Ahora comprendemos que este simulacro de estrangulamiento era premonitorio de lo que iban a decidir después.
Hoy leyendo la prensa digital, me he encontrado con este artículo, de Pascual García, que expone con claridad por qué muchos analistas consideran esta huelga como la más difícil de la democracia, al mismo tiempo que, visto el panorama, se tiene, se debe convertir en la más necesaria.
Motivos de preocupación:
- El tsunami conservador nunca había sido tan abrumador ni tan audaz ni nunca antes había planificado, con tal grado de precisión, los pasos necesarios para desmantelar el actual sistema de relaciones labores, el estado del bienestar y los derechos de los trabajadores.
- Las políticas de ajuste duro y de equilibrio presupuestario están sancionadas, bendecidas y consagradas por la Unión Europea, que se ha convertido en el mayor valedor del retroceso de los derechos sociales y que no pestañea a la hora de cargar sobre los hombros de los asalariados las consecuencias de una crisis que prendió la especulación financiera, rescatada de su miseria con el dinero de todos y que no ha aportado nada a cambio. El despido improcedente pagado con 45 días por año trabajado es historia, pero los paraísos fiscales y la desregulación fiscal que permite la evasión de miles de millones de euros que serían suficientes para zanjar nuestra deuda siguen siendo, inexplicablemente, intocables. Los chicos de Dios no pagan impuestos, los ricos tampoco, las grandes empresas para qué te voy a contar. Aquí solo pagan impuestos los pringaos, y cada día que pasa unos miles de ellos se van quedando en el paro.
- Las campañas sectarias y tramposas de los medios conservadores y ultraconservadores, conscientes de que los sindicatos son, a día de hoy, el único contrapeso posible a los intereses de los lobbys financieros y especulativos. A los sindicatos les llueven las hostias desde todos los ángulos del ring. Desde la derecha zafia, que mete en las redes sociales el Rolex de Cándido Méndez- que no es ni Rolex ni nada-, y que, sin embargo, no dice ni pío de las basuras que se le enciman en la chepa a uno de los padres intelectuales de toda esta mierda de la libertad para putear a clientes y empleados que representa, como nadie, don de Gerardo de Díaz de Ferrán, el ideólogo empresarial de doña Esperanza Aguirre.
- La callada presencia de los amigos de sí mismos y de nadie más, los intocables, los puros de espíritu, los no contaminados, los indignados que nos hicieron soñar y que desde que son los de la gaviota quienes manejan las delegaciones del Gobierno están desaparecidos. Íbamos a convocar una huelga general sin sindicatos y no fuimos capaces. Pero da lo mismo. En casa, con el twitter, se puede seguir diciendo que estos cabrones no nos representan y que están vendidos a no sé qué y a no sé quién.
- ¿Y con la reforma laboral en acción, quién se atreve a hacer huelga? Amigo, ahora te pueden echar a la puta calle por cualquier cosa. ¿Por hacer huelga? Por eso también.
Motivos que la hacen necesaria, muy necesaria:
- La huelga general no es el fin del asunto. Es el principio. Tiene que ser un éxito, por supuesto, pero nada acaba con ella. Hay que enseñar los colores y hay que hacerlo como siempre ganando la huelga en las grandes empresas, en los servicios públicos, en las escuelas, en las universidades, en los mercados, en el Metro, en Mercamadrid, en todos los sitios donde sea posible confrontar con el piquete patronal que, esta vez, puede despedirte por eso.
- El 29-M no es el final, sino el punto de partida. Si el gobierno del PP no reacciona en esta ocasión, habrá que poner en marcha nuevas protestas con motivo de la aprobación de los Presupuestos, de los recortes sociales que se van a ir produciendo en las distintas comunidades autónomas.
- En esta ocasión, es posible que haya mucha gente con miedo a la hora de participar en la huelga porque sienta amenazado su puesto de trabajo. Por eso, en el 29-M, tan importante como la respuesta en los centros de trabajo será la participación en las manifestaciones que se montarán en todas las capitales españolas para protestar contra la reforma laboral. Las protestas multitudinarias, la presencia en la calle, será el auténtico termómetro del grado de éxito o fracaso de la hulega. Las cosas empiezan a medirse con la manifestaciones del domingo.
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