La última espiral sanguinaria se inició en junio pasado con el secuestro y asesinato de tres adolescentes judíos en Cisjordania, lo que provocó que, en venganza, varios israelíes quemaran vivo, un mes después, a otro joven palestino, al tiempo que el Ejército de Israel emprendía la enésima campaña militar en Gaza, que se salda con 2.000 palestinos y 70 israelíes muertos en el fragor ciego del combate, y la destrucción de la mayoría de los túneles que sirven de avituallamiento (de víveres y armas) a los habitantes de aquella franja árabe, al sortear bajo tierra la frontera del vecino Egipto.
De ahí que la iniciativa surgida en los últimos meses por conseguir que se haga realidad el proyecto de un Estado propio palestino sea, en contra de lo temido por Israel, una vía necesaria e ineludible para conseguir la pacificación y la estabilidad en el Cercano Oriente. Suecia lideró en Europa esta vía al ser el primer país de la Unión Europea que reconoció oficialmente Palestina como Estado. Le siguieron Reino Unido e Irlanda, cuyos parlamentos aprobaron proposiciones no vinculantes al respecto pero que representan un fuerte carácter simbólico en esta dirección. Y ahora también lo hace España, donde el Congreso, casi por unanimidad, insta al Gobierno a reconocer el Estado palestino, con el apoyo de todos los grupos parlamentarios (319 votos a favor, una abstención y dos noes). Europa como institución se suma a ese respaldo con el apoyo de la nueva jefa de la diplomacia, Federica Mogherini, que asegura perseguir tal logro durante el mandato que ahora comienza.
Para unos, debe ser fruto de las negociaciones de paz; para otros, el inicio de esa negociación. Unos entienden que otorgarles el reconocimiento como Estado sería una acción unilateral que contraviene el espíritu de las negociaciones, pero otros están convencidos de que sólo desde la consideración como iguales podrían alcanzar la deseada paz entre ellos, al tiempo que se delimitan fronteras definitivamente, se aplican las resoluciones de la ONU y concluyen las ocupaciones territoriales por parte de Israel. Poco a poco, ante el fracaso de la vía militar o la fuerza, se va imponiendo la del mutuo reconocimiento y la negociación.