A pesar de no tener el prestigio y la alabanza del gran público, en mi opinión los westerns de John Sturges son de los mejores de la historia del cine del oeste, es verdad que Sturges siempre estuvo un escalón por debajo de Ford, Hawks y Mann, pero como mínimo a la altura de Hathaway, Walsh, Douglas o Daves. Lo único que le falto quizás fue una obra maestra que le metiese en el Olimpo de los directores del western, pero dirigió un puñado de películas del oeste dignas de ser recordadas: Joe Kidd (1972), La batalla de las colinas del whisky (1965), Los siete magníficos (1960), El último tren de Gun Hill (1959), Desafío en la ciudad muerta (1958), Duelo de titanes (1957) y El sexto fugitivo (1956).
"La hora de las pistolas" narra de nuevo la historia del famoso duelo de pistolas entre la familia Clanton contra Wyatt Earp y su inseparable amigo Doc Holliday en la ciudad fronteriza de Tombstone (OK Corral). El argumento es bien sencillo Ike Clanton (Robert Ryan) es un hombre poderoso que tiene atemorizados a los habitantes de un pequeño pueblo. Cuando el agente federal Wyatt Earp (James Garner) y su inseparable amigo, pistolero y jugador profesional, Doc Holliday (Jason Robards), llegan a la ciudad para imponer la ley, Clanton no duda en comprar a un sheriff corrupto para acabar con ellos. A partir del momento en que los pistoleros de Clanton asesinan por la espalda a uno de los hermanos de Wyatt, la única obsesión de éste será vengar su muerte y limpiar de pistoleros la ciudad.
Esta versión quizás sea la menos conocida del duelo entre los hermanos Earp y la familia Clanton, pero no por ser menos conocida es digna de ser recordada. No llega a la altura de sus predecesoras “Duelo de titanes” (1957) del propio Sturges y la mejor de todas ellas la particular versión de John Ford “Pasión de los fuertes” (1946). Existen otras dos versiones modernas de este duelo que también me gustan como son: “Tombstone: la leyenda de Wyatt Earp” (1993) de George Pan Cosmatos y la interesante “Wyatt Earp” (1994) de Lawrence Kasdan.
A John Sturges le gustó tanto los personajes Wyatt Earp y de Doc Holliday, que una década después rodó la continuación de la historia con otros dos diferentes actores (James Garner y Jason Robards). Pero el año en que se encuentra rodada esta película el western había cambiado, se llevaba ya el estilo que estaba intentando imponer Sam Peckinpah en EE.UU y en Europa nacía un nuevo género del western llamado spaguetti-western. Por eso “La hora de las pistolas” es un western más violento, crepuscular, melancólico y triste.
Los personajes son más taciturnos, lacónicos y solitarios. Y una característica de este tipo de westerns la poca importancia de las mujeres en ellos, de hecho es esta película no hay ni una sola mujer en toda la película. Un mundo totalmente de hombres, donde el amor no tiene cabida en vida de los protagonistas.
Otra virtud del film es que empieza donde termina las otras dos versiones, el principio es el duelo de pistolas en OK Corral, y la historia avanza por terrenos desconocidos para el espectador, qué paso con nuestros protagonistas después del duelo es el interrogante que intenta desvelar esta película. En la realidad el cabecilla de la familia Clanton no moría en el duelo de OK Corral, cosa que si ocurría en las películas “Duelo de titanes” y “Pasión de los fuertes”, por eso los hechos reales que ocurrieron a continuación pudieron ser perfectamente como los narra el film.
Después del tiroteo, los Earp y Doc Holliday fueron acusados de asesinato, pero en la audiencia preliminar el juez de paz determinó que no había suficientes pruebas para un juicio. Sin embargo, tras la audiencia, uno de los hermanos de Wyatt, Morgan, fue asesinado y el otro herido gravemente quedándose inválido, como resultado de las venganzas que siguieron. Tras estos hechos, Wyatt, acompañado de Doc Holliday, emprendió una venganza personal persiguiendo y matando a aquellos hombres que creían que eran responsables. Al finalizar esta venganza, Wyatt y Doc se separaron y Doc moriría de tuberculosis.
