Con el cierre de la fábrica Pleyel se pone una piedra más en la tumba de la sonoridad pianística. No voy a entrar en los detalles y razones económicas (ya es llamativo o sugerente que aparezca en el periódico "El Comercio", antes que "El Arte" o "La Cultura" ;) del por qué de este cierre. Este mundo global tiende a igualar, a homogeneizar, con el coste que esto tiene: pérdida de identidad!
En el universo del piano está pasando otro tanto: antes los pianos podían diferenciarse por su "sonido", su timbre especial, único (igual que los pianistas podían reconocerse en una grabación sin que tú supieras quien tocaba la misma obra, a ciegas, como las audiciones de "La voz").
Era la marca predilecta del compositor Falla por ser más acorde su dulzura con su manera de tocar y concebir el tono base, el sonido. El piano de mi profesor también es Pleyel, y eso marca estilo, en mi opinión. Escuchar diez mil horas o más un timbre concreto deja huella neuronal (positiva en este caso:)
Chopin prefería la marca Pleyel, (y los modelos verticales especialmente, por su timbre especial y otras características) y Liszt, Erard. O Mozart, Stein y Beethoven, Broadwood... Era por algo!
Yo particularmente soy un enamorado de la sonoridad de
los Bechstein, de los Blüthner especialmente (por sus notas más largas, más cantabiles, con más armónicos al tener el sistema único Alícuot), o de muchos Kawai antes que de ciertos Yamaha. Son preferencias personales basados en gustos estéticos. Simplemente uno puede ser más partidario de la dulzura tímbrica (armónicos pares más reforzados) que del carácter metálico (armónicos impares).
La calidad de la madera, sus características constructivas, la calidad del fieltro o recubrimiento del macillo, etc... no es exactamente idéntica aún (menos mal!) en la actualidad. Hay pequeñas diferencias. Pero en general el piano actual es mucho más homogéneo, todas las marcas son más parecidas entre sí que hace unos doscientos o cien años, donde cada instrumento tenía un sello, una personalidad especial.
Un ejemplo de los pianos que aún conservan más diferenciado su propio "timbre" es Schimmel. Como no me gusta mucho hablar sinestésicamente: mejor escucharlo. Y mucho mejor en directo para no perderse su cualidad colorística!
Va a pasar como con el caso Hatto, la pianista británica fraudulenta al final de su vida. Para muchos daba igual si tocaba la Iberia Hatto (figuraba en los créditos) o Heisser (el pianista real utilizado). En un mundo donde las diferencias cada vez eran más pequeñas, nadie protestó mucho al principio. Si se busca a un producto standard, igualado mundialmente, tanto el instrumento como la interpretación corremos ese riesgo, que no haga falta ninguna interpretación más ni que las fábricas compitan entre sí, con una "fábrica mundial de pianos única" bastará (ojalá nunca llegue ese día)!