La historia de los acontecimientos se escribe sola. Los que la interpretan son harina de otro costal. No voy a obviar los orígenes de la conmemoración del Día de la Mujer Trabajadora ni me voy a privar del gusto de añadir trigo de mi cosecha.Fue proclamado en 1910 por La Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (enCopenhague) a propuesta de la alemanaClara Zetkin, como recuerdo de una huelga que aconteció en Nueva York, en 1857 —en la cuál 129 obreras murieron después que los patrones hubieron incendiado la fábrica ocupada—, como una jornada de lucha por los derechos de las mujeres. Se celebró por primera vez el19 de marzo (¡qué casualidad, el Día del Padre!) enAlemania,Austria,DinamarcaySuiza, con mítines exigiendo para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. Menos de una semana después, el25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle (tesis avalada por Isabel Álvarez Gómez). Otras fuentes lo fechan el 8 de marzo de 1908, cuando murieron calcinadas 146 trabajadoras de la fábrica textil Cotton, también deNueva York en un incendio provocado ante la negativa de abandonar elencierroen el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían.En 1917, las mujeres rusas escogieron el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de "pan y paz". Cuatro días después elZar se vio obligado a abdicar, y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto.Baile de cifras y ubicaciones que espero que no den origen a disputas sobre el dueño de la verdad y no desvirtúen el verdadero objetivo.PERO LA HISTORIA VIENE DE ANTES Y CONTINÚAEl 8 de Marzo del 2010 se cumple un siglo de la Real Orden de 1910 que autorizó el acceso de las mujeres a la Universidad en España, a poco de ser nombrada consejera de Instrucción Pública Emilia Pardo Bazán —coetánea de Clara Zetkin— quien había afirmando en el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués de 1892 que «la educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues tiene por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión». Antes sólo algunas mujeres habían logrado una licenciatura, tras la autorización del Consejo de Ministros, o disfrazándose de hombres, como hizo Concepción Arenal para estudiar Derecho en la Complutense.Pero podemos seguir viajando en el tiempo para no olvidar a mujeres —heroínas, humanistas, ilustres o anónimas, reinas o plebeyas, místicas o laicas— que abarcaron toda la gama de la lucha por sus derechos en las condiciones culturales, etnográficas y sociológicas propias de cada época. ¿Por qué no empezar por Eva, la de la manzana y su derecho a elegir? Y Dalila (la peluquera de Sansón), Circe dirigiendo a Odiseo, Hatshepsut de faraona, Níobe haciendo beber los vientos por ella al mismísimo Zeus, Safo pregonando su identidad sexual, Makeda y Semíramis ejerciendo de reinas de Saba y Asiria, Lisístrata convocando la primera huelga sexual para frenar una guerra —creo haber oído que algo similar se ha propuesto o ejecutado en nuestros días—, Cleopatra pasándose a todo un triunvirato por el Arco de Triunfo, las Juanas (Papisa, de Arco y la Loca), Lady Godiva paseando su desnudez en defensa de la rebaja de impuestos, La Malinche instruyendo a Hernán Cortés, Teresa de Jesús, María Tudor «la sangrienta» (titular del epónimo Bloody Mary). Y Florence Nightingale, ángel de la enfermería; las hermanas Mirabal, guerrilleras dominicanas contra Trujillo; la CoronelaJuana Azurduyen elPerú, Irena Sendler ( "El Ángel del Gueto de Varsovia"), la Confederación iroquesa, símbolo (¡desde el siglo xii!) de la participación femenina en la democracia, Marie Curie y Dorothy Crowfoot, premios Nobel; Frida Kahlo capaz de despedirse de su vida de sufrimiento diciendo “espero alegre la salida y espero no volver jamás”; Rigoberta Menchú… y un etcétera tan largo que esta vez no puedo decir que me he dejado alguna en el tintero porque el tintero sigue a rebosar.