Poco podía imaginarme que cuando comenzara a leer me llevaría de vuelta a mi infancia, a las tardes frías alrededor de una mesa camilla que escondía bajo sus faldas un brasero, donde una niña aplicada hacía los deberes mientras su abuela tejía bolsas de pan de ganchillo, su madre tiras elaboradísimas que unidas formarían una colcha y de fondo sonaba el consultorio de Elena Francis, todavía soy capaz de visualizar el receptor de mi abuela, de unas dimensiones considerables, en alto, custodiado por San Martin de Porres, por supuesto una imagen pequeña, yo diría incluso que minúscula.
De aquellas tardes solo recuerdo una sintonía, una voz preciosa y unos consejos que seguro que hoy me escandalizarían pero que recordando los comentarios de mi abuela, incluso de mi propia madre, en aquellos años eran muy normales. No creo que me hubiera gustado vivir mi época adulta en aquellos años, no soy nada casera, necesito salir, trabajar fuera del hogar, y sobre todo si en algún momento hago alguna cosa por mis hombres, tengo tres en casa, sea porque a mi me apetezca, no porque se considere mi deber y obligación.
Desde el minuto cero y por la carga emocional que para mí hay detrás, La huella de una carta se convirtió en un reto, y así la afronté, y puedo decir que Rosario Raro se ha superado, ha logrado emocionarme con su historia, que admire a Nuria Somport, que logre visualizarla como una persona de carne y hueso que ha traspasado el papel de personaje que le han asignado. Pero además he logrado comprender de donde viene esa lucha de los afectados por la Talidomida, que efectos atroces tenía ese fármaco sobre los fetos. He llegado incluso a indignarme con un sector tan poderoso como la industria farmacéutica.
La autora:
Rosario Raro nació en Segorbe, Castellón, en 1971, es profesora de Escritura Creativa en la Universitat Jaume I, doctora en Filología Hispánica con una tesis sobre las estrategias de escritura en Internet y posgraduada en Comunicación Empresarial y Pedagogía. Desde hace más de veinte años imparte cursos y talleres literarios para numerosas instituciones. Su obra ha sido traducida al catalán, al japonés y al francés y reconocida con numerosos premios literarios, tanto nacionales como internacionales.Vivió durante una década en Lima, Perú.
De su novela Volver a Canfranc ( Planeta, 2015) en su versión francesa, Dernier train pour Canfranc (Editions Kero, 2017) se han publicado hasta el momento siete ediciones, ha sido finalista de los premios de la crítica valenciana y la productora Diagonal TV ha adquirido sus derechos audivisuales para adaptarla a la pantalla.
Puedes encontrarla en las redes:
www.rosarioraro.net
twitter.com / rosarioraro
www.facebook.com/RosarioRaro
Sinopsis:
Reconozco haberme embarcado en esta historia sin leer la contraportada, puedo decir sin avergonzarme que ha sido en el momento de escribir esta sinopsis cuando he reparado en ella, y sinceramente creo que cuenta demasiado, si quieres que la lectura te sorprenda, que te transporte a la España de los años 60 y descubrir poco a poco que te depara Nuria y los demás personajes en este viaje, puedes saltar directamente a las impresiones, intentaré ser cuidadosa y no desvelar detalles que son un placer descubrir página a página.
La apacible vida de Nuria con su marido, un comercial al que no ve lo que quisiera, se altera cuando ella lee en la prensa un enigmático anuncio que le despierta su sueño de dedicarse a la escritura. Sin saber a ciencia cierta de qué se trata, acepta convertirse en la escritora anónima de las respuestas a las cartas que el consultorio radiofónico de Elena Francis recibe.
Su labor parece sencilla: encargarse de responder las cartas que no da tiempo a radiar. Pero todo cambia cuando una oyente desesperada le habla de unos niños nacidos con terribles malformaciones. Nuria decide investigar su origen y destapa una trama internacional de corrupción que pondrá en jaque su vida y cambiará su destino para siempre.
Mis impresiones:
Quizás la gente más joven, la que nació en los años ochenta no haya oído nunca un programa de Elena Francis, posiblemente si yo no hubiera convivido con mi abuela algunos meses al año, tampoco lo conocería porque mi madre no era una oyente habitual, pero ya se sabe que cuando uno vive en casa ajena no es dueño de sus horas de asueto, sobre todo cuando solo hay una televisión y un aparato de radio.
Así que os dejo el testimonio de una carta radiada y su respuesta, de esa forma uno se hace una idea de que fue ese programa y que se pretendía a través de él, la censura era muy férrea con las cartas radiadas, y estas transmiten la ideología imperante en la época. Con este testimonio de voz también podremos entender mejor a la protagonista de esta novela, Nuria Somport y sus eternas dudas entre lo que ella contestaría y lo que debía contestar para que la carta pasara el filtro.