Ike Clanton después de matar a sangre fría a uno de los hermanos Earp (Morgan), su banda participó en múltiples conflictos en Condado de Cochise (Arizona) incluyendo robos de diligencia y robos de ganado, hechos que todos ellos quedan reflejados en esta película.
La presentación de los personajes es magnífica, los hermanos Earp junto su inseparable Doc Holliday dirigiéndose hacia el corral para batirse en duelo contra la familia Clanton, bajo los acordes de la insuperable música de Jerry Goldsmith, un música fúnebre que impacta mucho al espectador (mientras van saliendo los títulos de crédito).
Muchas imágenes para el recuerdo: el cortejo fúnebre que termina con el funeral de uno de los hijos de Ike Clanton en la cima de una colina, a través de una cámara que lo ve desde la lejanía, y la impactante escena de los cadáveres de los Clanton expuestos en el escaparate de la funeraria (homenajeada por Eastwood en “Sin perdón”).
Las escenas de los tiroteos son espectaculares, el tiroteo que abre la película, el que ocurre en un apeadero de la diligencia, en una estación del tren o el que cierra la película.
En uno de ellos, Wyatt Earp permite a uno de los esbirros de la banda, que dispare a la cuenta de dos, mientras que él lo hace a la cuenta de tres, y como el miedo le hace al final al esbirro de los Clanton salir derrotado y morir acribillado.
En mi opinión lo que más lastra la película es la interpretación de Wyatt Earp por James Gardner, muy lejos de las recordadas por actores con más carisma como fueron las interpretaciones de Burt Lancaster, Henry Fonda e incluso Kevin Costner. Sin embargo, la interpretación de Doc Holliday por parte de Jason Robars es muy convincente y magnífica. También es muy buena la interpretación del malo de la función, el siempre extraordinario Robert Ryan, uno de los mejores secundarios que nos ha dado la historia del cine, donde su figura daba lustre en las películas que salía, por pequeño que fuese su papel.
Lo mejor de la película es la relación de amistad entre Wyatt Earp y Doc Holliday, a pesar de estar gravemente enfermo, Holliday no duda en unirse a su amigo para realizar una venganza en la cual ni siquiera cree, quizás porque no puede negarse en prestar ayuda al único amigo que ha tenido en esta vida. Wyatt va a visitar a Doc que se encuentra ingresado en una clínica y le dice que va a volver a Tombstone, sin embargo su intención es ir a México para completar su venganza contra Ike Clanton (Robert Ryan), pero cuál es su sorpresa que a pesar de no contarle sus verdaderas intenciones a Doc, aparece en el tren hacia México para ayudarle.
- ¿Tienes algún plan?
- Sí, eliminar a todo el mundo que se ponga por delante.
- A eso le llamas un buen plan.
- ¿Tienes alguno mejor?
- No, ninguno.
Y es el único que sabe que si Wyatt se venga de los asesinos de su hermano al margen de la ley, será el principio del fin de sus ideales y creencias.
- Tienes que cumplir las leyes Wyatt o te destruirás a ti mismo.
Son unos nuevos tiempos para el western, por eso es una película enormemente violenta, como muestra el salvaje asesinato por la espalda de uno de los hermanos de Wyatt o la escena donde se dirige a la búsqueda de los bandidos que han robado la nómina hacia un apeadero en un pueblo desértico, que junto con la música y el paisaje recuerda en muchos aspectos al nuevo género que estaba naciendo en Europa llamado spaghetti-western. El paisaje también es un poco distinto a otras versiones, rodada en los famosos Estudios Churubusco (Azteca), en lujoso Panavisión, color de Luxe.
Y por último la bonita despedida entre Wyatt y Doc, cuando le va a visitar a la clínica donde está ingresado Holliday, porque está gravemente enfermo por tuberculosis. Y cuando le ve partir le dice un “hasta la vista”, sabiendo y teniendo consciencia que nunca más se volverán a ver. La mirada de Wyatt de ternura y cariño por su amigo que sabe que va a morir es de lo más hermosa.
Así que si queréis ver como continúa la historia del duelo de pistolas más famoso del salvaje oeste, no os perdáis un gran western muy olvidado por la crítica y el público.