La historia del símbolo @, desde la Edad Media hasta la actualidad

Publicado el 19 diciembre 2025 por Cristianmonroy

El símbolo “@”, conocido hoy como arroba, tiene una historia mucho más antigua que el correo electrónico o las redes sociales. Su trayectoria comienza en los circuitos comerciales y escriturarios de la Edad Media, donde funcionó como abreviatura, unidad de medida y, con el tiempo, como auténtico signo de la cultura mercantil.

Comprender su origen implica mirar al cruce entre lengua, comercio y tecnología, desde las ánforas y pergaminos hasta los teclados modernos.

Raíces medievales y etimológicas

En el ámbito hispano, la palabra “arroba” procede del árabe ar-rub, que significa “la cuarta parte”, aludiendo a la fracción de un quintal medieval. Esta unidad se utilizaba para pesar y medir principalmente vino, aceite y otros productos a granel, con valores que oscilaban entre unos 10 y 16 litros, o 12 a 15 kilos según la región y el tipo de mercancía.

Entonces, el término verbal “arroba” y el signo gráfico asociado se vincularon desde muy pronto al mundo del comercio cotidiano.​

En paralelo, la tradición latina de abreviaturas influyó en la forma del símbolo. Muchos paleógrafos sostienen que la @ nació como abreviatura de la preposición latina ad (“hacia”, “en”, “junto a”) o, según otra teoría, de apud (“en casa de”), muy usadas en documentos para indicar relación entre personas, lugares o destinatarios.

El trazo estilizado de una “a” rodeada por un giro envolvente habría sintetizado esas letras, haciendo el signo rápido de escribir y reconocible para los escribas.​

Uso comercial en la Edad Media

En los mercados mediterráneos de la Baja Edad Media, especialmente en la península ibérica y en ciudades italianas, la @ empezó a aparecer en registros contables como marca asociada a la unidad de medida “arroba”.

En inventarios, cartas de mercaderes y libros de cuentas, el símbolo se colocaba junto a cifras numéricas para indicar cantidades de vino, aceite u otros productos almacenados en ánforas o barriles. Un documento muy citado es una carta comercial de 1536, donde un comerciante sevillano menciona “una @ de vino”, prueba temprana del uso del signo con valor comercial concreto.​

Este uso respondía a necesidades prácticas: ahorrar espacio y tiempo en soportes caros como el pergamino y evitar ambigüedades en las anotaciones de precios y cantidades.

Al leerse como “a” o “cada”, la @ funcionaba también como “a comercial”, ligando cantidad y precio unitario (“3 unidades @ 5 libras cada una”). Esa doble función, unidad de medida y marca de precio por unidad, consolidó el símbolo en la cultura mercantil mucho antes de la era digital.​

De la escritura manual a la mecanografía

Con la expansión de la imprenta y, más tarde, de la mecanografía, muchas abreviaturas medievales desaparecieron, pero la arroba sobrevivió gracias a su utilidad en el comercio y la contabilidad.

En libros de cuentas impresos, tarifarios y documentos administrativos siguió utilizando la @ como signo de precio unitario, particularmente en contextos anglosajones donde se le asociaba a “at” (“a razón de”). Esa lectura fonética reforzó la idea de la @ como un vínculo entre cantidad y valor, manteniendo viva la tradición medieval de la “a comercial”.​

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, el símbolo se incorporó a muchas máquinas de escribir como carácter tipográfico específico.

Esta decisión no fue casual: respondía a la demanda de oficinas y comerciantes que lo empleaban de forma habitual en facturas, listas de precios y correspondencia comercial. La presencia de la @ en el teclado se convertiría después en una pieza clave para su salto al mundo informático.​

Transformación en icono digital

El gran giro moderno llegó en 1971, cuando el ingeniero Ray Tomlinson, al diseñar un sistema de correo electrónico entre computadoras, necesitó un signo para separar el nombre del usuario del nombre de la máquina o servidor.

Eligió la @ precisamente porque casi no se utilizaba en lenguaje ordinario, pero sí evocaba la idea de “en” o “en casa de”, heredada de la preposición latina y del uso comercial “at”. Con esa elección, la arroba pasó de ser un signo relativamente oscuro a convertirse en el corazón de las direcciones de correo electrónico en todo el mundo.​

Desde entonces, la @ ha ido acumulando nuevos significados simbólicos y sociales. Además de identificar direcciones de e-mail, hoy sirve para mencionar usuarios en redes sociales, expresar inclusividad lingüística en algunos contextos y representar, de forma informal, la propia idea de Internet.

Sin embargo, detrás de ese icono digital contemporáneo late todavía su pasado medieval como abreviatura económica, unidad de medida y marca gráfica nacida en los mercados y en los escritorios de escribas y mercaderes.​

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