Quien no quiera ver esto, es que es un cobarde, y no hay más ciego que el que no quiere ver.
Los sucesivos gobiernos españoles del PP y el PSOE han optado por el apaciguamiento cobarde, dándole a Marruecos una serie de ingentes privilegios, como la ruina de nuestra agricultura. Pedro Sánchez ha superado a todos los gobiernos anteriores en cobardía y sometimiento a Rabat, país al que trata como el mejor amigo de España, cuando es nuestra mayor amenaza.
Pero la voracidad de la bestia marroquí no tiene limites y los que se creen que van obtener la reciprocidad de Marruecos están equivocados porque el mensaje que transmitimos es la de un país cobarde que se deja chantajear. Los conflictos que se cierran en falso se vuelven a reproducir en el tiempo.
Como ha ocurrido con la falsa paz y derrota de ETA en el País Vasco, Marruecos sabe manejar muy bien sus tiempos y cree que, de momento, cuando su chantaje le está reportando grandes beneficios, no tiene sentido disparar un fusil. El chantaje marroquí será cada vez mayor, hasta que se haga más insoportable. Si España fuera un país valiente, sería al revés ya que Marruecos quiere estar en Europa y para eso la situación geográfica de España es inmejorable.
Si España mantuviera un conflicto con Marruecos, la inmigración marroquí tomaría partido por la causa de Marruecos, ya que a los musulmanes lo que les vertebra es el Islam. Esos cientos de miles de marroquíes en edad militar, muchos de ellos habituados a la violencia, constituyen un enorme riesgo, todo un caballo de Troya instalado en el corazón de España que provocaría matanzas y guerrilla urbana.
España está jugando con fuego en sus relaciones con Marruecos y no existe otro culpable que Pedro Sánchez y, en parte, el Ejército español, cada día más controlado y sometido al sanchismo a través de sus mandos.
Francisco Rubiales