“Es muy probable que la historieta peruana haya nacido de la vinculación entre las anécdotas costumbristas (propias de los artículos de costumbres) y la vocación gráfica del entorno: innumerables semanarios se sucedieron en la segunda mitad del siglo XIX y generaron un espacio nuevo en la comunicación peruana”, según comenta Carla Sagástegui, curadora de la exposición y catedrática de la PUCP.
Sagástegui desde el día siguiente a la exposición, jueves 03 de febrero dictará un taller de comic dedicado al argumento de la historia, el cual seguirá todos los jueves de febrero (03, 10, 17 y 24) en los horarios de 6:30 a 7:30 p.m. En la última sesión del taller se dictará un curso rápido de story board.
Y para los amantes de las historietas el miércoles 09 de febrero se realizará un conversatorio con Juan Acevedo, el creador del Cuy, La araña no, a partir de las 5:00 p.m. en nuestro auditorio. El ingreso a todos los eventos es libre.
La historia de la historieta
Las primeras viñetas narrativas aparecieron en las páginas de El Perú Ilustrado (1887) dedicadas a satirizar nuestra abnegación por la moda o la antipatía por la suegra. Los maestros Armando Lazarte y Evaristo San Cristóval unieron sus esfuerzos y empezaron a gestar un proyecto, por entonces llamado “grabado epigramático”. Uno de sus discípulos, Julio Málaga Grenet, fue el mayor exponente del modernismo en nuestra historieta, primer estilo gráfico que podemos reconocer claramente, sobre todo debido a su éxito en las revistas satíricas que seguían modelos europeos.
El modernismo cambió la idea del dibujo al priorizar el contorno definido por la línea negra, recurso que inauguró la esencia del lenguaje gráfico de la historieta convencional. Las firmas más representativas que ilustraron los semanarios de la primera década del siglo XX, Chambón y Polar, y Málaga y Grenet y Valdelomar en Monos y Monadas (1906), crearon sus propios estilos modernistas en esta joven historieta que decidió volcarse a la sátira política, pero que nos alejó de la escuela estadounidense, concentrada en las aventuras de un solo protagonista por largas temporadas. Solo el público infantil, y en una sola revista, Figuritas, fue entretenida con las travesuras de niños de ficción.
Así, tras los boom de historietas en diversos lugares del mundo, nace en Perú la primera revista íntegramente dedicada al género: Palomilla (1940) surgió la historieta de acción que conjugaba personajes caricaturescos con otros realistas, al parecer mucho más cercanos a la vocación estética que primaba en el Perú, tal como lo demuestran las dos largas sagas historietísticas que acompañaron por cuatro años a la revista Clímax (1943): Las aventuras de Pichiruchi de Arístides Vallejo y La Rayo de Predo Challe.
En 1952, en un “acto sin precedentes”, como ha señalado Mario Lucioni, el diario Última Hora “despidió a todos los personajes y anunció el arribo de nuevas historietas, cada una a la búsqueda de una estética peruana proyectada hacia los diferentes integrantes de la familia: Sampietri, Serrucho, Boquellanta…Poco tiempo después lo hizo el diario El Comercio, con el criollo Manyute y el astronauta peruano Chépar, quien generó un espacio más amplio para la ficción y el absurdo.
• Diversos personajes de antaño como Chépar, Manyute, el Super Cholo y actuales como el Cuy, invaden las instalaciones de la Casa de la Literatura Peruana