La huella digital que le creamos a nuestros niños

Por Mamaconectada @mamaconectada

Mi tercer hijo tiene siete años y es un claro ejemplo de que su huella digital, la identidad que tiene en el mundo online, la estoy creando yo. Toda su vida está en mis redes sociales: cuando nació, sus principales logros, sus días más divertidos, los eventos familiares y escolares. Todavía no usa internet, salvo para jugar o ver videos, y ya tiene una huella simplemente porque nosotros, sus padres, estamos conectados.

La pregunta es si está bien que tanta información esté en la web. Para mí es imposible no crear una huella digital porque parte de nuestras vidas se desarrolla en el mundo online, entonces cada vez que pasamos por ahí dejamos una marca. La clave está en qué cosas creemos que está bien subir o no de terceros que todavía no pueden opinar sobre cuál quieren que sea su presencia digital.

Hace un tiempo cambié bastante lo que me permito publicar y lo que no. Me nace compartir todo de los chicos, porque son mi orgullo, y como me llenan el alma lo quiero mostrar al mundo. Pero ahora pongo filtros más estrictos, trato de preguntarme si a mí me hubiese gustado que mis padres posteen algo similar.

De bebés no tienen chance de opinar, pero cuando llegan a la adolescencia pueden no querer ser tan públicos, quizás prefieren resguardar su intimidad. El problema es que lo que se sube queda en la web. Lo puedo borrar, pero una foto que publicamos puede haber sido guardada por otras personas.

Creo que como padres tenemos que resguardar la huella digital que estamos creando de nuestros hijos. Nosotros podemos ser más públicos, quizás porque ya somos más grandes o tal vez porque deseamos compartir nuestros mejores tesoros con el mundo. No lo sé. Pero ellos son otras personas y van a desarrollar sus propios límites entre lo privado y lo público. No hay que quitarles la posibilidad de elegir.

Antes de postear me hago muchas preguntas y sobre todo trato de ponerme en su lugar, en ese momento de sus vidas de hoy, en qué querrán en el transcurso de su adolescencia y en no hacerles, sin quererlo, un mal que luego ellos no van a poder borrar.