Revista Opinión

La Huella del Abandono y Sus Consecuencias. Segunda Parte

Publicado el 22 mayo 2018 por Carlosgu82

En mi anterior artículo, “la huella del abandono y sus consecuencias, primera parte”, describía dos de las consecuencias que puede traer, el hecho de que una persona haya sido abandonada física o emocionalmente en su infancia por sus progenitores. En esta ocasión, quiero describir, las consecuencias que se pueden producir a nivel relacional, que pueden llegar a ser muy graves si la huella que ha quedado en el niño es muy profunda, provocando una gran distorsión en su forma de verse a si mismo y en la forma en la que piense que le perciben los demás.

También puedes leer previamente, antes de seguir profundizando, las causas que producen que un niño se sienta abandonado, leyendo el artículo “El sentimiento de abandono…¿Cuando se produce?

Los celos, profundo miedo al abandono

Muchas veces hemos visto esa mirada picarona de alguien preguntando con un cierto gozo… ¿Estás celoso?. Estos gestos, nos han hecho pensar en muchas ocasiones, que si nuestro amigo o nuestra pareja está un poquito celoso, es que nos ama. Incluso, la propia persona celosa, puede haber aprendido estos actos viéndolos en otros, por lo que, él mismo, pensará que sus celos son equivalentes a su amor, pero nada más lejos de la realidad.

Realmente, los celos son, para la persona que los sufre, la alarma de una amenaza de pérdida, causada por su propia inseguridad y desvalorización.

Las personas que han sufrido de niños un abandono físico y/o emocional, y no han sabido canalizarlo de forma correcta, puede que cuando tengan cualquier tipo de relación más íntima, ya sea de amistad, de pareja, o con la propia familia, se vuelvan celosos y desconfiados, temiendo que en cualquier momento puede ser sustituido por alguien mejor y quedar de nuevo en una situación de abandono.

Si no se ponen límites claros en la relación, puede llegar a ser algo verdaderamente enfermizo, en el que ambas personas sufran continuamente, a la vez que la relación se destruye por las continuas discusiones y desconfianzas, que la persona celosa vuelca en aquella que quiere tener en exclusiva.

Dependencia o desconexión emocional en las relaciones: amor y sufrimiento unidos

Los niños que han tenido una desconexión física o emocional con sus padres, crecen con gran falta de afecto, y con el sentimiento profundo de que no son merecedores de amor, por lo que, creerán fervientemente que cualquier persona con la que creen un vínculo más estrecho les abandonará más tarde o más temprano.

Cuando sean adultos, habrán crecido con un vacío interno, el cual intentarán llenar con amor externo, por lo que, para sentirse queridos, necesitarán la aprobación y la valoración constante de los demás. Puede que, cuando encuentren a alguien que les preste la suficiente atención, se vuelvan dependientes de esa persona, tratando de ganarse su cariño a toda costa. Se volverán sumisos y tratarán de satisfacer las necesidades del otro olvidándose de las suyas propias, como una demostración constante de amor, con el objetivo de evitar que les abandonen. Pensarán que si dan todo lo que creen que el otro necesita, les querrán y no les dejarán.

La Huella del Abandono y Sus Consecuencias. Segunda Parte

Necesitarán que la otra persona esté continuamente a su lado, queriendo exclusividad en la relación, ya que se alimentarán de su presencia, y su estado de ánimo, dependerá del comportamiento que tenga el otro hacia él y hacia otras personas. Ésto les convertirá en personas celosas y controladoras, ya que, cuando no estén a su lado, se crearán una gran película en su cabeza, pensando que les van a abandonar por otra persona mejor que ellos. Si por el contrario, se encuentran juntos pero rodeados de otras personas, no soportarán que presten más atención a los demás, por lo que, tratarán de que la relación poco a poco se vaya reduciendo a ellos dos, sin otras personas de por medio.

La situación puede irse agravando cada vez más a medida que la dependencia aumente, ya que, su inseguridad creará desconfianza. Así, la relación, se irá destruyendo por sus continuas dudas hacia la otra persona, que terminará agobiada y acabará alejándose, haciendo que su patrón de abandono se confirme una vez más.

Tras la separación, la persona dependiente tendrá un sufrimiento devastador, que le hundirá probablemente en una depresión, que dañará aún más su autoestima, ya que se sentirá fracasada, frustrada y llena de resentimiento, por todo lo que ha aportado en la relación y lo poco que siente que ha recibido. Confirmará una vez más, que todo el mundo le abandona porque nadie es capaz de amarle.

La Huella del Abandono y Sus Consecuencias. Segunda Parte
También puede ocurrir que, en lugar de ser la persona controladora y celosa de la relación, sea quien soporte los celos y el control de la persona a la que ama. En este caso, puede que la dependencia que tenga sea tan profunda, que sea capaz de aguantar todo tipo de humillaciones o maltratos de quien depende, por miedo a quedar sola de nuevo. Es posible que, en estos casos, haya familiares y amigos que intenten hacerle ver, que está siendo tratada de manera inadecuada, pero tal será su dependencia y su enorme posición de inferioridad, frente a esa persona por la que está siendo maltratada, que la defenderá incondicionalmente, valorándola en exceso, ya que habrá sido colocada en un pedestal imaginario. Será capaz por tanto, de enemistarse incluso, con los que tratan de hacerle ver su situación denigrante.

