazándose bajo el sol, tuvo un sobresalto. Rabscuttle llegó a toda prisa, y era evidente que traía importantes noticias.-¡Señor -le dijo jadeando-, miles de conejos… conejos desconocidos, vienen hacia aquí! Los suficientes para tragarse la colina entera y echarnos de nuestra madriguera y nuestro hogar. Sólo hay una cosa que podamos hacer: correr mientras estemos a tiempo.-Yo nunca corro -respondió El-ahrairah perezosamente-. Quiero ver a esos conejos por mí mismo. Que vengan si quieren.Unos momentos después vio perfectamente las hordas de conejos que subían por la colina. Jamás había visto tantos conejos juntos. Eran tantos que no dejaban ver la hierba. En medio de ellos había un conejo tan grande como una liebre, que se acercó a El-ahrairah y le enseñó los dientes en un gesto poco amistoso.-Tú eres El-ahrairah, ¿no? -dijo el gigantesco conejo-. Es mejor que te largues mientras puedas. A partir de ahora la colina es mía, y mis conejos van a vivir aquí.El-ahrairah miró al conejo de arriba abajo.-¿Y tú quién eres? ¿Cuál es tu nombre?-Soy el rey Piel de Rocío -replicó el conejo-, y no sólo soy señor de los conejos, sino también de las ratas, las comadrejas y los armiños. Debes entregarme a todos tus conejos.El-ahrairah sabía que si se enfrentaba al rey Piel de Rocío, no tendría ninguna posibilidad, así es que dio media vuelta y se marchó para tener ocasión de pensar qué debía hacer. No había ido muy lejos cuando oyó el sonido de pasos apresurados a su espalda y vio que Rabscuttle venía tras él.-¡Oh, señor! -exclamó Rabscuttle-. ¡Ese miserable rey Piel de Rocío ha tomado a vuestra hembra favorita, Nur-Rama, y dice que piensa quedársela!-¡¿Qué?! ¡¿A Nur-Rama?! Lo voy a hacer pedazos, ya lo verás.-No veo cómo -replicó Rabscuttle-. Sus conejos están por toda la colina, y tiene incluso ratas y comadrejas como prisioneros. Me temo que las perspectivas no son muy buenas, El-ahrairah.Al oír esto, el corazón de El-ahrairah se ensombreció, pues no era propio de Rabscuttle decir semejante cosa. Decidió que lo mejor que podía hacer era acudir al príncipe Arco Iris, que tiempo atrás les había dicho que eran libres de vivir en la colina y quedársela para ellos.Llegó a presencia del príncipe poco después de ni-Frith, y le contó su triste historia.-Me temo que no puedo ayudarte, El-ahrairah -le dijo el príncipe Arco Iris cuando escuchó todo lo que tenía que decirle-. Tendrás que derrotar a ese rey Piel de Rocío tú solo. No hay otra solución.-Pero ¿cómo? -dijo El-ahrairah-. Tiene más conejos que margaritas hay en la colina y, de hecho, creo que no tardarán en acabar con toda la hierba.-Te daré un consejo, El-ahrairah. A los tiranos suele odiarlos mucha gente diferente. Seguramente ese Piel de Rocío tiene otros enemigos, aparte de conejos. Necesitarás amigos y aliados.El consejo no hizo que El-ahrairah se sintiera mejor, pero se sentía tan furioso por lo de su hermosa Nur-Rama que estaba decidido a derrotar al rey Piel de Rocío o morir en el intento. Así es que emprendió el camino de regreso a la madriguera.Mientras caminaba, se encontró con un gato que estaba tendido al sol. Aunque parezca raro, el gato parecía inofensivo y El-ahrairah ya pasaba de largo cuando el gato dijo:-¿Adónde vas, El-ahrairah?-Voy a sacarle las entrañas a ese podrido del rey Piel de Rocío -respondió El-ahrairah- y haré que me devuelva a mi coneja.-Iré contigo -le dijo el gato-. He oído que el rey Piel de Rocío ahoga muchas veces a las crías de gato.-Salta a mi oreja entonces -dijo El-ahrairah, y el gato saltó a su oreja y se puso a dormir mientras éste seguía su camino.Un poco más allá se encontró con algunas hormigas.-¿Adónde vas, El-ahrairah? -le preguntaron las hormigas.-Voy a hacer picadillo a ese sucio rey Piel de Rocío -respondió El-ahrairah-, y haré que me devuelva a mi coneja.-Iremos contigo -le dijeron las hormigas-. Ese rey Piel de Rocío no merece vivir. Sus conejos destruyen los hormigueros sin ningún motivo.-Bien, pues saltad a mi oreja -dijo El-ahrairah-. ¡Vamos allá!Así es que las hormigas saltaron a la oreja de El-ahrairah.Al cabo de un rato se encontró con un par de cuervos grandes y negros.-¿Adónde vas, El-ahrairah? -le preguntaron los cuervos.-Voy a dar buena cuenta de ese desagradable rey, Piel de Rocío -dijo El-ahrairah-, y haré que me devuelva a mi coneja.-Iremos contigo -dijeron los cuervos-. No hemos oído más que cosas malas del rey Piel de Rocío. Es un matón y un tirano.-Pues saltad a mi oreja -dijo El-ahrairah-. Me irá bien tener amigos como vosotros.Entonces, aún más adelante, El-ahrairah llegó hasta una corriente.-¡Hola, El-ahrairah! -le dijo la corriente-. ¿Adónde vas? Tienes un aire muy fiero.-Me siento fiero -respondió El-ahrairah-. Voy a destrozarle el hígado a ese apestoso rey Piel de Rocío y haré que me devuelva a mi hembra.-Iré contigo -le dijo la corriente-. He oído hablar del rey Piel de Rocío y no me gusta nada. Se cree demasiado importante.-Bien, pues salta a mi oreja -dijo El-ahrairah-. No, a la otra. Sé que no me voy a arrepentir de tenerte conmigo.Poco después, El-ahrairah llegó a la colina. Y allí estaba el rey Piel de Rocío, rodeado por sus grandes conejos y comiéndose su hierba.-¡Ah, El-ahrairah! -dijo el rey Piel de Rocío con la boca llena-. Te vi salir esta mañana. ¿Qué te trae por aquí?-¡Conejo despreciable y apestoso! -dijo El-ahrairah-. Devuélveme a Nur-Rama y márchate de mi colina.-¡Prended a este animal insolente! -gritó el rey-. Prendedlo y encerradlo con las ratas locas esta noche. Ya veremos si queda algo de él por la mañana.Así es que encerraron a El-ahrairah con las ratas locas.En cuanto anocheció, El-ahrairah cantó:
Sal de mi oreja, gatito,que aquí mil ratas se han perdido.Corre veloz, corre tras ellas, muérdelas hasta que mueran.
