Al norte de Paris, un grupo de policías corruptos intenta vengar la muerte de uno de los suyos en un edificio que sirve de escondite para el gangster culpable. En medio del enfrentamiento entre ambos, algo inimaginable sucede: el apocalipsis zombie se desata y una horda de criaturas sanguinarias y caníbales invaden el edificio atacando salvajemente a todos. Inesperadas alianzas nacerán cuando vean su vida en peligro.
Tenía pendiente de comentar esta película desde que le echara un vistazo allá por junio del pasado 2010 (en realidad tengo una buena lista de pendientes que espero vayan cayendo poco a poco...), y creo que ya va siendo hora de expresar mi opinión sobre este nuevo punto de vista del apocalipsis zombie bajo prisma francés.
Y es que en La Horde los protagonistas absolutos son los zombies, de los que corren que se las pelan y tienen un hambre voraz. Ellos son el ingrediente imprescindible de una película que comienza jugando un poco al despiste, ofreciendo un inicio con un marcado carácter de cine negro, con acción y trama policial para, en apenas un abrir y cerrar de ojos, abrir la Caja de Pandora y desatar el caos: un muerto que se levanta hambriento, los presentes que se quedan atónitos ante lo que están viendo, y pies para qué os quiero. Comienza un corre-que-te-pillo en pos de la supervivencia dentro de un bloque de viviendas, con lo que el toque de claustrofobia y agobio está servido.
Así, seremos testigos de cómo una serie de personajes en principio incompatibles establecen una serie de forzados lazos de colaboración para intentar salir con vida del edificio, que se ha convertido en un hervidero de zombies, sin contar el infierno que le espera fuera, donde el apocalipsis zombie se ha desatado por completo y el panorama no es nada alentador. Policias cabrones, delincuentes con un resquicio de honor y un añadido de última hora: un vecino viejo y paranoico, veterano de guerra que confunde zombies con chinos y chinos con zombies, debido a su pasado en la Guerra de Indochina, que tiene armamento como para parar un tren. Será quien ponga las mayores dosis de humor negro, abundante en esta historia.
El guión es realmente plano y se limita a ese juego del gato y el ratón entre humanos y zombies, porque la trama policial y de venganza que subyace apenas si es protagonista al comienzo de la historia y al final, uno de esos finales que a mí personalmente tanto me gustan, y no voy a decir nada más... Seremos testigos de situaciones realmente bien resueltas, otras que chirrían bastante y nos dejan en la boca sabor a cliché, pero no importa dado el ritmo tremendo de montaña rusa que le imprimen a la historia. Incluso deja un puñadito de escenas para el recuerdo, pero yo me quedo con la panorámica de París desde la azotea del edificio: ¿seremos testigos algún día de un fin del mundo similar? No lo sé, pero impone lo suyo (por no decir que acojona).