Todos estos tipo de dependencias no solo tiene por qué ocurrir en el ámbito de la pareja, sino que también aparece en relaciones de amistad, que acaban terminando si no hay unos límites claros entre ambas personas.

Por último, también puede ocurrir que una persona que ha sufrido cualquier tipo de abandono,  no sea capaz de estabilizarse en ninguna relación, teniendo comportamientos que eviten conectarse emocionalmente con nadie. Es como tratar de no sentir para no sufrir, porque de lo contrario, cuando otra persona le abandone, evocará sufrimientos anteriores, que serán muy difíciles de soportar. Pero este comportamiento no está exento de dolor, porque le impedirá vivir plenamente, e impedirá que la otra persona pueda conectar con ella de forma auténtica, consiguiendo así una relación a medias, sin una implicación verdadera y profunda, lo cual creará también un gran sufrimiento. Huirá del vacío que se produce cuando una relación se acaba, pero de forma paradójica es lo que encontrará en su día a día, el vacío de la soledad, de no dar todo lo que podría dar, de huir cada vez que una relación va a más o hay algún problema en ella, o de romper la misma antes de que la otra persona lo haga, ya que así, será ella quien deja al otro, antes de que pueda llegar implicarse lo suficiente, como para sufrir tras la ruptura y ser abandonada de nuevo.

Por último, también puede ocurrir que en la relación se den ambas cosas, es decir, una gran dependencia con actos de celos y control para tratar de evitar una separación, pero a la vez, una falta de implicación sentimental para defenderse del dolor, en el caso de ser abandonado por la otra persona.

Caldo de cultivo para un Bullying y/o Mobbing

Como comenté en mi anterior artículo. Hay niños que ante la desatención o ausencia de los padres, pueden o bien volverse retraídos ante el mundo, o bien, adoptar comportamientos inadecuados con llamadas de atención constante.

La Huella del Abandono y Sus Consecuencias. Segunda Parte
A veces ocurre, que los niños que se vuelven rebeldes para hacerse visibles, se alían con varias personas fácilmente influenciables para cubrir sus carencias de abandono. Su necesidad de valoración constante, intentará ser cubierta con personas que le idolatren como líder o que hagan lo que él desea, por miedo a represalias. Este tipo de niños suelen poner su foco de atención precisamente en su contrario, personas cuya falta de valoración es evidente y que a diferencia de ellos, retraen su comportamiento hasta tal punto, que son incapaces de defenderse. Ambos tienen una gran carencia que cubrir, pero cada uno la manifiesta de forma contraria. El primero tratará de mantener su posición de líder, intentando demostrar que es el más fuerte, el más gracioso, o el más popular, acosando junto a sus fieles seguidores al segundo, que se mostrará débil ante ellos, en posición de víctima incapaz de defenderse. El primero se sentirá valorado, ya que sus compinches le seguirán el juego por miedo a que sean ellos la siguiente víctima, y el segundo confirmará aún más que no es amado por nadie, por lo que su autoestima seguirá destruyéndose de forma imparable.

Si tanto el que acosa, como el que es acosado, no reciben la ayuda necesaria para cambiar esos patrones de conducta, para empoderar su autoestima de forma correcta, es probable que estos episodios se produzcan en distintos ámbitos a lo largo de la vida, como en el entorno laboral, o incluso en el círculo de amigos y en sus relaciones sentimentales, cuando la persona ya es adulta.

Actuamos como aprendemos

No hay nadie en el mundo que pueda crecer sin ninguna carencia. Todos vamos aprendiendo como podemos. No nos dieron un manual para enseñarnos a ser los mejores hijos o los mejores padres del mundo. Tampoco nuestros hijos nacieron con uno, que les dijese como tenían que actuar en cada momento para crecer con seguridad y estima. Para nuestro bien o nuestra desgracia, vamos aprendiendo de los que nacieron antes que nosotros, y aprendemos tanto de sus aciertos como de sus errores, de su forma de percibir sus vidas y de la forma en la que se comportan en base a eso. Aprendemos de su presencia, de sus ausencias, de sus miedos, de sus silencios, de sus formas de depender o desconectarse, de sus comportamientos celosos y del significado que le den a todo lo que les ocurre. Ésto nos marcará un tipo de vida determinado, según interpretemos lo que hayamos disfrutado o sufrido en base a este aprendizaje.

Todos lo hacemos lo mejor que podemos, según lo que hayamos ido integrando como propio, según nuestras circunstancias y el marcaje de la sociedad en nuestras vidas. Por eso también es necesario que pensemos, que nuestras generaciones previas usaron su aprendizaje para enseñarnos, de la misma manera en que ahora lo hacemos nosotros. Nadie es culpable. No puedes enseñar lo que no has aprendido, por lo que a veces, lo erróneo pasa de generación a generación hasta que alguien descubre que lo que ha aprendido estaba equivocado, por lo que corta el ciclo y lo repara para las generaciones venideras. Nosotros podemos ser ese “alguien” y enfocarnos, no solo en mejorar nuestras vidas, sino también en aliviar las vidas de los que aprenden de nuestros actos.

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