Irlanda celta, siglo V d. C. Cuando Bróenán decide llevarse a Ciarán, el último niño de una tribu enemiga, quebranta con ello todas las normas humanas y divinas de su pueblo. Este «niño robado» alcanzará la adolescencia ignorando sus orígenes y esperando el momento de casarse con Olwen, su amor desde la infancia. Cuando el secreto por fin se revela, marchará al exilio como pirata y capturará al muchacho que un día será san Patricio. En su empeño por estar juntos, sin embargo, Ciarán y Olwen desafiarán a sus tribus, sus dioses y sus destinos, en una aventura que los llevará hasta las islas de Arán, en los confines del mundo. Una novela sobre el canto del cisne de un mundo antiguo, dominado por las diosas madres, y su difícil encuentro con el cristianismo y el Medievo.
Lo primero que me atrajo de La huella blanca es su ambientación: la antigua cultura celta. Ana B. Nieto nos narra la historia de Ciarán, un niño salvado de la masacre de su poblado. Bróenán, jefe de la tribu responsable de la muerte de toda la familia del bebé, se lleva el único superviviente y lo cría como su hijo. Sin embargo su tribu adoptiva lo rechaza y Ciarán nunca se sentirá uno más, los rumores le inducen a pensar que su padre le oculta algo. Cuando la verdad estalla, el ya joven Ciarán emprenderá su propio camino, no sin contratiempos ni consecuencias para su familia o la dulce Olwen, la única que le profesa un amor incondicional, arrastrando una maldición que le condena a la soledad.
Lo primero que me gustaría destacar es la extensa documentación que se intuye al leer esta novela: el conocimiento de la cultura celta irlandesa. Ana B. Nieto consigue entrelazar la historia de Ciarán con un entorno bien trabajado en sus descripciones, la contextualización, el desarrollo de una sociedad tan lejana. Pero lo que más destaca es el estilo narrativo de la autora: cuidado, preciso y evocador.
Quizá porque Ciarán acapara buena parte de toda la novela, he echado de menos conocer algo más a otros personajes, como Bróenán, Olwen o algunos compañeros de arma, así como el joven Patricio ya que se intuye que ese personaje cobrará mayor relevancia en las siguientes novelas.
Otro punto que me ha parecido innecesario son las constantes réplicas en gaélico antiguo, que me obligaba a recurrir siempre al pie de página, con la consiguiente interrupción en el ritmo, aunque todas esas referencia dejan claro hasta qué punto la autora se ha documentado para que la historia resulte convincente.
A excepción de esos dos detalles, irrelevantes, La huella blanca ha sido una lectura trepidante, durante la cual me he sumergido en la antigua Irlanda, un periodo poco frecuente en mis lecturas. La autora aporta tantos datos y los enlaza tan bien con la historia de su personaje que casi se palpan las costumbres, la mitología, tan presente en la vida de Ciarán, las alegrías y las vicisitudes del destino de todos los personajes que acompañan al protagonista.
Lo que lamento de verás es que toca esperar la segunda parte, aunque el final ya deja entrever cuáles serán los conflictos venideros.
Es una magnífica novela, bien desarrollada, que recomiendo leer con tranquilidad, pero sin pausas, para disfrutar del magistral estilo de la autora. Ana B. Nieto no es de las que van al grano, da vida a sus personajes a través de los detalles. No es una lectura para pasar el rato, no se lee rápido, por lo contrario, precisa de tiempo para saborearlo.
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