En esta novela Rosario nos muestra la realidad de una mujer de pueblo, que un buen día marcha a la ciudad para formarse en la universidad y que por amor arrumba todas sus aspiraciones. Una mujer que se va ahogando entre cuatro paredes al cuidado de dos hijos a los que adora y con un marido ausente que ocupa las cuarenta y ocho horas de un fin de semana, a veces un poco más. Poco a poco, esa mujer se va dando cuenta de que su vida no es tan idílica como su marido le pretende hacer creer, y busca una forma de que la soledad que la va cercando sea un poco menor.
A pesar de no hacerle falta trabajar busca en los periódicos ofertas de trabajo, y un día encuentra una hecha a su medida. Trabajar desde casa, respondiendo correspondencia... de un tiro podría matar dos pájaros, recuperaría el gusto por escribir que aparcó cuando se casó y seguro que un poco de independencia económica y social iba a tener.
Y así sin saber muy bien a que se iba a enfrentar, con un apoyo un tanto frío por parte del marido Nuria Somport se presenta en el edificio donde se requiere a una mujer para contestar cartas y pasa la prueba con éxito, aunque ya el lector percibe que la respuesta no es del todo sincera, más bien es contestar lo que quien va evaluar la carta quiere leer que lo que ella piensa realmente. Y de la misma forma que acude a esa podríamos llamarla entrevista de trabajo, sale con una caja de cartas debajo del brazo, no sabiendo muy bien como se las va a arreglar para una vez a la semana acudir a ese mismo edificio a entregar la correspondencia respondida y a recoger más cartas que contestar.
Rosario quería mostrarnos las dificultades con las que se encontraba una mujer sola, para trabajar y además criar unos hijos, y a fe que lo consigue, nos traslada esa desazón que siente Nuria cuando necesita unas horas libres para hacer sus transacciones laborales, el dinero no es un problema, pero no conoce a nadie en Barcelona, sus padres están en el pueblo, su marido es de origen italiano, no dispone de amigas de las que echar mano y la única persona a la que puede acudir es su vecina y al mismo tiempo casera. Una mujer estrafalaria que por un lado en lugar de ayudarle a buscar niñera se ofrece a quedarse con los niños y por otro tiene muy claro que quien paga la casa en la que viven es la empresa para la que trabaja el marido.
La entrada de Nuria en el mundo laboral arrollará su vida como un tsunami, por un lado comienza a sentirse más sola que nunca, conocer a Boro Navascues, la antitesis de su marido, le hace darse cuenta de lo muy idealizado que lo tiene, de lo poco que se preocupa por las necesidades de su mujer que desde el momento que aparece por la puerta tiene que estar a su servicio, y preparada para lo que él quiera hacer. Su semana es soporífera, y los fines de semana están llenos de actividades. Nuria comienza a abrir los ojos y descubre que el embelesabiento ha sido desplazado por una rutina que a ella la está minando.
Y por supuesto estos cambios no pasan desapercibidos para su marido, que ya no le parece tan bien que trabaje, que la anima para que abandone el trabajo y esté más pendiente de sus hijos. con lo que no cuenta Maximo es con el factor desestabilizante de una noticia que a Nuria le cae a plomo. En una de las cartas una mujer les informa de la existencia de unos niños que nacen con malformaciones a causa de un fármaco.
De esa forma Rosario introduce el segundo tema o trama de esta novela, el drama que sufren los afectados por la talidomida que tantos años llevan luchando para conseguir que sea reconocido el daño que se les causó e indemnizados como lo son en Alemania. Un tema real que se ficcionaliza para actuar de altavoz y como forma de denuncia social, porque desde hace muchas décadas los sucesivos gobiernos españoles y la justicia ha mirado hacia otro lado, y ha eludido responsabilidades.
Nuria con la ayuda de Boro comienza a investigar, necesita llegar al fondo de la carta, descubrir que hay de real en lo que les cuenta esa mujer, en esa desgarradora carta, que es un grito de auxilio desesperado. Desenredando la madeja, descubren una realidad que pondría los pelos de punta a cualquiera, pero que además tiene detrás unos intereses económicos tan fuertes que puede costarles incluso la vida.
El origen de este fármaco está en la Alemania nazi, y es que no todos fueron juzgados, algunos jugaron a ser dioses y lo siguen haciendo. La investigación de Boro y Nuria los lleva hasta un médico de descendencia española que está luchando contra el telamon en Alemania, y les avisa del peligro que corren. Los descubrimientos de nuestros protagonistas, las presiones que ejercen sobre un cargo público los pone en el punto de mira y nos lleva a viajar tanto a Alemania, como a Brasil donde los dueños de la empresa para la que trabaja Nuria buscan la fuente de la eterna juventud, no en balde fabrican cosméticos.
