Soy un firme defensor del Estado como actor en la economía, la cultura y la sociedad. No como el principal actor, ya que éste debería ser la sociedad civil, pero si como un pilar importante a la hora de difundir cultura bien sea financiando exposiciones, bien sea ampliando la joya de la Corona del Reino: El Museo Nacional del Prado. Pero el reciente escándalo del Diccionario Biográfico Español ha puesto de manifiesto las carencias de los estudios oficiales. No solo de los estudios oficiales, sino de la existencia o labor de la institución que lo ha llevado a cabo. Desconocida para casi todos (yo en cinco años de licenciatura en historia no he oído jamás mencionarla en clase) la RAH es una institución realmente inútil, al contrario que sucede con su homóloga de la Lengua, que con sus procedimientos y estatutos muchos más flexibles y modernos la hacen referencia en la segunda lengua del planeta. No así la RAH, que no aporta absolutamente nada -salvo polémica en este caso- al estudio de la historia. Podríamos decir que su ámbito es sumamente erudito y que pocos podemos acceder a ese nivel, pero estaríamos errando también el tiro, ya que el CSIC es una institución pública que aporta muchísimo más al estudio de la historia que la arcaizante RAH. Y esto es porque el espíritu del CSIC es más liberal y el de la RAH sigue enraizado en el Antiguo Régimen que le dio vida.
Soy un firme defensor del Estado como actor en la economía, la cultura y la sociedad. No como el principal actor, ya que éste debería ser la sociedad civil, pero si como un pilar importante a la hora de difundir cultura bien sea financiando exposiciones, bien sea ampliando la joya de la Corona del Reino: El Museo Nacional del Prado. Pero el reciente escándalo del Diccionario Biográfico Español ha puesto de manifiesto las carencias de los estudios oficiales. No solo de los estudios oficiales, sino de la existencia o labor de la institución que lo ha llevado a cabo. Desconocida para casi todos (yo en cinco años de licenciatura en historia no he oído jamás mencionarla en clase) la RAH es una institución realmente inútil, al contrario que sucede con su homóloga de la Lengua, que con sus procedimientos y estatutos muchos más flexibles y modernos la hacen referencia en la segunda lengua del planeta. No así la RAH, que no aporta absolutamente nada -salvo polémica en este caso- al estudio de la historia. Podríamos decir que su ámbito es sumamente erudito y que pocos podemos acceder a ese nivel, pero estaríamos errando también el tiro, ya que el CSIC es una institución pública que aporta muchísimo más al estudio de la historia que la arcaizante RAH. Y esto es porque el espíritu del CSIC es más liberal y el de la RAH sigue enraizado en el Antiguo Régimen que le dio vida.