En estos tiempos de inmediatez en el acceso a los datos y la información es difícil encontrarse con grandes fiascos de comunicación, más allá de las torpezas propias de los protoganistas.
Ahora sabemos en tiempo real los resultados de unas elecciones; incluso se da la paradoja de que, mientras el portavoz del gobierno ofrece cifras provisionales, los espectadores ya disponemos de información más actualizada.
Ahora, con los medios de comunciación generando contenidos permanentemente en sus plataformas digitales, los cambios, actualizaciones, errores... se corrigen inmediatamente. Así que no es habitual leer errores de bulto en las portadas, más alla de la intepretación ideológica que cada medio quiera hacer o de las previsiones que arrojen las encuestas especulativas.
Solo los medios en papel corren el riesgo de anticipar un resultado que a la mañana siguiente no se confirme. Y aún en estos casos, tienen medios para modificar sus informaciones a través de la pertinente rectificación digital.
Pero esto no era así hace apenas unos años. Los periódicos apuraban la impresión de sus titulares todo lo posible hasta que los resultados parecieran inapelables. Y, a la mañana siguiente, la gente compraba su diario en el kiosko y se enteraba de qué había pasado la jornada anterior. La cautela obliga a no anticipar conclusiones en caso de duda. Pero ha habido casos en los que audaces editores se la han jugado a la hora de dar por vencedor a un candidato cuando, apenas unas horas después, con el recuento definitivo, su previsión ha resultado errónea.
El caso más sonado fue el del Chicago Tribune del 3 de noviembre de 1948.
El día 2 se había celebrado elecciones presidenciales en los Estados Unidos de Norteamérica.
Concurrían el candidato Republicano Thomas E. Dewey y el demócrata Harry S. Truman, que aspiraba a conseguir la presidencia a través de unas elecciones, toda vez que la había alcanzado al ocupar, como vicepresidente, el puesto que dejó vacante el temprano fallecimiento del titular del cargo, Franklin D. Roosevelt.
Las elecciones fueron reñidas, pero todos los indicios apuntaban a una vitoria republicana. Analistas clarividentes y tradición consideraban inevitable que Thomas E. Dewey alcanzara la presidencia: el demócrata Roosevelt había ganado 4 veces consecutivas por lo que una quinta victoria demócrata consecutiva era poco probable.
(La vigésimosegunda enmienda de la Constitución de los EE.UU., aprobada en 1951, limitó el ejercicio de los presidentes a dos periodos consecutivos).
Así que el Chicago Tribune, basándose en su intuición y en la de sus analistas, y en lo inédito de la posibilidad de victoria de Truman, se adelantó a todos y publicó una portada histórica: Dewey defeats Truman.
Y el texto que acopañaba la noticia no dejaba lugar a dudas:
Dewey obtuvo una victoria arrolladora en las elecciones presidenciales de ayer. Los primeros resultados mostraron que el partido republicano se mostraba bastante consistente en los estados del oeste y el sur; los recuentos completos revelarían que Dewey ganó la presidencia por una aplastante mayoría del voto electoral.A pesar de que conforme avanzaba la noche estas aformaciones iban quedando en entredicho, el diario siguió imprimiendo sus ejemplares de forma contumaz.
El responsable de esta decisión fue el avezado analista político Arthur Sears Henning, que había predicho con éxito el resultado de 4 de las últimas 5 contiendas electorales. Su "prestigio" se impuso las evidencias de los datos. Se calcula que se imprimieron unos 150.000 ejemplares de esa portada.
A la mañana siguiente, con los resultados ya confirmados en todos los estados de la Unión, resultó que el ganador había sido Harry S. Truman, que posaba así de eufórico ante sus acólitos:
El resultado fue ajustado, efectivamente, pero el fiasco fue histórico; seguramente como consecuencia de las malas relaciones del medio con el candidato, que le cegaron.
Hoy en día esto es imposible. Sobre todo por los medios de los que disponemos, pero también, y no menos importante, por la cautela con la que los medios impresos se conducen ante resultados inciertos.