El gato salió al instante. Las ratas corrieron en todas direcciones, pero él se movió entre ellas como el rayo y las mató por miles, hasta que no quedó ni una viva. Entonces volvió a meterse en la oreja de El-ahrairah y se durmió.Cuando llegó la mañana, el rey Piel de Rocío les dijo a sus conejos:-Id y traedme la carcasa de ese insolente El-ahrairah, y arrojadla sobre la hierba.Pero cuando entraron, encontraron a El-ahrairah sentado entre las ratas muertas y cantando.-¿Dónde está ese rey abominable? -dijo El-ahrairah-. Decidle que me devuelva a mi hembra.-No la tendrás -dijo el rey-. Lleváoslo y encerradlo con los gatos monteses. Ya veremos en qué quedan las exigencias de este insolente.De modo que encerraron a El-ahrairah con los gatos monteses.En mitad de la noche El-ahrairah cantó:
Que salgan los cuervos,y picoteen sin piedad,y que a estas bestias salvajesenseñen lo que es matar
Y los cuervos salieron de la oreja de El-ahrairah y estuvieron dando picotazos hasta que todos los gatos monteses murieron. Entonces volvieron a su oreja y El-ahrairah se echó a dormir.Por la mañana el rey dijo:-Bien, esos gatos monteses ya habrán dado buena cuenta de El-ahrairah. Será mejor que vayáis y saquéis su cuerpo.Pero los rudos conejos encontraron a El-ahrairah bailando sobre los cadáveres de los gatos monteses y reclamando a su hermosa coneja.-¡No pienso tolerar semejante insolencia! -exclamó el rey Piel de Rocío-. Esta noche nos aseguraremos bien. Lleváoslo y encerradlo con los armiños salvajes.Se llevaron a El-ahrairah y lo encerraron con los armiños salvajes y, en medio de la noche, cantó:
Hormigas, hormigas, salid de mi oreja,que hay armiños a puñados.Morded sus colas y sus cabezas,y que caigan en pedazos.
El enjambre de hormigas salió de la oreja de El-ahrairah. Treparon por los cuerpos de los armiños salvajes. Se metieron en sus cerebros. Y les picaron con tal fiereza que cayeron fulminados y murieron.A la mañana siguiente, como había hecho en las ocasiones anteriores, el rey Piel de Rocío ordenó que le trajeran el cadáver de El-ahrairah. Pero El-ahrairah llegó caminando por propio pie y le dijo:-¡Tú, rey sucio y mugriento, devuélveme a mi hembra!«No entiendo cómo se las arregla este desgraciado -pensó el rey-. Tengo que averiguarlo como sea.»-Esta noche ataréis a este conejo junto al lugar donde duermo. Así sabré qué trama y pondré fin a sus tretas de una vez por todas.De modo que por la noche ataron a El-ahrairah junto al lugar donde dormía el rey Piel de Rocío. Y en mitad de la noche cantó:
Sal, corriente, de mi oreja.Con tus aguas cúbrelo hasta la cabeza.Dale de beber, dale sin pena,y que trague agua hasta que muera.
Y la corriente salió de la oreja de El-ahrairah e inundó aquel lugar. Le subió al rey hasta el cuello y el rey se asustó.-¡Devolvédsela! ¡Devolvedle a su hembra! -gritó-. ¡Vete, El-ahrairah! ¡Déjame en paz!-No. ¡Tú te irás! -le ordenó El-ahrairah-. Suelta a mi hembra. Luego coge a tus desagradables seguidores y abandona mi colina para siempre.Aquella mañana, El-ahrairah pudo por fin reunirse con Nur-Rama, y en la colina no quedó ni un solo pelo del rey Piel de Rocío y sus seguidores. Ésta es la única guerra en la que El-ahrairah ha luchado nunca, y ya habéis oído cómo la ganó.
Desde uno de los corredores les llegó sonido de pasos y, al cabo de un momento, apareció Zarzamora, con el pelaje lleno de gotitas que destellaban.-¡Avellano-rah, ya ha escampado! -dijo-. Ha dejado de llover, y va a hacer una tarde estupenda.Unos instantes más tarde, ya no quedaba en el Panal más que Campanilla, que estaba limpiándose la espalda y recobrándose después de la historia.
Fin