Rosario logra encogernos el corazón con las imágenes de los niños mutilados, nos metemos en los zapatos de Nuria que se mete en la piel de esas mujeres. Sentimos la vergüenza de esas madres por haber parido lo que para ellas es un monstruo, y la culpa que arrastran el resto de sus vidas porque ellas tomaron el medicamento, sin saber los efectos que provocaba claro, pero toda la vida arrastran esa pesada carga. La misma que hoy siguen arrastrando los afectados, pidiendo una idemnización que no llega, sabiendo que en Alemania si la han recibido y eso les hace la vida más fácil
Rosario sabe narrar con maestría la exhaustiva documentación que ha manejado, tanto en el caso de las cartas de Elena Francis, como en las investigaciones sobre la talidomida, se la presenta al lector de forma entretenida, sin que llegue a pesarle en ningún momento, se permite giros de humor cuando el tema que trata es peliagudo, pero es que en ocasiones es necesario destensar el ambiente, y en mi modesta opinión hace una incursión breve pero muy efectiva en lo negro, en lo criminal, con escenas poco aptas para estómagos delicados que cuesta creer que hayan salido de la pluma de Rosario.
Cuando se lo sugerí entre risas contestó que la realidad en ocasiones supera la ficción que ella no se había inventado la escena, que la había leído y me preguntó con la misma sonrisa si creía que podría tener algún éxito como escritora de novela negra.
Si las dos tramas están conseguidas, los personajes no lo están menos, con gran habilidad Rosario dibuja con esmero tanto física como psicológicamente unos personajes de gran complejidad, con muchas sombras y claroscuros, personajes que bien podrían traspasar el papel, y encontrarlos en cualquier comunidad de vecinos.
Habréis intuido mis favoritos Nuria Somport, por ser esa mujer capaz de rebelarse al papel de mujer florero que la sociedad le había atribuido, capaz de luchar por lo que quiere, de poner en peligro su estabilidad, una mujer rebelde de las pocas que habría en aquella época en la que eran eclipsadas por maridos autoritarios, el que Máximo fuera italiano puede explicar un poco la libertad de la que ella gozaba.
Boro Navascues, poco voy a decir de este personaje que vale la pena ir descubriendo conforme avanza la lectura, un hombre con un pasado que aún le duele, con unas fuertes convicciones, leal. El novio ideal que cualquier suegra querría para su hija. Navegar en su mundo de claroscuros es un placer que se ve recompensado con una radiografía completa de un personaje entrañable.
También el padre Vilasans me ha llegado al corazón, vaya forma de entregarse a los demás, ha habido alguna cosilla en él que no he sido capaz de vislumbrar pero con una segunda lectura seguro que compondría un retrato perfecto.
Liliana es esa mujer joven, que en un momento dado se encuentra perdida, se coge a un clavo ardiendo, pero cuando coge las riendas de su vida lo hace con determinación, un personaje a descubrir y si me apuras a admirar.
Y si hay un personaje que me ha tocado las narices, ese ha sido el marido de Nuria, pero tendréis que descubrir vosotros el porque, en mi descargo diré que no me gustó desde la primera aparición, yo no me dejé cegar por esos aires de grandeza y de mundo, incluso no logré entender como lo hizo la protagonista, Rosario Raro me dio las claves y la verdad es que si lo miro desde el punto de vista de la realidad de Nuria y no desde mi forma de pensar tiene sentido, todo un personaje Máxim, o Máximo, o Maximiliano...
Los dos personajes más siniestros de esta novela también tienen su miga, el alemán tiene un nombre imposible, pero da grima en todos los pasajes que aparece, está muy bien conseguido. En cuanto al detective Baladre da una de cal y otra de arena, es astuto, muy pícaro, sabe cubrirse las espaldas, parece intuir donde se está metiendo, pero no las consecuencias que tiene pisar el césped en casa ajena.
Si habéis llegado hasta aquí intuiréis que la novela me ha gustado mucho, que para mi le ha dado espaldarazo a Rosario como autora, y que tiene un público muy amplio al que le puede gustar.
Conclusiones:
Con una prosa sencilla sin hacer grandes alardes literarios ni usar demasiada floritura Rosario Raro ha creado una novela con dos tramas muy atractivas, que logra unir con mucho acierto, por un lado rescata un programa de radio que durante 30 años visitó los hogares españoles, con consejos cosméticos pero también como forma de transmitir y respaldar los valores del nacionalcatolicismo. En aquellos mismos años, sobre los años sesenta, en España empiezan a nacer niños con unas severas malformaciones, nacimientos que son silenciados por sus padres por la vergüenza que les produce, y al mismo tiempo por el Gobierno que está consiguiendo grandes beneficios por la comercialización de un fármaco a pesar de ser conocedor de lo que provoca.
Dos atractivas tramas que trascienden España y enrocan con los descendientes de la Alemania nazi, y a propósito de los intereses económicos del laboratorio dueño de la patente crea una trama de intriga, con tintes negros que llegará a gustar a los asiduos al género, pero que no molestará a los que no lo frecuenten o no les guste.
Todo ello sazonado con unos personajes principales y secundarios de lujo, muy bien dibujados tanto en lo fisico como en lo psicológico, con personalidades complejas y muchos matices.
Un bello retrato de la sociedad española de los años 60 que sin duda no te dejará indiferente, y que nos deja muy claro que la corrupción política no es cosa de hoy, si no que hace años que existe, y que siempre hay unos damnificados en mayor o menor medida.
Si yo no he sido capaz de picar vuestra curiosidad, os dejo el booktrailer de la novela, por si es más efectivo